Dejar de educar en el conformismo
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Existen modelos educativos que en vez de estimular la curiosidad intelectual y promover el pensamiento crítico, se dedican a encarcelar el conocimiento en un conformismo pasivo, que además disminuye la libertad intelectual y esclaviza al alumno a teorías y conceptos incuestionables.
Tiene que ver con un determinismo en los métodos y patrones que se utilizan en la pedagogía para enseñar los conocimientos, como si fueran verdades absolutas y no dejar espacio para ser rebatidas y cuestionadas. Se llega a imponer con la fuerza imperativa de lo sagrado, de que lo que se enseña es la máxima verdad y no existe otra visión o alternativa más allá de la que se está comunicando. Incluso trasmitiendo dogmas y doctrinas que son más propias de la fe, generando la sensación de tabúes y prohibiciones y de insinuar que no hay opciones o nuevas evidencias en el conocimiento.
En ocasiones el aula de clases se convierte en un escenario en donde se castiga al que piensa diferente y se induce a sentir miedo en caso de que no se sometan a las ideas reinantes y preestablecidas como las correctas.
Las mismas autoridades educativas utilizan el libro de texto para imponer una visión y obligar a que el saber sea distribuido en todos los ámbitos y se enseñe como la verdad y así se establece una verdad oficial con sus respectivas doctrinas predominantes, que no permiten la discusión o el diálogo. Cualquiera que no lo acepte es reprobado y acusado de rebeldía. El conocimiento oficial es el único verdadero, no hay otra opción. Por ello se puede estar educando en el conformismo intelectual.
Se puede llegar al punto de descalificar como falso o estúpido cualquier otro punto de vista que cuestione el conocimiento y versión oficial, hasta ocultar y deshacerse de las evidencias opuestas, con tal de que reine la propia.
A este respecto Edgar Morin señala en sus reflexiones sobre los siete saberes para una educación necesaria para el futuro que: "Todas las determinaciones sociales-económicas-políticas (poder, jerarquía, división de clases, especialización y, en nuestros tiempos modernos tecno-burocratizacion del trabajo) y todas las determinaciones culturales convergen y se sinergisan para encarcelar al conocimiento en un multi-determinismo de imperativos, normas, prohibiciones, rigideces y bloqueos".
Sucede así cuando los grupos de poder al tomar el mando de las instituciones educativas, que poseen los gobiernos, creen tener la autoridad de designar el qué y cómo se debe de enseñar en el sistema público de educación.
Tras de esa imposición también existe el sello impuesto (imprinting) de lo que de por sí existe en cada cultura y familia de lo que se puede o no pensar o saber. Es como una huella que se queda grabada desde los primeros aprendizajes y que se cree que ya no se puede ni debe de modificar. Ya las cosas así son y ni hablar, hay que aceptarlas como vienen. No existen otras opciones y te tienes que someter a las que hay.
De aquí la importancia de romper con esos determinismo educativos y dogmáticos y no dejar que la educación se convierta en una imposición obligada de un conocimiento, sino en el despertar de la creatividad y la inteligencia en la curiosidad y la investigación.
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