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El populismo y la pantomima

El populismo y la pantomima

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Sobrevivir.

In Memoriam Alejandro Suárez Cortés

Conocí a Alejandro en una memorable tarde de luz. Buen viaje amigo

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Soy bipolar. Creo tener siempre la razón y estoy entrenado para ser soberbio frente a los humildes y obscenamente abyecto frente a los poderosos. Esto sirve en el mundo de los negocios y las finanzas. Mi propósito, mi razón de ser es acumular más y más dinero, como mi padrino del Prian.

Gracias a uno de mis amigos de la Universidad, ahora en la desgracia del régimen gobernante, me gané la concesión de la cafetería del Instituto de Nutrición y me he nutrido con certeza, ya que los cientos de pacientes y sus familiares en sus ires y venires de enfermedad y tristeza; algo de esperanza y algunas (pocas) alegrías, compran cafecitos, té, galletas, tortas, sándwiches, sopas, guisados, tacos, refrescos dietéticos, no dietéticos, helados, paletas, dulces, manzanas, plátanos, rosarios e imágenes de San Judas Tadeo y de Santa Coludita.

Y los médicos, enfermeras, agentes de seguridad y otros empleados compran de contrabando cervezas, antidepresivos, condones, cremas, elíxires mágicos y mota a precios tres o cuatro veces arriba del mercado externo y de mediana calidad.

Como soy la única opción comercial en el complejo hospitalario, pues se joden. En efecto, las penas con pan son menos, hasta que un día -ya casi no me reconozco-, me inundó la avaricia en forma de vulgaridad y latrocinio.

Ya sólo balbuceo el wey o güey, de esta generación, que es un saludo de cofradía delincuencial vulgar. Ya sólo veo signos de pesos. Y, sin embargo, a pesar de mi éxito económico quiero saber por qué me desprecio yo mismo. Es decir, me desprecian. ¿O no wey?

El lenguaje y el silencio son la única verdadera distinción entre sociedades de animales. Las palabras y sus pausas son instrumentos de comunicación y de identidad.

Enfrían o calientan amantes. Bautizan y nombran. Consolidan noviazgos y matrimonios y llaman también a las traiciones e infidelidades; a la guerra y a la muerte. La pantomima sirve para explicar la ciencia y para disfrutar el arte. Sirve para entender el ritmo de las mujeres, las mareas y la luna, los árboles y sus colores, la música y sus tonos, las fresas y su sabor. Nada puede explicarse sin la emoción. Incluso cuando hablamos de Dios, de tolerancia o discriminación, de interpretaciones religiosas, de santos y vírgenes.

Sucedió que un día, yo, que me las comía crudas me topé con la amiga de otro amigo mucho más poderoso y apliqué la consabido técnica de lambisconería y pragmatismo sin limitación, yo que siempre fui pagado de mi mismo, egocéntrico y engreído, esta amiga que hubiera querido me dio un puntapié en el trasero y me habló con crudas palabras.

¿Cómo superar tu necio apotegma? dijo. Te abusaron en el camino. Te limitaron. ¿Acaso te crees dueño de todo? Como sabes, de los soberbios se puede esperar el universo de corrupción e inepcia, hasta pedofilia y actos de pederastia, eso sí, sin que se sepa, sin que se den cuenta, sin que se diga...

Me quedé mudo. Sin lengua, sin palabra, en mi mismo.

En efecto, no toda la culpa tiene necesariamente relación con nuestro pecado, aunque sí con el castigo que recibimos o nos imponemos para sentirnos aceptados, limpios, purificados, redimidos y en paz individual y social, sin reprobación ni desprecio.

Ahora ya es tarde, estoy desollado, con las cuencas de los ojos rotas, sin ojos. Ya no quiero ser narciso, pero no puedo dejar de serlo, sólo oigo el eco. Aprendí aunque tarde la lección: no tengo razón. ¿Cómo olvidar la prepotencia y el desprecio? ¿Cómo regresar al pasado?


Ahora se que por soberbia y treinta dinares, soy capaz de todo. Me he convertido en despreciable indigno. Yo mismo me maldigo, excreto por la boca y me sabe a centavo. Me ahogo.

En este tiempo, la ética en los negocios es una antinomia, una contradicción irresoluble.

Yo que disfruté muchas veces en Bellas Artes de la actuación de Marcel Marceau. Y viene muy a cuento hoy porque sin decir una palabra, vestido de negro, recorría todas las emociones del escenario teatral. Platicaba, protestaba cantaba, besaba, lloraba, provocaba, insultaba…

Con su personaje principal, el famoso Bip, hizo historia en el arte del silencio, en el lenguaje del corazón. Y también trabajó para salvar a muchos niños de la guerra, cuando la ocupación alemana.

Aprendió del gran Charlie Chaplin que un día sin risa era un día perdido.

El silencio fue su lujo en medio de la ruidosa demagogia de Hitler que enloqueció a jóvenes brillantes de Heidelberg hasta hacerlos quemar libros y denunciar a sus vecinos y amigos.

En la primera mitad del siglo pasado, después de la Gran Guerra, se consolidaron dictaduras que odiaron el silencio. Hitler, Mussolini, Franco…

Según destacados, como por ejemplo, Noam Choamsky en el estudio de la semiótica, de esa mezcla infinita de palabrería devino el llamado populismo, que es una tendencia política que pretende en su origen beneficiar a las clases populares, su formulación deriva del narodnismo, movimiento ruso del siglo XIX : "ir hacia el pueblo". Una ideología que se basa en la oposición dualista entre "el pueblo" y la "élite".

En la superestructura social que pretende usar categorías de acuerdo a referentes específicos teóricos de clase, se distinguen dos áreas antagónicas: "el pueblo puro" frente a "la élite corrupta".

De la misma manera, en el extremo contrario, se ubica el populismo de derecha que intenta definirse como prostablishment, antimigrante. Hoy Truuump, Bolsonaro, son populistas de derecha, uno de Twitter con faltas de ortografía y odio en las venas y el otro asociado a las grandes empresas de corrupción como Odebrecht

En México, se decía del presidente Echeverría, por ejemplo, que era populista, incontinente verborréico.

Hoy, los opositores del pejePresidente resumen su despreció por la falta de silencio. Como si hiciera falta dejar de decir y hacer más: combatir la pobreza y la corrupción, reducir la violencia y olvidarse de muletillas como esa repetida de que "el pueblo es bueno y sabio". Menos palabras, más acción. Mejores resultados siguiendo a Marceau y a Chaplin y menos a Chico Che.

El término populista se usa generalmente de manera peyorativa, por un lado, algunos destacan su propuesta de igualdad social y otros, las emociones sobre lo racional. Para muchos es populista Truuump, Podemos en España, muchos en Morena.

Se confirma, en la compleja realidad de la pandemia, que los extremos se tocan, mientras el Covid19 se lleva de unos y otros sin preguntar.

En tanto, se reparten los 8 millones de vergonzosas Guías Éticas dignas de Franco y Pinochet.

Andamos de cabeza todos. Busca y busca cómo mejorar.

Cómo sobrevivir la pandemia más allá de obvias contradicciones y definiciones de cajón.


"Nunca encontrarás el arco iris si estás mirando hacia abajo". Charlie Chaplin.





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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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