PROHIBIDO PROHIBIR

Sainetes de emergencia

Sainetes de emergencia

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Cultura.

Para el León enjaulado



En el Siglo XIX se popularizó una pieza teatral muchas veces cómica y generalmente de un solo acto, que contribuyó por méritos propios a redescubrir la época del sainete clásico del Siglo de Oro español, es decir, el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del XVII. En ocasiones se incluía en el programa una pieza dramática que contrastaba el espectáculo y de esta manera, no sólo se aprovechaba el entreacto, sino que se podían comparar la realidad y la ficción, buscar la libertad de expresión, subrayar el mensaje, las trampas del autor para hacer reír y llorar y lograr el lucimiento de actores y actrices.

En muchas ocasiones se emitieron mensajes para denunciar y desnudar males sociales junto con su relativa crítica burlesca para escarnio de gobernantes, otras de autoridades y rivales, comerciantes abusivos y amores prohibidos. Con el tiempo, se convirtió en tribuna de opiniones… y tribunal.

Hay quien dice que el sainete es el antecedente subliminal de los ‘orgánicos’ desplegados públicos. De las protestas sociales sin respuesta confirmada y del trabajo de algunos reporteros y periodistas acostumbrados a cobrar por apoyar. O de berrinche en berrinche.

En México, incluso podemos elegir el sainete de nuestro interés y agrado particular. El menú es inagotable, hecho a la medida, tanto como la polarización política nacional, las confesiones de corrupción de ex funcionarios públicos no hace mucho intocables y la apuesta de a quién se acusará en la siguiente quincena, o quién huirá a refugiarse en el extranjero.

Muy concurrido ha sido el sainete de la pandemia Covid-19, que en realidad se convirtió en una obra trágica de varios tomos de dolor y muerte. Es ya una inimaginable expresión dramática de nuestras limitaciones y vulnerabilidad frente a un poderoso e invisible enemigo en pleno siglo XXI. Seguimos esperando domar la curva y ojalá los hospitales y recursos médicos no rebasen las necesidades. Esperemos que la vacuna esté disponible en el mercado prontísimo, que salve vidas y podamos besar y abrazar con libertad.

Una vez que quedó atrás la visita austera del pejePresidente a Washington D.C., con sus respectivas aprobaciones y reprobaciones, se requieren otros temas de envergadura para contribuir a la vida social, artística, cultural del país. Desde luego, es obvio que debemos enfocar nuestros esfuerzos a la reconstrucción sanitaria y económica del país, los retos son enormes y seguirán creciendo, mientras que los recursos serán menores a corto y mediano plazos, en el marco de cero endeudamiento y nulos Fobaproas.

En este tiempo es necesario llamar al escenario a autores, aristas, músicos y demás trabajadores de las artes que aún no recibimos (y me incluyo por la parte que me corresponde), atención alguna de los programas de apoyo, algunos de los cuales ya están en marcha.

Sé que colegas y algunos conocidos han estado sufriendo no sólo por la enfermedad en sí, sino también por falta de recursos económicos para pagar rentas, comida, medicinas y otros insumos elementales de vida.

Sé que hay varias listas de nombres que las autoridades culturales conocen, pero no se ha recibido apoyo alguno a pesar de varias promesas y análisis burocráticos de programas y estrategias. Estoy convencido que de ello podemos escenificar otro sainete de éxito asegurado. Una autoridad cultural se echa la bolita y la otra la batea a un campo lejano.

Al mismo tiempo se anuncia más austeridad en la Secretaría de Cultura, lo que significa menos recursos y aún cuando se presume que ya los grandes contribuyentes pagan impuestos, después de muchos sexenios, la huidiza Hacienda Pública no emite los apoyos urgentes a compañeros y compañeras muy necesitados.

A la vez, el icónico teatro Jiménez Rueda será demolido y otra fuente de trabajo, sainete efectuado, desaparecerá, cuando menos en tanto lo reconstruyen como prometen, en otra expresión jocosa de la vida teatral.

Lo que se sabe es que hay autoridades culturales que tienen el compromiso de resolver el dilema. ¿Cómo hacer realidad y generalizar el apoyo a los artistas?

Es preciso entender que cada día sin recursos se pierde algo de nuestra identidad nacional y se olvida la importancia de nuestro quehacer de memoria y creación. No atender las necesidades del arte y de los artistas significa estar en contra de nuestras tradiciones. Lo que une, lo que nos identifica. Es olvidar las luchas de libertad para construir un mejor país.

Todos somos maestros y aprendices, les toca a las autoridades de Cultura, de Educación, a Hacienda, al pejePresidente quitarle un pelo a un gato de lo recuperado y ahorrado y hacer una inversión productiva que genera aplausos, risas (tan necesarias) y llanto (controlado).

Como se sabe, la cultura es un derecho humano fundamental. Muy difícil de disfrazar, de consecuencias directas en el combate a la ignorancia, al irrespeto cívico y a la falta de educación.

Para estar a la moda, la incultura es también motivo de violencia social, de corrupción y discriminación.

Así, es necesario apoyar al sector cultural, sin dilación ni pretextos, a riesgo de ser condenados, en cuanto se dome la curva, a cientos de votos perdidos y en lugar de aplausos, a recibir chiflidos y respetuosas mentadas.



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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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