INE e Independientes con manzanas y peras
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No sé si ha Usted percibido que el tema de los independientes derivó en un febril activismo mediático y machacón discurso descalificador de los consejeros en defensa de la aplicación digital, la probidad de todo su funcionariado y, en contrapartida, la criminalización de todo aquello que en este proceso no sea el INE.
La opción independiente corre el riesgo de morir a manos de la autoridad que debiera garantizarla.
¿Qué hay detrás de este lamentable montaje?
Pongamos que Usted durante 127 días deposita diariamente en una cuenta bancaria cantidades diversas. Un día tres pesos, otro mil, uno más cuatrocientos. De cada depósito el banco le expide un recibo que, por reserva de datos privados, sólo trae un número de folio, fecha, lugar y nombre del depositante.
No obstante ello, día con día en su estado de cuenta se ven reflejadas las cantidades depositadas y en los cortes semanales impresos que el banco le envía se reportan cada una de ellas, así como las que por alguna razón permanecen en cámara de compensación. En varias ocasiones Usted acude a su banco a ver qué pasa con esos depósitos en duda y los solventa, los reportes así lo reportan.
Al día 128 el propio banco le extiende una comunicación donde le informa su saldo final: Diez mil doscientos pesos disponibles y 400 pendientes de disponibilidad (cámara de concentración).
No obstante, a la semana empiezan a correr rumores en el barrio de que Usted es un sinvergüenza, Doña Carmela, la chismosa del vecindario, ha empezado a esparcir la versión de que la policía ya anda buscándolo. ¿Cómo pudo conocer Carmela la situación de una cuenta bancaria ajena a ella? ¿Qué del secreto bancario?
Felipón, el de la verdulería, compadre de Carmela, festejó el chisme, invitando, como siempre, rondas en la cantina. En entrevista de prensa el gerente del banco, compañero de domino de Felipón, declara que usted es un falsificador profesional, que ya lo ha denunciado ante las autoridades y que en su cuenta exclusivamente hay doscientos pesos porque el resto, diez mil cuatrocientos, eran falsos, por lo que, señala, le va a dar cinco horas para que le demuestre lo contrario o usted se pudrirá en la cárcel.
La notificación formal llega varios días después, pero el gerente de banco, de la mano de Carmela la chismosa, se han dedicado a tocar todas las puertas de la colonia y a publicitar por los medios de la propia institución bancaria su versión.
Lo que formalmente le piden es que vaya Usted a reconocer todos y cada uno de los billetes y monedas depositados y demuestre que no son falsos.
Por su parte checa sus recibos y encuentra que la información está cifrada, que solo tiene fecha, nombre del depositante y un folio que, se supone, resguarda qué cantidad que depositó y sus particularidades. De hecho, cuando Usted le reclamó al banco el tipo de recibo, éste le contestó que era para su seguridad y que él respondía por la seguridad y perfección del sistema.
Usted acude al banco, no a tratar de probar lo que en esas circunstancias es de suyo imposible acreditar, sino a oponerse a lo que está sucediendo y exigir explicaciones del desconocimiento de los depósitos debida y oportunamente validados.
El banco sostiene, en privado y en público, que si bien durante 127 días recibió por buenos los depósitos y los validó en su sistema, una vez concluido el término para depositar, decidió revisar todo desde cero y fue ahí donde se percató que usted era un timador que había podido engañar con billetes y monedas falsos a todos los sistemas operativos y de seguridad del banco, a un número indefinido de cajeros y a sus supervisores. Peor aún, que las veces que había acudido a hacer aclaraciones sobre algunos depósitos en particular, también había logrado engatusar al banco y su personal.
Curioso, no sólo usted es un falsificador de siete suelas, varios más de los depositantes actuaron de similar manera, cual si fuera algo viral y cualquiera, por lo visto, pudiera tomarle el pelo al banco con relativa facilidad.
Usted pregunta en qué se basó el banco para revisar de nueva cuenta lo revisado y dado por bueno, y le contestan que porque hizo una muestra aleatoria y ésta arrojó inconsistencias.
¿Quién hizo la muestra, con qué metodología, por qué la hizo, cuándo la hizo? Y la contestación que recibe es aún más oscura que un hoyo negro sideral.
¿Quién volvió a revisar lo revisado, en qué consistieron cada una de las irregularidades, cuándo se hizo, quién lo dirigió, quién lo supervisó, cómo comprueban su eficacia? Por respuesta, la criminalización del depositante y la abyecta defensa del banco.
El banquero, por su parte, recorre cuanto espacio noticioso y de análisis hay, en ellos sostiene con un cartoncito que muestra un billete pintado a mano que todos los billetes que usted depositó eran así, sin explicar cómo semejante y ostensible aberración pudo circular por la panza del sistema bancario durante 127 días sin que nadie se diera cuenta y en cantidades de suyo considerables, tampoco por qué se dieron cuenta hasta el final y por qué no hay nadie de la institución bancaria sujeto a investigación y sus procedimientos y sistema operativos a auditorias draconianas.
Pues bien, esa es la triste historia de los apoyos ciudadanos depositados en la panza del INE y ahora convertidos en simulaciones y criminalización de la participación política ciudadana.
Con un agravante, no hablamos de billetes y monedas, hablamos de voluntades ciudadanas, participación política, honras, carreras políticas, democracia, vías alternas de hacer política, seres humanos de carne y hueso.
Juzgue Usted ahora el activismo mediático de los funcionarios del INE y lo encendido y machacón de sus discursos anti-independientes y criminalizadores de la participación ciudadana al margen de los partidos.
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