PARRESHÍA

Poder y clases medias

Poder y clases medias

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La experiencia de Hitler.

Otra de las grandes enseñanzas de Juego de Tronos es que es más fácil ganar el poder que conservarlo.

A tal conclusión, parecen haber llegado los hiper-ricos de México y López Obrador la semana pasada. Tal se puede colegir cuando la mayoría de las notas reportan exclusivamente crónicas de color y asistentes, lugares comunes como el sitio del evento y hora de la reunión y, por gran información: que se reunieron.

Por ello es dable llegar a que se concitaron para pactar, una vez más: ¡no soltar al tigre!

¿Para qué, si a todos ellos les está yendo tan bien y hay contratos y concesiones todavía por venir?

Némesis, la diosa griega de la retribución aún no asoma en el horizonte y es posible continuar, por mientras dure, la desmesura y la soberbia sacrílega.

Eso explica, en buena parte, que López Obrador haya abierto un nuevo frente, ahora contra la clase media; los "aspiracionistas", les llama, estigmatizándoles de poco solidarios, hipócritas, manipulables, más lo que se acumule esta semana.

El medievo empieza extremado entre el señor feudal y los siervos. Con las ciudades surgen los gremios, los comerciantes, los banqueros, las universidades y resurge el pensamiento crítico. Son estos segmentos los que forman las clases medias, motor de las sociedades modernas.

Hoy las clases medias son puestas bajo acecho por la moda de los populismos desbordados. Pero que nadie se llame a sorpresa. Este camino ya lo recorrió Hitler hace muchos años. Y, recordemos, las élites conservadoras lo ayudaron a llegar creyendo que podrían controlarlo y manipularle.

El nazismo surge de una guerra pérdida y la necesidad de cobrar y borrar esa afrenta histórica. Sin duda las potencias extranjeras y el judaísmo eran sus principales enemigos, pero para enfrentarlos tenía primero que ajustar cuentas con las élites pensantes y organizadas a quienes echó encima al pueblo depauperado.

La noche siguiente a su toma de posesión (30 enero 1930), Julius Leber, diputado opositor, fue detenido después de ser golpeado por falanges juveniles nazis. Un mes después las libertades civiles habían sido suprimidas. Al segundo mes en el poder, sus adversarios políticos más activos y visibles estaban bajo arresto o fuera de Alemania y el Reichtag le cedía sus atribuciones legislativas; al cuarto mes disolvió los sindicatos, al sexto los partidos opositores. Para enero del 34 los Länder (estados) fueron abolidos. El 30 de junio del 34 se da la "Noche de los Cuchillos Largos".

Los Länders se abolieron por un decreto del ministro del Interior para la "¡Protección del Pueblo y el Estado!", que de facto imponía el estado de excepción. Por un brevísimo párrafo en su texto se abolieron las libertades constitucionales de expresión, asociación, prensa, inviolabilidad de comunicaciones postales y telefónicas.

Y Hitler, democráticamente electo -como dijo Muñoz Ledo de López Obrador, cuando todavía aquél lo recibía, en uno de sus arrebatos místico alcohólicos, el 1º de diciembre de 2018, tras ungirle la banda presidencial al pecho y exclamar a los cielos haber presenciado la ¡transfiguración! de López, más allá del poder y la gloria, en un "¡auténtico hijo laico de Dios!", así para 1934 Hitler alcanzaba cotas de idolatría ajenas a toda escala democrática y civilizada.

Todo se subordinó entonces al fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, la derivación de recursos sin medida para ello, llevó a la crisis económica de 1935-1936 que quiso paliar con la guerra.

La esvástica se impuso sobre la bandera alemana. Todo era ya el Tercer Reich.

En marzo del 33, diez mil comunistas y socialistas fueron detenidos, para junio el número se había duplicado. El 22 de marzo, en las afueras de Dachau, a 20 kilómetros de Munich, en una antigua fábrica de pólvora se instaló el primer campo de concentración. También en 33 se aprobó la Ley para la Restauración del Funcionariado Profesional que expulsó del gobierno a funcionarios señalados como opositores y prohibió a los judíos ejercer el derecho y la medicina, entre otras actividades. Numerosos académicos fueron expulsados u obligados al autoexilio. El 10 de mayo del 33 se levantaron hogueras para quemar las obras de autores alemanes y no alemanes inaceptables para el régimen. Más de 20 mil volúmenes fueron reducidos a cenizas en las principales ¡universidades! alemanas. Heine, cuyas obras también fueron entregadas a las llamas aquella noche, había escrito premonitoriamente: "Donde se queman libros acaban quemándose al final también gente".

Llegó después el momento de la ley de esterilización para prevenir descendencia con enfermedades hereditarias, que pasó por sus hordas a más de 400 mil alemanes.

Vendría el 1º de septiembre de 1939 y la "muerte misericordiosa" a los "enfermos incurables" a cargo del Reichsleiter Bouhler y el doctor en medicina Brandt. ¡Siempre ha habido científicos más leales al poder que a la ciencia! Pregúntenle a Mengele y López a Gatell.

Siguieron los jueces, Hitler no necesitaba una ley de eutanasia y todos sus vericuetos legales, le bastaba con el ministro Franz Gürtner y la palabra del Führer, judicialmente vinculante. No faltó el juzgador que se inconformó, como Lothar Kreyssing que recibió por respuesta de Gürtner: "Si no es usted capaz de aceptar la voluntad del Führer como fuente de derecho, como base del derecho, no puede seguir siendo juez".

Así llega Hitler a aquella concentración del partido en Nuremberg en 1929 en la que hablando de la "fuerza étnica" arengó: "Si Alemania hubiese de tener un millón de niños por año y eliminar 700,000-800,000 de los más débiles de ellos, el resultado final tal vez fuese incluso un aumento de fuerza". Así, se calculan que bajo el mando del Dr. Brandt murieron entre 5 mil y 8 mil niños, la mayoría con inyecciones de barbitúrico luminal.

Luego siguieron los locos, después de los niños con deformidades, el gobierno nazi había pasado a la actividad criminal directa: los dementes fueron simplemente fusilados. Se calcula que para finales del 41 habían matado a 90 mil "loquitos". ¿Quién determina la demencia cuando el poder está de por medio? La cifra pudo llegar a doblarse, pero se carecen de datos duros.

Ya que de locura hablamos siguió "el ataque demencial" sobre Holanda, Bélgica y Luxemburgo, violando tratados de neutralidad. Ya para entonces Hitler se llamaba irremplazable: "¡El destino de Reich depende solo de mí!".

Europa se pobló de campos de concentración y de exterminio. Pronto de ciudades devastadas por bombardeos y miseria.

Pero Hitler solo lo pudo hacer destruyendo las clases medias, pensantes, inquisidoras.

Esas que pueden voltear una elección y reclamar a un gobernante.

Descabezó al ejército e impuso la SS, expropió fabricas y fortunas, instauró el trabajo esclavo. La educación fue suplantada por la propaganda. Reescribió la historia a su gusto.

Hitler tuvo que desmontar el pensamiento para doblegar el entendimiento y la voluntad. Y para ello los galileos se convirtieron en Inquisición, como Anthony Fauci y López Gatell, asumiéndose en dueños únicos de la verdad científica, nada más acientífico posible. De igual forma los verdugos se envistieronn de decapitados y los persecutores denunciaron persecución de los perseguidos.

Cuesta menos trabajo conquistar el poder que conservarlo y aún más que hacerlo gorbernanza efectiva, por eso tantos gobiernos malgastan todas sus energías en generar instrumentos de dominación política en vez de democracia liberal y republicana.

Es más fácil pactar con unos cuantos asustadizos contratistas y concesionarios del gobierno, que con la ciudadanía plural y sus representaciones políticas organizadas.


PS.- Tras la guerra, Alemania resurgió y es hoy una potencia, gracias a su clase media.


#LFMOpinion #Poder #ClaseMedia #Hitler #Libertades #Derechos

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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