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Las clases medias y el narco

Las clases medias y el narco

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Seguridad y democracia.

Estamos todos de acuerdo: es responsabilidad del Estado combatir y reducir la violencia social. Garantizar la paz pública es obligación primordial del gobierno en los tres niveles formales de poder: federal, estatal y municipal.

Asimismo, estamos casi todos de acuerdo en esta materia, la política y resultados de la 4T y gobiernos locales, dejan mucho que desear, a pesar de las diarias reuniones madrugadoras, la presencia de la Guardia Nacional, el Ejército, la Marina, las policías estatales, municipales y demás, cerca de los centros de conflicto, más la construcción de múltiples cuarteles. A pesar de la limpia permanente de los cuerpos policiacos y renovación de centros de inteligencia contra el crimen. En efecto, a pesar de la creciente militarización del país.

Lo que pasa entre Nuevo León y Tamaulipas, especialmente en Reynosa, en Michoacán, en Guanajuato, Estado de México y Zacatecas, Coahuila, Durango, Sinaloa, Veracruz, Sonora, Baja California, CdMex y el resto del país, requiere de cirugía mayor. No bastan las buenas intenciones, el ‘estamos trabajando… todos los días nos reunimos’. No basta chacotear y tomar café de olla, con sopeado de orejas y cuernos.

Lo urgente son los resultados positivos. No ha habido suficientes. Ello es un hecho incontrovertible.

Tampoco la Fiscalía, tan mentada e independiente, ha cumplido sobresalientemente su trabajo, desde el trato privilegiado a Lozoya y a Cienfuegos, hasta la ineficaz tramitación de extradiciones a Zerón, Roemer, Duarte, Videgaray, por ejemplo. Y el combate laxo a los feminicidios, lamentablemente al alza.

La misma crítica se vale en procesos correspondientes a criminales narcos, que parecen moverse a sus anchas y donde quieren. Comercian droga en el extranjero y en territorio nacional, asaltan, secuestran, matan y reparten despensas a comunidades enteras, a plena luz del día, o las aíslan en castigo por no colaborar.

Mientras, el consumo nacional de drogas duras crece y crece. Y las clases medias, amorfas y ‘aspiracionistas’, como condición sine qua non a su propia definición, sufren y, en general, se empobrecen.

Cada vez requieren mayor trabajo y recursos para pagar las cuentas de vivienda, alimentación, transporte, ropa y diversión. En la cola está la educación y la cultura.

Cada vez es más difícil sobrevivir con éxito a la inflación, al alza selectiva de precios y a las pérdidas de la pandemia, a pesar de la vacunación generalizada y los apoyos de bienestar social que ayudan mucho pero que no han llegado a todos los que debieran. Cabe subrayar también que los teléfonos de contacto de los responsables del programa de Bienestar para adultos mayores, por ejemplo, no funcionan, nadie contesta y nadie informa nada.

Tal vez por ello ya cambiaron a los responsables de los programas estrella del sexenio y los regresaron al Senado, algunos dicen que con la esperanza de sustituir a Monreal, a quien le quisieran endilgar las pérdidas electorales en la capital del país y otros más persistentes, por la necesidad de mejorar los mismos programas, hoy establecidos en la Constitución.

En el mismo tenor, el gobernador de Michoacán al despertar, decide darse cuenta del embrollo narcótico y, después de seis años en el poder, denuncia la presencia de narcos prácticamente en todo el Estado y su injerencia definitiva en las elecciones pasadas en sociedad con la oposición y las clases medias.

Lo hace ahora que termina su gobierno y la Unidad de Inteligencia Financiera lo investiga, con un probable horizonte carcelario en su futuro.

Lo mismo ocurre con el blindado gobernador panista de Tamaulipas, que a todas luces ha sido una vergüenza como gobernante. ¡Y no pasa nada!

Sólo las sufridas y amorfas clases medias reciben críticas. No son parte del ‘pueblo bueno, del pueblo sabio, del mucha pieza’. Se dejan manipular y por ello dividieron a la CdMex entre los que pagan impuestos y los que reciben subsidios, según la mala leche de los medios opositores que, sin embargo, gozan de préstamos blandos de la banca de desarrollo. ¡Y no pasa nada!

En la carretera hacia la frontera norte cruzando Tamaulipas han desaparecido cientos de personas. Han sido asaltados y despojados de vehículos y otras pertenecías, ¡Y no pasa nada!

Ahí ocurrió recientemente otra matazón de inocentes. Como en Siria o en la reciente guerra palestino - israelí.

Las clases medias, por lo general, pagan impuestos de su trabajo, aunque una parte creciente vive en la informalidad, tiene características específicas como buscar la mejor educación para sus hijos, muchas veces en el sector privado, donde consideran encontrar mejor calidad a pesar del pago de crecientes colegiaturas y el esfuerzo consecuente a realizar.

Como, de ser posible, ir a curarse a un hospital privado que presupone mejor atención que en el Seguro o el ISSSTE, aunque el costo sea enorme.

Su caracterización depende de varios factores económicos y culturales. No es un grupo organizado, sino con fronteras indefinidas, normalmente no precisas. Es receptáculo de la historia y de valores, pero también olvidadiza cuando le conviene a cada una sus miembros. Desde luego trata y trata de mejorar en la escala social, aunque casi siempre es infructuoso su esfuerzo, salvo que ‘se saque la lotería’, lo que también está entre sus aspiraciones de vida.

Mientras los pobres, fanático-religiosos de rodillas llegan al atrio de la Lupita martirizados, autoflagelados con espinas de nopal; los hijos de las clases medias le llevan serenata el 10 de mayo. Unos y otros agradecen por favores concedidos y ruegan con fervor una nueva tanda de necesidades y deseos por recibir.

Se cuenta que, en La Catedral, un clasemediero de corbata manchada, probablemente burócrata de Hacienda, rezaba y rezaba. Entonces un pobre bolero del rumbo llegó a la misma banca y arrodillado pidió: ‘por favor que me lleguen más, tengo que pagar la renta del cuarto y que no llueva para poder trabajar’. Al oírlo, el burócrata sacó su cartera y entre una tarjeta de crédito vencida de Liverpool y un par de boletos del metro, sacó un billete de dos cientos pesos, ‘Toma le dijo, no me lo distraigas’.

La decadencia de las clases medias en México ha sido un fenómeno recurrente y notorio, más aún desde la administración de Miguel de la Madrid a la fecha, han sufrido devaluaciones, temblores y alza de impuestos, son causantes cautivos, mientras tradicionalmente ni ricos ni pobres pagan impuestos, muchos ni siquiera están en el padrón de causantes.
Son sujetos de asaltos y robos a la salida del banco, en cajeros automáticos, en el transporte público, comiendo tacos, en sus casa-habitación, en sus negocios.

Sufren aglomeraciones en Semana Santa. A veces malos tratos y altos precios relativos. Y sufrida, incomprensiblemente, siguen vacacionando en los mismos lugares.

Hoy proletarizadas, las nuevas generaciones de jóvenes de clases medias emigran al norte, al Canadá y los EUA. Otros muchos caen en el hampa y en la distribución y consumo de drogas. O en oficios de mulas, prostitución y fraudes. Muchos se quedan a vivir con sus padres, incluso con novia, a veces para la felicidad de sus mamás, ¡protectoras clase media!

Ningún titulo universitarios garantiza ya automáticamente mejoría económica o social, salvo la inclusión exitosa en la política o trabajando para las grandes empresas extranjeras o capitalistas nacionales que son los que realmente mandan, aunque temporalmente anden enojados, porque el pejePresidente les confronta, sin darse cuenta que es un conveniente distractor de lo realmente importante, el mantenimiento más menos aceitado del status quo, adecuado para el gasto clasemediero de alrededor del 40% de la población (Inegi), para el consumo de bienes y servicios en el mercado interno.

En tanto, los narcos aprovechan para ampliar su mercado y actividades. Los inversionistas extranjeros para acumular ganancias y los ricos para obtener plusvalía adicional, sacar sus ahorros del país, con base en el cuento de requerir más garantías internas de certidumbre y… (en silencio), fomentar otra devaluación.

En efecto, el narco avanza y las clases medias se empobrecen, en las mañaneras se expresa, con convencimiento, que ‘avanzamos, paso a pasito’ y los medios, periodistas y seudoperiodistas que recibieron antes prebendas del gobierno por su aplauso y apoyo, hoy, con nostalgia y fanatismo, destilan mala leche para llevar agua a su molino, criticarlo todo y oponerse al cambio, aunque entre las patas también se lleven los intereses de las clases medias y promuevan el regreso al pasado de corrupción que tanto critica y con razón el famoso querido u odiado pejePresidente.

En tanto los ahorros merman, las tasas de interés se elevan, las clases medias viven cada vez más del crédito y, además, reciben insultos. Sin embargo, la venganza es dulce, como se demostró el 6 de junio pasado. Aunque no alcanzó el enojo, la manipulación y la confrontación, porque también, intuitivamente tal vez, las clases medias saben bien lo que conviene a su interés. Es la histórica lucha de clases.


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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