PROHIBIDO PROHIBIR

La trifulca

La trifulca

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Qué hacer.

Entre invasiones de ofidios, principalmente agrupados desde Jalisco, zonas rojas y naranjas de pandemia en todo el país, agradecimientos a los ‘machuchones’ empresarios por pagar impuestos atrasados (aunque obligatorios), quejosos y amparados empresarios de energías limpias porque les subieron las tarifas de transmisión que cobra la CFE, después de años de recibir subsidios y acusaciones de inepcia y alto pago comparativo a médicos cubanos en Xoco, así transcurren los días de encerrona, aunque abriendo las puertas de los negocios con medidas higiénicas, sana distancia y sin importar que se acumulen contagiados y muertos. Ni un paso atrás, ni siquiera para agarrar impulso.

Los grupos e individuos opositores señalados de la BOA, aunque no existen, están muy enojados, lloran y se alían contra todo lo que sea moreno, más contra el presidente (a) La Piedra y el KKS.

Los insultos, las descalificaciones y los chismes, como se sabe, no son más que manifestaciones de impotencia. Y en este caso, son además bombas pestilentes de coraje y belicosa estrategia. Las mentadas de madre en México, son como las llamadas a misa, va el que quiere… y se regresan con buenas intenciones y bendiciones.

Los mismos o parecidos de FRENAA, guarecidos en la comodidad de sus coches, desfilan presumiendo los BMWs y demás carcachas. Es claro que generan desprecio de los de a pie y de los que usan transporte público ¿se darán cuenta de ello?

Pocas son las mentes lúcidas, influyentes o suficientemente equilibradas que llaman a la concordia y al esfuerzo conjunto para resolver la crisis nacional de la pandemia, la violencia, el desempleo y la caída del producto, es decir, de la suma de bienes y servicios que producimos para cubrir las necesidades de todos.

Sabemos que la creciente demanda y la reducción del PIB ahondará la pobreza de millones y aumentará la inseguridad, las importaciones y la dependencia.

Se calcula conservadoramente (perdón por la explícita referencia) una caída del PIB entre 8 y 10 % en 2020, con respecto a 2019; mientras la población sigue creciendo geométricamente (como lo explicó Malthus, economista de los buenos y demógrafo prestigiado).

Por el momento, el fantástico índice de felicidad anda en negativos, en las nubes y sin confiabilidad, en el País de Nunca Jamás, salvo que se asuma como certero nuestro proverbial masoquismo pueblerino. O la referencia machista clásica de parejas desavenidas, mientras ella llora, se conforma: ‘si me pega, es que me quiere’.

¿Cómo llegamos a este país, que en medio de la gran crisis de salud, de violencia y desempleo, nos seguimos enfrentando como enemigos irreconciliables?

¿Qué hacer en esta trifulca?

La economía política se debe expresar en políticas económicas para fomentar la reproducción de soluciones y consolidar resultados.

¿Qué queremos hacer?

Cuando menos, un país más incluyente, con menores diferencias, en el ‘top ten’ del progreso. Donde se viva con calidad, salud, educación y menor dependencia del extranjero. Autosuficiente en energía y en recursos básicos. Es decir: un modelo de libertad, sin corrupción, ni violencia, sin discriminación. Con oportunidades para alcanzar el éxito y la superación personal.

Para ello, es urgente insistir en la creación de la renta básica, a partir de los apoyos en programas de bienestar, que ayudan a mejorar los niveles de subsistencia, al tiempo de incidir en la educación, las ciencias y las artes.

En este sentido, el gobierno debe de asumir su responsabilidad de promotor de la reactivación económica, con políticas de promoción fiscal, industrial y comercial. Además de revaluar la política de deuda, para aprovechar oportunidades de organismos internacionales, por ejemplo.

Se requieren préstamos bancarios blandos de bajo interés y largo plazo.

Se requiere una política económica prioritaria de creación de empleos productivos con premios a la nueva inversión, con la voluntad y el compromiso de los empresarios, con seguridad y fiducia desde la administración pública.

Las reservas internacionales del Banco de México, pudieran incorporase a prepagos seleccionados de deuda e inversión en proyectos productivos de alta rentabilidad, así como al fomento de la cultura.

Se requiere asimismo una banca de desarrollo activa, influyente y capaz, promotora de crecimiento y de negocios.

Y una banca privada competitiva con atractivos instrumentos monetarios y otros modernos apoyos financieros, que puedan reinvertirse en fondos revolventes de capital de riesgo y menores costes de operación.


También se debiera de evaluar el costo de las disponibilidades en el flujo de las inversiones de los tres mega proyectos del sexenio: Tren Maya, aeropuerto Felipe Ángeles y refinaría de Dos Bocas, para ajustar sus programas de dispersión y avance al momento después de la emergencia, liberándose recursos para lo inmediato: sector salud, agropecuario, ganadero y pesquero, construcción de caminos, vivienda, infraestructura de energía, redes de agua potable y demás actividades de alto impacto.

En nuestro país cada vez más es necesaria una reforma fiscal moderna que grave al capital en mayor proporción que al trabajo. Que tenga características de proporcionalidad, justeza y equilibrio, para superar la marginación, las enormes diferencias de ingresos y concentración de la riqueza, así como ampliar el universo de contribuyentes.

Ya no sólo es necesario estimular las condiciones de certidumbre económica, para combatir los desequilibrios, sino generar un sistema de corresponsabilidad de parte del los sectores público y privado, de tal manera organizado que promueva el desarrollo económico con atención prioritaria a las demandas sociales de la población.

En este contexto, reprogramar los pagos de deuda y el manejo presupuestal por renglones prioritarios son necesidades vinculatorias al éxito del desarrollo, para reducir lo asistemático y discrecional del gasto público y subrayar un horizonte de confianza en la cruzada de apoyo a la planta productiva nacional.

No deben descartarse negociaciones de quitas de deuda, renovación de plazos, reducción de intereses y revisión del Fobaproa, circunstancias que aún siguen afectando significativamente las finanzas públicas y la disponibilidad de recursos.

Se trata de dejar atrás la desconfianza entre agentes económicos y darnos el lujo de resolver a mediano plazo esta crisis para bienestar de todos. Hay que aprovechar el impulso de la puesta en marcha del nuevo tratado México-EUA-Canadá (TMEC).

Hay que enfrentar este momento de bifurcación crítica de pandemia y depresión económica con enorme audacia, como cuando los antiguos consideraban sólo dos alternativas: la inminente muerte del enfermo o su sanación, aplicándole tratamientos extremos y purgas repugnantes como último exitoso recurso para superar las enfermedades y el malestar.

En efecto, ‘seamos realistas, hagamos lo imposible’.





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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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