Deber de votar
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En un momento histórico se ganó como derecho elegir a los gobernantes. Hoy se torna en un imperativo.
Si en algo podemos influir es en las posturas y proyectos políticos que se tienen a la mano.
Y es un tema muy serio y de gran responsabilidad no tomárselo a la ligera.
Hay quien asegura que votar es tan indispensable, que en otros países lo convierten en obligatorio. En México aún sigue siendo un deber cívico.
Tal vez no sería mala idea irlo considerando y convertirlo en un acto obligatorio. De tal forma de que para sacar otros documentos personales, como la licencia para conducir o el pasaporte, se tenga que mostrar que se ha votado en la última elección.
Si observamos con cuidado todo aquello que implica votar, estaríamos seguros que si lo tomaríamos más en serio no habría justificación alguna para no cumplir con tan digna tarea cívica.
Desgraciadamente existe la apatía, la irresponsabilidad y el desinterés. Por lo que muchas personas de plano no cumplen y se abstienen de emitir su voto.
Una cosa es ser abstencionista como postura ideológica y otra formar parte de los que no tienen consciencia e interés en cumplir con su aportación a la construcción de la democracia.
Uno de los grandes riesgos que tenemos es la posibilidad de que los intereses oscuros y corruptos se dediquen a comprar el voto de las personas con regalos, obsequios y promesas incumplibles.
Queremos dejar muy en claro que el voto es una mínima aportación a la democracia, que sólo se limita a elegir a unos cuantos funcionarios y legisladores, y que aún no intervenimos en la designación de jueces y magistrados, como tampoco en la de los secretarios de estado y dirigentes de los organismos descentralizados.
Aunque muy limitada nuestra aportación a la democracia, por ello mismo la que tenemos hay que ejercerla puntualmente y sin pretextos.
Así que a votar responsablemente y bien informados. Pues es un deber que si no cumplimos habrá que considerar que se convierta en una obligación.