Bueno pa' la chamba, bueno pa'l amor y pa' vivir
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Carlos González Blanco
Colaborador invitado
Si no persigues lo que quieres, nunca lo tendraÌs, si no preguntas, la respuesta siempre seraÌ no, si no das un paso adelante, siempre estaraÌs en el mismo lugar.
Nora Roberts
En una conversacioÌn animada por las copas, propias del desasosiego vespertino de un diÌa de trabajo, un amigo le preguntoÌ a mi sabia amiga Catalina ¿QueÌ necesita un hombre para ser amado por una mujer? Ella respondioÌ sin titubeos, son varios aspectos, pero hay uno muy especial, ¡ Ser bueno en algo!; en lo que sea, pero ser muy bueno en algo; el amor de una mujer nace y se conserva por la admiracioÌn.
Aquel consejo teniÌa sentido, he visto muchas vidas girar en torno a este principio baÌsico y entendiÌ que el mejor ambiente para ser bueno en algo y aspirar a ser admirable, es el trabajo.
Mal hacemos si vemos al trabajo uÌnicamente como medio para conseguir lana; si de todas formas habremos de chambear, entonces percibaÌmoslo como una gran oportunidad para desarrollarnos y ser muy buenos en él.
No hay pierde en esa eleccioÌn, es faÌcil, ¿QueÌ prefiero?, trabajar de malas, inmerso en la rutina y la aburricioÌn fatigante a cambio de un salario bajo que jamaÌs creceraÌ por mi actitud negativa o, ser un trabajador luÌcido, apreciado por creativo, exitoso, divertido y proÌspero. Prefiero con mucho ser exitoso en el trabajo que me divierta y no soÌlo me fatigue.
¡No hay duda!, mejor chambear en algo que nos guste y donde desarrollemos opciones de crecimiento, asiÌ, con constancia ascenderemos, ganaremos maÌs lana, prestigio y chance hasta nos salgan alas para emprender un proyecto propio que nos vuelva patrones.
Para ser bueno hay reglas baÌsicas e histoÌricas: ser puntual, leal, constante, responsable, limpio, honrado, esmerado, ordenado y varios etceÌteras que nos han dicho nuestra abuelita, padres y terceros; vaya, son valores tan universales que los repetimos a nuestros hijos como una receta ancestral; pero eÌstos son haÌbitos que constituyen el miÌnimo irreductible de cualidades para conservar el trabajo, son necesarios pero no alcanzan para crecer.
El verdadero eÌxito en el trabajo y lo que nos conduce a ser muy buenos en eÌl exige aÌnimo, creatividad, actitud, empatiÌa, iniciativa, desentrañar la expectativa de los jefes, de la clientela y de quieÌn decida nuestro progreso, pero muy en particular querer desarrollar una inteligencia especial e invertirla en eso que hacemos.
¡Sí se puede!, la inteligencia, no es una cualidad que se herede como la estatura o el color de ojos, la inteligencia laboral es producto del esmero, de la concentracioÌn en aprender, de practicar, de querer hacerlo y ser el mejor; el precio de la inteligencia laboral, es el esfuerzo, lo padre es que ¡No cuesta dinero, soÌlo esmero y querer! ¡AdemaÌs desarrollarla es divertido!
La inteligencia, supone la comprensioÌn de lo que hacemos, identificacioÌn clara del objetivo del trabajo, esmerarnos en desarrollar habilidades especiales, destrezas, exige compararnos con otros y aprender de ellos, modernizarnos y querer hacerlo bien siempre.
Claro que con frecuencia eso nos conduce a soportar jefes que no nos merecen, que abusan, que nos explotan, pero tampoco son eternos, llegaraÌ nuestra oportunidad y creceremos o nos independizaremos y si logramos brillar, los jefes y las instituciones disputaraÌn por nosotros y apostaraÌn para pagarnos mejor, ¡todo patroÌn necesita al menos un suÌper colaborador de confianza!
El conformismo no debe ser lo nuestro; imagiÌnese encontrar en el espejo a un tipo aburrido, rutinario aplastado porque creyoÌ que el cosmos conspiroÌ en contra y no logroÌ crecer, ¡Puff!, mejor encontrar uno inteligente, gallardo, entusiasta, admirado que tambieÌn cobra en satisfaccioÌn, prestigio y reconocimiento eso tiene un valor incalculable y es premisa de felicidad perdurable; ¡Caray! ¡Qué diferencia! ¿No cree?
Todos hemos visto taqueriÌas abarrotadas al lado de otras vaciÌas, padecido malos plomeros o abogados y necesitado encontrar al bueno, hemos sufrido con el meÌdico chafa y apreciado al que nos estudia con cuidado y trata mejor ¿QueÌ diferencia, no!, la lana no es el uÌnico premio al trabajo, si optamos por hacer bien las cosas, obtendremos la invaluable remuneracioÌn en valores maÌs intensos y perdurables, como el prestigio, la admiracioÌn, el respeto y nos convertiremos en referente para los demaÌs; nos preferiraÌn y eso es muy agradable.
El principio es baÌsico, opera para hombres y mujeres, joÌvenes y mayores, es de validez universal e intemporal, ser bueno en la chamba nos impone ser buenos como personas, en el amor, como padres, como amantes, en todo.
En aquella plaÌtica, Catalina dijo a su modo... una mujer soÌlo te seguiraÌ queriendo mientras te admire y no se aburra; no es un tema de dinero, se trata de que mantengas una actitud de superacioÌn y eso soÌlo es posible si permanentemente te reciclas, te reinventas, si logras evolucionar sobre tí mismo, si no te estancas, si aprendes, si siempre te esmeras en ser muy bueno en algo; la clave estaÌ en la actitud de superacioÌn y en la creatividad constante.
¡Claro!, concluyoÌ, no se trata de ser un obsesivo burro de trabajo, para que una mujer te empiece a querer, te siga amando y no se aburra, tambieÌn necesitas ser muy bueno y superarte siempre en lo otro.
JoseÌ Carlos GonzaÌlez Blanco, MeÌxico 24 de julio de 2021.