PARRESHÍA

Intercampañas, los vacíos se llenan

Intercampañas, los vacíos se llenan

Foto Copyright: lfmopinion.com

Las elecciones, en México, se devoran a sí mismas.

Cuando los aprendices juegan, las tormentas se desmandan.

Jugando con el tema electoral, nuestra partidocracia ideó la forma de hacer campaña sin hacerla y, al tiempo, decir que acortaban sus tiempos y ahorraban dinero.

Así crearon las precampañas sin contienda interna, es decir, con candidato único y de allí se toparon con los tiempos para dirimir posibles impugnaciones en tribunales. ¿Solución? La intercampañas, otro invento para hacer campañas sin aceptarlo.

Hoy su Frankenstein de engaños los devora. Encendieron el boiler sin poderse meter a bañar y tienen que mantenerlo apagado hasta finales de mes, mientras desnudos quedan a la intemperie electorera. ¿Resultado? El invento de las intercampañas se revierte en su contra.
Nadie pensó que este tiempo muerto podría matar a los jugadores.

No pueden hacer campaña, ni debates, ni propuestas, pero sí destrozarse entre sí.

La guerra sucia, el más esmerado producto de nuestra transición democrática, podría descarrilar a cualquiera y a la elección misma.

Las elecciones, en México, se devoran a sí mismas.

Y en eso estamos, discutiendo corruptelas, gestos e inepcias.

Quien quiera que haya sido decidido difundir el video de la PGR donde aparece la plana mayor del Frente entregando un escrito, merece los Oscares a la ineptitud, impericia, inoportunidad y suicidio. Enrareció el clima político, dio pie a que Anaya se hiciera la víctima (papel en que ya está consumado) y sembró dudas sobre la consistencia de la investigación sobre lavado de dinero.

Por su parte, Anaya no logra convencer del todo de la legitimidad de su haber, aunque todavía le funciona, si bien en menor medida, su papel de perseguido político.

Lo dijo ayer Fernández de Cevallos con Puig: nadie ha probado el origen ilegal de los 54 millones. Pero allí está el detalle, diría el mimo mexicano: pareciera que el cocimiento a fuego lento y a ritmo de intercampañas, es probar que el dinero es producto de los moches vendidos por Anaya a gobiernos municipales en su calidad de diputado.

El problema es que la receta es de difícil cocción y los pinches de la PGR no ayudan en nada.

Aún así, sí logran acreditar que los moches son el origen del dinero y todo fue un estratagema para lavarlo, el chico de la guitarrita y la sonrisa –hoy- borrada no le servirá al Frente ni para papel de baño.

¿Cuál es el riego? Que se les pase de tueste y se queme el platillo, en cuyo caso nadie parará en su camino a la Presidencia al Nopalito II.*

Los golpes, como sean, están bien asentados:Por un lado, Anaya sabe bien esquivar los golpes y acusar en otros la corrupción inexplicada en él, pero el vacío albiazul crece a su alrededor a la par de las caras de velorio. Triste el papel, por cierto, de dos personajes este domingo: Anaya acuerpado por Colosio Jr. y su variopinto y cariacontecido coro, pero sin ningún gobernador, diputado, senador u otro panista de peso, salvo los de su personal y cuestionado corral; y el del joven Colosio que se prestó de buena fe a legitimar con la memoria de su padre a un personaje que puede terminar enterrado en la historia política nacional como un pillastre traicionero de siete suelas. Por otro, la pifia de la PGR metió en el centro de la elección al mayor pasivo de Meade: Peña Nieto.

Finalmente y de refilón: por paradójica y parajódica casualidad, la muerte del PRI reside en las manos de un no priísta. Juegos del destino de un sistema de partidos en crisis.

PS.- Refilón segundo: la democracia, como en la Alemania nazi, nos puede estar llevando a su propio entierro.

* Nopalito porque cada día se le conocen más propiedades y II, porque el I, llamado así por otras razones, fue Ortiz Rubio de triste memoria.

#LFMOpinión
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#Anaya
#PGR
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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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