Federalismo hoy

La soledad del General

La soledad del General

Foto Copyright: elpalomitron.com

Todos contra mi.

Alberto Mario es un viejo General de mil batallas, la gran mayoría perdidas. De hecho, una victoria que se recuerda en su favor fue una retirada estratégica del ejército contrario que le cedió una plaza importante dentro de un territorio más extenso que quedó en posesión de un tercer ejército. En el fragor de la batalla, cuando Alberto Mario se encontraba rodeado y a punto de capitular, el general en jefe en retirada mandó salvarlo para que el otro ejército no quedara en poder de todo el territorio. Hoy el intermediario de ese salvamento hace maletas con rumbo a una embajada inmerecida.

La historia de Alberto Mario, de suyo dilatada, es un hilo de derrotas nunca reconocidas y un gastado discurso de supuestas traiciones, robos e infamantes trampas de sus adversarios sobre los que sólo ha triunfado en una narrativa de epítetos que no conoce fin.

Pues bien, en una de tantas vueltas de una guerra eternizada en locura, Alberto Mario triunfó en una victoria que más bien fue la derrota absoluta de todos los ejércitos en batalla, de la corrupción de sus cuerpos de élite, de tropas confundidas en los rejuegos de alianzas y felonías, y de una población cansada de su propia incredulidad, dispuesta a entregarse ciegamente al primero que pasara por el frente de su casa. Y ése fue Alberto Mario.

Hoy Alberto Mario es el Jefe Máximo, amo y señor de todo poder y de toda demencia. Con un problema, que mientras en casa todos se peleaban, afuera se larvaban males inconmensurables, inauditos e inéditos. El hecho es que hoy contra la población que él domina se cierne la tormenta perfecta.

Alberto Mario la enfrentó en un primer momento con la única estrategia que se sabe: la fuga hacía delante acusando a todos, repartiendo culpas y negando realidades tamaño catedral. Por unos meses logró distraer a muchos combatiendo molinos de viento. Pero la estrategia terminó por dar de sí. Y para colmo, lo hizo en el momento en que todo el universo se confabulaba en contra de la población bajo el mando absoluto de Alberto Mario.

La situación era desesperada y los ejércitos todos, otrora enfrentados, urgieron una estrategia única y clara, y ofrecieron solidaridad.

- "¿En qué flancos quieres que despleguemos nuestras fuerzas, preguntaron unos? ¿Con cuánto parque contamos, cuestionaron otros? Cuenta con todo lo que tenemos, terció uno más."

A todos Alberto Mario los acusó de falsarios, de complotar en su contra, de quererlo hacer ver mal; de golpistas.

Nos va de por medio la Nación


- "No es así mi General, se atrevió un temerario asesor a decirle, los necesitamos a todos. Ellos conocen el territorio y la población donde tienen ascendencia, cuentan con fuerzas vivas, experiencia y capacidad de fuego. Su colaboración y experiencia nos es indispensable."

La madrugada siguiente el asesor fue fusilado y su cabeza colocada en una estaca afuera del Cuartel General de Alberto Mario como disuasión a asesorías no pedidas.

No obstante, los generales de los otros ejércitos y diversos ciudadanos preocupados, pidieron parlamentar con él, bandera blanca por delante.

- "Alberto Mario, le dijeron, es tiempo de hacer tabla rasa de pasadas ofensas y unirnos. Sólo conjuntando fuerzas y capacidades podremos vencer este gran reto. Nadie puede restarse del esfuerzo, toda ayuda es necesaria."

- "No, contestó aquél, no es necesario, tengo todo resuelto y no voy a permitir que sus intereses aviesos pretendan aprovecharse de la circunstancia para perjudicar mi misión trascendente."

- "Déjate de quimeras, Alberto Mario, nos va de por medio la Nación."

- "Alteza serenísima, cabrones, que no somos iguales. Y no exageren, no pasa nada, toda va requetebién, la gente está feliz, feliz, feliz. Ya están corriendo simulacros de nuestro triunfo y el mundo entero está copiando mi estrategia."

- "Alberto Mario, le interrumpió un militar que gozaba del respeto de casi todos, ¿con cuántos efectivos cuentas, cómo piensas desplegarlos en el territorio, cuál es tu capacidad efectiva de fuego, cuáles tus comunicaciones y transporte, y para cuántos días de batalla tienes avituallamientos de armas, alimentos y medicinas? ¿Tienes alguna estrategia en caso de retirada?"

- "Ya les dije que tengo todo resuelto, un plan grandioso y recursos ilimitados para lo que se ofrezca. El martes o miércoles de la semana que entra el Coronel Lerdo Gatell lo va a dar a conocer."

- "¿Cómo, Alberto Mario, si has recortado la mitad de la tropa, si no han recibido sus haberes hace meses, si sus hospitales están abandonados, su moral por los suelos y no hay ni para el pienso de los caballos?"

- "Traidores, gritó Alberto Mario, lo que ustedes pretenden es que Yo no gane la guerra."

- "Allí está el problema, no es tu guerra, ni tu persona, ni tu fama pública. Es la sobrevivencia de nuestras esposas, hijos y ancianos. La sobrevivencia de la Nación."

- "Ahí está, se los dije, me quieren borrar del mapa, sacar de la historia, robarme una vez más mi futuro. Quieren ponerme bozal, pero primero muerto a callar."

- "Las guerras, Alberto Mario, se ganan con hechos, no con palabras."

Mientras así discutían detonaron los primeros misiles dentro del cuartel. El enemigo los tenía totalmente rodeados y en la plaza no había armas, ni parque, ni capitanes que guiaran la defensa. Bueno, ni agua para apagar los fuegos.

Adentro, en el bunker, Alberto Mario acusó de traición a los generales y ciudadanos que le ofrecían apoyo y le urgían estrategia.

- "¡Conservadores malditos!"

Las pocas balas que lograron encontrar en el Cuartel fueron utilizadas en su fusilamiento, mientras la lluvia de obúses tapaba la luz del sol.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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