LO DE HOY

No soy rencoroso

No soy rencoroso

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Los ataques de López Obrador a la UNAM, serán porque su paso por las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales fueron tortuosas para él.

Gerardo Conde
"Entrelazando"
Colaborador invitado



La luna de octubre motivó al inquilino de Palacio Nacional en demasía, pero, no en el terreno del amor, para desfortuna de su esposa, sino le dio aires de inspiración para seleccionar e identificar a su nuevo contendiente que no se ajusta en su óptica a los principios de la 4t:

La Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

Al señalarla como conservadora y apegada al modelo neo—liberal.

Este golpe a la máxima casa de estudios, no solo tuvo como fin ser un distractor mediático, mientras el Congreso de la Unión aprobaba —léase los morenistas— la Miscelánea Fiscal, como cuchillo en mantequilla, recordando los tiempos hegemónicos del PRI, donde se cumplía al pie de la letra la voluntad presidencial.

Sino esta denostación a la UNAM en la mañanera por parte del inquilino de Palacio Nacional tiene distintas aristas, para mostrar su molestia política y sus prejuicios personales.

En el tema de la política, desde su triunfo electoral, la UNAM no hizo suya su victoria, mantuvo su distancia. Únicamente sus ideólogos oficiales festinaron su “gloria”, sin el coro del Goya.

A lo largo de estos tres años de administración del inquilino de Palacio Nacional no ha habido aplausos, mucho menos reconocimientos públicos, que exalten su obra de gobierno, más bien, una sana distancia en temas torales que ha vivido el país, en este lapso.

Por ejemplo:

En el tema del COVID-19, la UNAM no acuerpó la política de salud pública aplicada por el gobierno federal. Ni mucho menos aprobó, el regreso a clases presenciales, ante el exhorto del inquilino de Palacio Nacional. En otras palabras, en el asunto de la pandemia, la UNAM, definió sus propios tiempos para regresar a las aulas.

En el rubro de la reforma eléctrica, el inquilino de Palacio Nacional ha transitado solamente con su partido, sin que lo acompañen otros actores públicos que avalen su propuesta “nacionalista” en la industria eléctrica del país.

Ante este vacío, la cólera del inquilino de Palacio Nacional se manifestó y volvió a retomar su postura maniquea: de buenos y malos, es decir, si no estás a favor de la iniciativa de Ley presidencial, estas en contra de la transformación del país.

Esta “moral pública”, la sustenta con la figura de Adolfo López Mateos, por su espíritu nacionalista en bien del pueblo y en contraste a esa “ética pública”, están los personeros del neo-liberalismo.

Bajo esa perspectiva, el inquilino de Palacio Nacional desacredita a la UNAM por guardar en el baúl de los recuerdos: la “esencia” de la máxima casa de estudios a través de sus docentes, investigadores y estudiantes, de no ponerse al lado de las causas sociales del país, y de servir únicamente a los que han usufructuado las riquezas de la Nación, en 30 años de neo-liberalismo.

Con ese argumento arremete contra la UNAM para justificar la necesidad de un “cambio” en su ejercicio, porque no responde a los nuevos tiempos de renovación del país, bajo la mira de la 4t.

En el plano personal, el inquilino de Palacio Nacional ha mostrado un prejuicio frente a la UNAM, será porque su paso por las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, fueron tortuosas para él, los números de su hoja de servicios lo registran y convertirse en un estudiante “pragmático”, sin buscar las medallas académicas, ni mucho menos ser el estudiante ejemplar, sin importar que significaran 14 años para concluir su ciclo escolar.

El no ser hijo pródigo de la UNAM, como en su momento se les ensalzó a Miguel de la Madrid Hurtado y a Carlos Salinas de Gortari, egresados de la Facultad de Derecho y de la Facultad de Economía, respectivamente, al ser candidatos presidenciales; al inquilino de Palacio Nacional no se le muestra como orgullo universitario, sino más bien como un fósil de la propia Universidad.

Esta exhibición constante hacía su persona, como un estudiante mediocre, lo lleva sin duda a guardar resentimientos frente a todo lo que significa no ser un profesionista modelo y de ahí sus expresiones en contra de los llamados “machuchones”, para justificar su personalidad universitaria.

Pero, además de ese desdeño en el terreno académico que vivió a lo largo de su etapa estudiantil, hay que sumarle que la comunidad universitaria no se ha desbordado en torno a su figura como Candidato, a diferencia del ingeniero Cárdenas que llenó la explanada de la UNAM en 1988 como candidato presidencial del PARM y lo vitoriaron como el candidato de los universitarios.

Esta nostalgia por no verse como el prototipo universitario lo ha llevado a mostrar su animadversión hacía la institución que le dio la oportunidad de cursar una licenciatura. Su hostilidad solo expresa Rencor por no reconocerle su tenacidad por llegar a los primeros planos del país, a pesar de su historial estudiantil.

No se le valora su pragmatismo, sino se le censura.

Esta personalidad, sustentada en el encono, pone a la máxima casa de estudios en una situación incómoda, al no apegarse a la “moral pública” que abandera el inquilino de Palacio Nacional.

Y cómo se diría en la añoranza de la izquierda:

Ni un paso atrás”.

Al tiempo.



Gerardo Conde
conde_consultor@live.com.mx

Publicado en entresemana

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Redacción LFM Opinión

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