A la deriva
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Creo fue en 1963 cuando fui de vacaciones a Tampico con mi primo, compañero de mil batallas y su papá. Mi tío, nos organizó una noche en alta mar, en un camaronero típico de unos 70 pies de eslora. El olor a mar y pescado, el viento, las risas de los marinos de verdad por vernos de neófitos compañeros de temporal, apostando a qué hora vomitaríamos mientras la bandera mexicana ondeaba y el capitán, tostado del sol, daba indicaciones, para ubicar la captura. Nos advirtieron: no se caigan al mar, puede haber tiburones. Después el ‘winche’ bajó las redes de arrastre.
Yo había leído Un Capitán de 15 años y me prometí que no haría el ridículo a pesar de mi novatez. ¿En qué ayudamos? preguntamos casi a coro.
Conforme anocheció, el barco se empezó a mover con mayor fuerza, como si una batidora eléctrica o una mano lejana de un Neptuno enojado agitara el agua y se hubiera propuesto la tarea de hundirnos mientras el oleaje, el viento y la espuma de mar, nos envolvían y las luces de la costa se alejaban cada vez más de nosotros, haciendo más remoto el rescate.
En un momento dado de la pesca, se apagan los motores y el camaronero parece estar a la deriva, involuntariamente se mece sin destino preciso. Está a merced de los elementos. De los otros. Ha renunciado a su voluntad.
Hoy en el nuevo siglo, cuando la tecnología ha llevado a diseñar próximas colonias de habitantes terrícolas en Marte y su fundación no es ya imposible. Cuando recientemente asistimos virtualmente al lanzamiento de otro cohete tripulado hacia la estación espacial internacional, en cambio, no podemos controlar un microscópico virus que ha causado enfermedad y muerte por doquier.
¡Que paradójico! El hombre ejemplar de sociedades postmodernas según algunos analistas, el moderno Prometeo, es rehén de su propia soberbia. Es incapaz de desarrollar vacunas eficientes con oportunidad y suficiencia
De pronto, si entrecerramos los ojos, parecería que estamos a la deriva como en la llamada Gripe Española de 1918, sólo que 102 años después. Algo de tragedia. Algo de comedia.
Además, en la actualidad otras variables son condicionantes que ahondan la crisis.
En general, gobernantes mundiales mediocres. Un sistema dominante de producción y distribución que fomenta la creciente concentración del ingreso y la riqueza. Desigualdad social. Una enorme población ubicada en niveles de pobreza y otra que apenas sobrevive con carencias elementales, educación ineficiente, violencia, guerras y conflictos locales, amplios sectores de la población cuyo único recurso es incorporarse a organizaciones criminales legales o no. Un amplio sentimiento de desencanto.
Oligopolios informativos y de comunicación ligados a las grandes corporaciones multinacionales que dominan ampliamente los mercados desde materias primas hasta sofisticados productos de ultima generación tecnológica y que promueven consumos absurdos e innecesarios, irracionales.
Un sistema de reproducción de bienes y servicios que fomenta el desecho inmediato, que genera basura, acaba con las áreas verdes y contamina mar, aire y tierra.
La sensación recurrente de navegar sin rumbo, sin brújula, sin sextantes ni orientación es la realidad en muchos países del mundo.
En los EUA se han rebasado ya los 114 mil muertos por la pandemia, lo que es una expresión terrible de la decadencia del imperio norteamericano, con un sistema médico de élite inaccesible para la mayoría y otro sistema paralelo de uso intensivo con muchas deficiencias.
En México se considera que habrá alrededor de 35 mil fallecimientos o más (sic) por Covid-19, lo que es sin duda una expresión terrible del impacto por contagios más enfermedades de riesgo adicional: cardiopatías, diabetes, obesidad y mala alimentación, más alto consumo de fructuosa y otros azúcares industrializados, en un sistema médico parchado, con amplias carencias para derechohabientes e inscritos sin otra alternativa y otro sistema paralelo y privado de alto costo monetario e inaccesible para la mayoría de la población.
En los EUA hay manifestaciones generalizadas en contra de las fuerzas del orden, por violentas actitudes de abuso, brutalidad y asesinatos de minorías. Especialmente por la muerte de George Floyd que ha generado repudio social, mientras que el presidente twittero insiste en la estrategia de la ley y el orden que pudiera significar represión y despliegue de la guardia nacional enfrentada a la población civil.
En México ha habido manifestaciones localizadas contra el asesinato de Giovanni López a manos de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, donde el gobernador en cadena nacional prometió consignar a los culpables, se lavó las manos para no contagiarse y aventó culpas de la violencia en Guadalajara a los miembros de Morena y de pasadita al Presidente de la República.
En los EUA, a pesar de la pandemia y por el impacto de los 43 millones de solicitudes de seguro de desempleo, muchas ciudades regresan poco a poco del confinamiento hacia la apertura de la economía y las actividades laborales, aunque pudiera presentarse un rebote de los contagios como está sucediendo en Corea del Sur, por ejemplo y a pesar de la política de sana distancia, uso de mascarillas en público, horario especial para atención a miembros de la tercera edad en supermercados y tiendas departamentales, así como aplicación de pruebas para determinar portadores y contagios posibles.
En México, el alto costo relativo de las pruebas ha significado que se usen muy escasamente. Muchos fallecidos nunca llegaron al nivel de terapia intensiva, además de que existen protestas por escasez de insumos para proteger a médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud y abusos en la compra-venta de ventiladores, por ejemplo.
Si pudiéramos observar desde la estación espacial internacional a EUA y a México. Siempre unidos, navegar, con las características dominantes, veríamos a un gran trasatlántico USA de 330 millones de habitantes navegar a la deriva, con el grueso de la población queriendo un rumbo distinto, donde su presidente twittero polariza y agrede, hasta engañar con La Biblia en la mano, frente a una iglesia cerrada a la que no asiste y promete que el ejército pondrá orden al vandalismo, mientras su propio general secretario de la Defensa le da un ‘estate quieto público’ y reprueba esa declaración por excesiva. Sin embargo, la mira está en noviembre, en las elecciones próximas y se está jugando la reelección. Hay que agradar a su electorado más radical y dominar el Colegio Electoral.
Mientras tanto, México con 120 millones de habitantes, siempre pegado al gran trasatlántico, vecino es el camaronero de mis vacaciones en Tampico. El presidente capitán quiere preguntar en 21 o 22, si queremos que siga al mando, se ha olvidado que fue electo por 6 años, de acuerdo con la Constitución de la República. Sigue sin hacer caso a las autoridades sanitarias y no usa mascarilla, ni se guarda en casa, aunque la pandemia muestre que estamos en el pico más alto que algún día alcanzaremos. Al gobernador de Jalisco, ni siquiera por hocicón se atreve, en nombre de la Cuarta T, a aplicarle un mínimo correctivo. Que cada quien haga lo que quiera en la austeridad republicana y en la medianía juárista.
Sin embargo, se irá abriendo la economía, al paso que nuestros vecinos requieran: automotriz, autopartes, minería, insumos para las maquiladoras y demás. Eso sí, con medidas preventivas y sana distancia. Aunque en Hermosillo se presenten casos de nuevos infectados en áreas recientemente abiertas.
En efecto, en estos tiempos de crisis todo parece confirmar que navegamos a la deriva, cuando más se requieren líderes del tamaño de los retos, que se agiganten. Que cumplan con las promesas y resuelvan urgentes necesidades sociales.
Estoy convencido que las condiciones de odio y discriminación en los EUA no tienen remedio mientras el twittero mentiroso y su grupo, promotores de violencia, continúen su estratégica soberbia egocéntrica de show televisivo: ‘You’re fired’.
En México, el presidente de la República debiera unir y no distanciar. Aún hay tiempo para generar consensos y no disensos. Aplaudo al SAT, aplaudo a la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda. También a los programas de bienestar. El presidente Peje pudiera ser menos terco y repetitivo, más empático y propositivo, para lograr que el país tenga rumbo claro y dirección segura. Pudiera escuchar más y hablar menos.
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