Construimos futuro con las tripas.
El odio y el miedo definen y definirán estas elecciones.
Los dos, pésimos consejeros. Paralizan la razón, obnubilan el entendimiento, masifican ciudadanía.
En su Trilogía de Auschwitz, Primo Levi describe con aterrador detalle como la humanidad se va perdiendo hasta desaparecer en condiciones de sometimiento y el Experimento de Milgran muestra lo endeble de nuestras defensas internas contra actos de supuesta autoridad, a grado de infligir dolor a alguien en obediencia de un mandato.
El peligro de la democracia y su sueño radica en que funda en una sociedad de hombres libres sin más ocupación que buscar el bienestar general.
La verdad es que somos todo menos libres, el modelo de desarrollo está fundado en el consumismo depredador, donde jugamos de marionetas consumistas movidas a discreción por estímulos inconscientes, el modelo político lo es de espectadores masificados por provocaciones fatuas, alarmistas y esperanzadoras a la vez; nuestra comunicación, se acredita más claro a cada día, es una red de pinchazos manejada por intereses que cibernéticamente nos dicen lo que queremos escuchar.
No hablemos de nuestra situación económica, seguridad, salud, educación o futuro.
Todo confabula para que cual frijol en olla seamos llevados de un lado a otro al antojo de los publicistas convertidos en estadistas ciegos en ejercicios para exacerbar nuestros miedos y odios.
Triste situación sin solución a la vista.
Construimos futuro con las tripas.
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