PROHIBIDO PROHIBIR

CONACyT

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Prostitución y persecución

El Conacyt tuvo tiempos mejores. Con el tiempo y los abusos se prostituyó y Morena le levantó las faldas.

Una pésima directora doctora actual y una enorme incapacidad para probar lo que se acusa de parte también de la "quelónica" Fiscalía, han generado otro conflicto innecesario que pudo ser evitado con sentido común, respeto y profesionalismo.

La primera premisa es obvia, si se encuentran latrocinios, pruébense. Si la denuncia es mentira o está mal integrada y es excesiva la acusación, como parece, por "delincuencia organizada" sigan haciendo el ridículo y sea otro distractor oficial a los graves problemas nacionales.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es un organismo público descentralizado del gobierno federal dedicado a promover y estimular el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

En parte, gracias al Conacyt estudié en el extranjero, más o menos en la misma época que Donaldo Colosio lo haría en Viena. A propósito, recuerdo una anécdota de ese tiempo.

Mi beca llegaba cada mes al Braclays Bank de Londres, generalmente a tiempo. Conocí entonces a algunos estudiantes de la comunidad de becarios y amigos latinoamericanos. Los más ricos eran los petroleros venezolanos.

A veces nos ayudábamos entre todos y asistíamos a fiestas o reuniones en común. Sabíamos de los demás becarios y sus avatares.

Ahí circuló la anécdota de referencia. Por alguna razón extraña, a Viena no llegaba con la misma diligencia y a tiempo las becas correspondientes. En un mes de necesidad Colosio fue a la embajada a solicitar ayuda.

Era simpático, desinhibido y disque tocaba la guitarra. Imagino su conversación con el tercer secretario de la embajada. "¿Usted cree que sea justo, que con lo caro que está la vida en esta ciudad, los estudiantes becarios no recibamos nuestro dinero a tiempo? Necesito ver al señor embajador para que me auxilie la embajada en este problema de cash flow temporal".

Por supuesto, el embajador nunca lo recibió, pero fue tal su insistencia que fue invitando (diplomáticamente) a platicar con el segundo secretario o el primero, o la encargada cultural de ese entonces. Pues bien, ella, una dama de carrera diplomática en la representación, conmovida por el caso o con la ansiedad de quitárselo de encima para atender otros asuntos de mayor relevancia e interés binacional, le dijo: "Mire Donaldo, le voy a prestar un poco de dinero, en lo que llega su beca, Fíjese bien, es dinero mío y deberá regresarlo tan pronto como le sea posible. Aquí está el cheque a su nombre."

Quién sería después candidato a la presidencia de la República, y con quién a mi entender, el camino del país fuera muy distinto, agradeció el apoyo, confirmó su pronto pago y salió de la embajada, lo que trajo satisfacción al tercer secretario, al segundo, al primero, y tal vez hasta al señor embajador, seguramente ya enterado de las limitaciones monetarias de los becarios.

Apenas amaneció en las heladas y valzisticas tierras vienesas y Donaldo planeó su día. Iría al banco a cobrar y regresaría a la embajada.

Dicen que cuando el tercer secretario, el segundo y el primero lo vieron hicieron la misma mueca de hastío. El esperaría a la diplomática cultural salvadora a pesar de haber oído que no tendría hora segura para llegar. "Espere sentado joven", le dijeron. Creo que pensaron que desistiría en breve, pero no consideraron la paciencia de la que debe armarse cualquier estudiante en el extranjero, empezando por la necesidad de comunicarse, generalmente en otro idioma y aprender a tratar burócratas disfrazados de profesores. Además del tiempo de estudio o reposo en las bibliotecas que a veces parece más lento de lo que es.

Allá a las quinientas, le avisaron a Donaldo que sería recibido. Se medio arreglo los chinos y entró victorioso. "Señora —le dijo— con la buena noticia de que ya llegó mi dinero, y como le estoy muy agradecido le ruego acepte una invitación a tomar café. Conozco un lugar cercano que además tiene pasteles vieneses de excelencia. ¿A qué hora le conviene?"

Dicen que bebieron, comieron, se hicieron amigos y se gastaron el préstamo. Al fin, Conacyt, algún día se acordaría de los becarios.

Los buenos tiempos del Consejo fueron desde su fundación en 1970 con Eugenio Méndez Docurro más las administraciones de Gerardo Bueno Zirión, Edmundo Flores y tal vez hasta Héctor Mayagoitia.

Con el establecimiento del Sistema Nacional de Investigadores (candidatos. niveles 1, 2. 3 y eméritos), en 1984, se intentó consolidar la investigación y el desarrollo científico y tecnológico en el país, con muchos aciertos prácticos, pero también se colaron quienes no lo merecen y se desviaron hacia las grandes empresas recursos del presupuesto. Se politizaron sus decisiones mostrándose lo que ya sabíamos: más allá de la política prevalece la teoría académica y científica que la explica y justifica. Hay, en efecto, una razón teórica para cada candidatura o, atrás de cada investigador hay, cuando menos, una razón probada y algunas o muchas opiniones en contra.

En este entorno, los problemas de resultados, capillas de cuates y simpatías se complican cuando la 4Transformación no tiene entre sus propósitos vincular la ciencia y la tecnología a la estrategia de desarrollo, salvo cuando por encargo se requiere contar con modelos prototipos de ventiladores o bienes afines, dada la gravedad de la coyuntura.

Ello es muy distinto a contar con un sistema de respuestas a corto y mediano plazos gracias a la promoción académica desde las propias universidades, particularmente la UNAM y el Poli.

En los últimos años y más con la pandemia, las becas de conocidos estudiantes de doctorado en el extranjero llegaron a cuentagotas y nadie contestó en el Conacyt solicitudes de SOS.

Al revés, se dejaron definir y crecer los apoyos a investigaciones vinculadas al interés privado de las grandes empresas, muchas extranjeras. Baste recordar la destrucción del Instituto Mexicano del Petróleo, por ejemplo.

Hoy en día es una vergüenza nacional lo que pasa en el Conacyt. Las acusaciones ligeras, no suficientemente probadas y el intento de desprestigio a una parte de la comunidad académica, es otro error de política que confirma que a muchos de los que acompañan al famoso pejePresidente les queda grande el saco.

¡Viva la UNAM! ¡Viva el Poli!

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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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