El sublime rostro de la esperanza
Son genuinas propuestas de mejorar y no viles promesas repletas de falsas ilusiones.
El encanto de la esperanza comienza cuando inicias un plan y lo echas andar, con tus intenciones y le agregas una buena dosis de esfuerzo. Entonces sí no son meras fantasías y efímeras palabras que se lleva el viento.
Las palabras de un demagogo y mago del engaño son los que conducen a su auditorio a que crean que halgo va a suceder, cuando es tan solo un llano espejismo. El fiel borrego sigue a su pastor a toparse con que no hay agua donde le dijeron que iba a estar.
El empeño por conseguir algo que valga la pena, se convierte en un objetivo a alcanzar y una ruta a recorrer. No se trata de permanecer en un cómodo sillón, en el que hay que esperar a que las cosas sucedan, simplemente porque transcurre el tiempo. Los brazos cruzados es una señal de no hacer nada. Acciones concretas, es lo que inspira a la mente a cabalgar con fiel entusiasmo, a que se concrete aquello que anteriormente esperaste que sucediera.
La esperanza no sólo es una virtud porque crees en ella. Sino porque lo demuestras en tus acciones con la plena convicción de aquello en que confías que sucederá.
El pacto con la vida es que te devuelve lo que siembras, si siembras esperanza y como toda semilla, la riegas con tu esfuerzo y la cuidas con esmero, te dará frutos, si no, fácilmente se va a marchitar.
Las crisis son un llamado a renovar tus pactos de esperanza, a ponerle nombre de nuevo a tus proyectos, a subrayar el esfuerzo que estás dispuesto a realizar para que la cosecha sea abundante.
Por ello, no esperes nada que no tenga un claro esfuerzo en acciones específicas que te lleven a un avance cotidiano hacia lo que anhelas.
Sólo los vendedores de falsas esperanzas logran hacerte creer que vas a obtener cosecha de algo que no has sembrado, pero que te dicen que debes de cuidar y ponerle tu esmero, para tenerte doblegado a una fantasía que sólo el titiritero conoce como funciona.
Trata de no comprar la chatarra de inútiles esperanzas y adquiere un verdadero modelo de lo que si vale la pena conquistar. Vístete con las esperanzas que están hechas a tu medida, desenvuélvete con el encanto de tu voluntad cotidiana por edificar lo que quieres que suceda.
Confía en lo que brota de tu pensamiento y libertad, regocíjate con el esplendor de mirar con fe, todo aquello en lo que estás seguro de que ha de acontecer.
Hoy, más que hace unos años, estamos más conscientes de la importancia de cuidar nuestra salud, de protegernos de un ambiente tóxico y contaminante, de estar atento a los cambios que se suscitan y a pronto adaptarnos a ellos.
Que sea tu esperanza lo que más cultives, sin estar atado a la fugaz esperanza que otros te proponen. Espera obtener sólo aquello en que te esfuerzas conseguir.
Es un don que te pide que cultives. Sin la esperanza, la vida no tiene mucho sentido.
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