PARRESHÍA

Cochinito electoral de 85 mil millones

Cochinito electoral de 85 mil millones

Foto Copyright: lfmopinion.com

No tienen madre.

Pandemia de por medio, sin recursos para medicinas oncológicas para niños, sin guarderías para madres solteras, sin becas para estudiantes, cuando hoy mismo hay poblaciones en Nayarit bajo el agua, mientras otras en todo el territorio nacional esperan migajas del gobierno federal tras desastres naturales ocurridos años, meses o semanas atrás. Tras cientos de miles de muertos por COVID-19 que murieron en sus casas sin atención médica, o en hospitales sin equipo suficiente o ahogados en Tula en un mar de aguas negras; con la CNTE ahorcando la producción nacional con toma de vías férreas en Michoacán por adeudos salariales y con trabajadores heridos en Dos Bocas por reclamar su estipendio, López Obrador ayer anunció su Mina de Oro.

Un Fideicomiso de Aduanas sobre el que se sentó a ciencia y paciencia para gastarlo después de la pandemia en quienes le sobrevivieran.

Un cochinito electoral, pues.

“Cuando llegamos al gobierno encontramos un fideicomiso de aduanas. que obtiene fondos porque se tiene que pagar por las importaciones, un derecho de trámite aduanero (…), ese fideicomiso tenía 50,000 millones de pesos, decidimos no tocarlo”, dijo ayer en Tijuana.

Ahora el “nuevo fondo” cuenta con 85 mil millones de pesos, porque durante tres años no se tocó para que continuara captando recursos y comenzarlo a utilizar en obra pública para el 2022.

Fue, en palabras del presidente un ahorro que será utilizado en el periodo post COVID-19, en donde se espera reactivar la economía a niveles similares a los del 2019 y ganar el 2024.

Y, por si ello fuera poco, en el mismo anuncio, López Obrador recordó que México fue de los pocos países que optó por no contratar deuda para combatir al nuevo coronavirus. Y si bien no se endeudó, tampoco dispuso de esta mina de oro para paliar los daños con miras a disponer hoy de ella a discreción, como se vio ayer en Tijuana, donde anunció un apoyo de 10 mil millones para un viaducto elevado de 11 kilómetros que, además, “no se va a cobrar la pasada, no es una concesión, es una obra que se va a financiar con presupuesto público con los recursos de este fideicomiso”.

A la fecha y con reclamos al mundo entero por el precio de las vacunas, mendigandolas incluso de Estados Unidos, México ha gastado en su adquisición, según cifras dadas ayer por el propio presidente, 40 mil millones de pesos, menos de la mitad de lo que hay en el fideicomiso que, para efectos prácticos, ha sido incautado en versión Mina de Oro por el presidente para asignar en obras públicas sin pasar por el Presupuesto Federal y repartir recursos discresional y popularmente, como ayer en Tijuana.

No hace mucho, sin que la amenaza haya cesado, el gobierno federal quería meter mano en recursos del Banco de México, alegando astringencia financiera; en Chiapas, a 100 metros de un Cuartel Militar donde estaba reunido en pleno el Gabinete de Seguridad, el presidente, fue secuestrado el presidente por dos horas a manos de maestros de la CNTE reclamando salarios y prestaciones no satisfechas; los gobernadores se quejan de falta de apoyo del gobierno federal, los hospitales de ausencia de inventarios de medicinas y equipamientos, los padres de niños con cáncer de surtido de medicamentos y millones de mexicanos en el desamparo de falta de FONDEN, pero ayer López, por fuera de presupuesto, ya dispusó, cual monarca del absolutismo europeo, de 10 mil millones para Tijuana, para una obra cuyo proyecto ejecutivo se hará el año que entra.

¡Qué poca madre!

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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