PARRESHÍA

Justicia y ley

Justicia y ley

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Binomio.

Quis custodiet custodes, preguntaban los romanos.

Por mi parte cuestiono: por qué se protesta cumplir la Constitución al tomar posesión del cargo de Presidente.

En el fondo es la misma pregunta y responde al mismo riesgo. El quién custodia al custodio de los romanos es resuelto en el Estado de Derecho sometiendo el poder a la ley. La custodia del custodio por la ley.

¿Qué poder sobre el poder político? El poder de la ley.

La protesta constitucional no es un simple formalismo; nadie puede –subrayo el verbo- ejercer el poder sin antes someterse y comprometerse con la ley. No basta el voto ciudadano. Aún con él, sin protesta de guardar y hacer guardar la Constitución no se puede asumir el cargo y, sin ese requisito constitucional, cualquier acto de poder es nulo de pleno derecho.

La protesta es un acto político y constitucional que se asume ante la representación nacional presente en el Congreso. No es una frase sacramental, es el mayor compromiso de un gobernante y la mayor garantía de los ciudadanos.

Qué bueno que se le atravesó semana santa a López Obrador. Pocas son las semanas en las que la suerte le ha dejado de sonreír como ésta.

Para desgracia cerró sus mañaneras con una intervención a cual más desafortunada, aberrante y perturbadora; así se fue de vacaciones y el tema primará en la deliberación política hasta la semana que entra, que invente otro molino de viento para paliar el temporal.

Dijo el Presidente (17 iv 19) con motivo de descuentos a maestros faltistas: "No, no, no (los habrá). O sea, queremos la reconciliación con el magisterio", confundiendo apaciguamiento con consecuencia legal. Como están enojados se les va a pagar aunque no trabajen.

"Pero eso dice la ley", le terció la periodista.

"… Sí, pero la ley es para las mujeres y para los hombres, no los hombres y las mujeres para la ley. La justicia está por encima de todo, la justicia. Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan a favor de la justicia".

Minutos después, en otro de sus champurrados, éste relativo a sus facultades para emitir el lamentable memorándum que dispone no cumplir la Constitución y las leyes en materia de educación, sostiene: "Las facultades que tengo como Jefe del Estado mexicano para garantizar el bienestar, la paz, la tranquilidad del pueblo para que haya justicia, por eso se protesta, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan. Y en la Constitución se establece que debe haber justicia".

Empecemos por el final que es, quizás, su mayor contradicción. En los hechos habla de facultades implícitas para hacer justicia por sobre obligaciones explícitas de cumplir la ley. Las facultades y obligaciones del titular del ejecutivo federal se relacionan en el 89 constitucional y en ellas no encontramos una atribución tan amplia y ambigua como "garantizar el bienestar, la paz, la tranquilidad del pueblo para que haya justicia"; por el contrario, sus atribuciones y obligaciones son muy concretas en su hacer y precisas en sus alcances. Tras de auto-otorgarse atribuciones amplísimas e inasibles, las sustenta en que por eso se protesta cumplir y hacer cumplir el sistema constitucional, para concluir, sin mayor continuidad y lógica que la Constitución establece que debe haber justicia y, por tanto, memorándums por sobre la propia Constitución que se protesta guardar.

Regresó así a su primer planteamiento que ahora paso a analizar: las leyes son para los seres humanos y no éstos para las leyes. Eso es obvio, la norma siempre es instrumental, pero ello no quiere decir que no someta a los individuos. Es un deber ser que sólo puede aplicarse a la conducta humana y, por ende, siendo para el bien los hombres y mujeres, se aplica, a su vez, sobre ellos.

No matarás, dice la ley para proteger la vida; la ley en beneficio del hombre. Pero si matas, la misma ley dice que vas a la cárcel; la ley sobre el hombre como consecuencia de su conducta. Que lo priva de su libertad, sí; pero ello no quiere decir que el hombre sentenciado esté al servicio de la ley, sino que es sancionado por ella al haberla violentado. La ley al servicio de los hombres para que no se maten entre sí.

Lo que sigue es lo más lamentable y preocupante, el presidente confronta ley y justicia, cuando son fin y medio, no términos antitéticos. Para que la justicia sea, la ley debe ser. Previo a la segunda Guerra Mundial, un jurisconsulto alemán sostuvo lo mismo, entre la justicia y la norma, la primera. Ello dio pie a Hitler a tirar de un plumazo leyes e instituciones, alegando justicia. Para él justicia era la supremacía de la raza blanca, el exterminio de judíos y de naciones enteras, los niños en las trincheras en lugar de las aulas y la destrucción final de Alemania. La primera víctima del nazismo fue el derecho y las instituciones bajo el mismo falso argumento de primar justicia sobre ley.

De allí lo preocupante de que el Presidente diga que como la Constitución obliga a la justicia tiene facultades para no cumplir la ley, cuando es precisamente lo contrario a que lo que la Constitución le obliga: hacer justicia cumpliendo la ley.

Las sociedades se dan leyes y por ellas imponen a los gobernantes que se llegue a la justicia por la ley, por eso somos un Estado de Derecho, por eso hay un Poder Judicial que se norma por el estricto derecho, por ello se protesta guardar y hacer guardar la Constitución y sus leyes al asumir el cargo.

Todos estamos obligados a forjar el bienestar, la paz, la tranquilidad y la justicia entre los mexicanos, cada quien en su ámbito de competencia. Con una salvedad, la autoridad solo puede hacer lo que la ley explícitamente le mandata. Para que la justicia sea, los medios para llegar a ella deben ser también justos en sí mismos, una justicia al margen de la ley es una contradicción en sus términos, es la justicia de la ley de la selva.

La ley es certeza y seguridad en el proceder, la justicia es una aspiración, pero de buenas y justas intenciones está construido el camino al infierno.

Alegar justicia sobre ley es invitar a que nadie cumpla la ley alegando injusticia o, peor aún, alegando una ley injusta, como estúpidamente expresó Monreal para quedar bien con su jefe.

Las leyes se hacen para los indefensos y obligan a los poderosos, y quien detenta el poder hoy es Andrés Manuel, sujeto por la Constitución y las leyes que protestó guardar para garantía y seguridad de nosotros.

La ley se representa vendada, para no ver a quien imparte justicia, puede ser su mayor enemigo o su hijo; con una balanza en la mano, para pesar los hechos y el derecho, no personas, famas, poderes y riquezas; finalmente con una espada en la otra mano, para someter a la justicia del Derecho a los hombres, incluso en el poder.






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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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