PROHIBIDO PROHIBIR

La UNAM II

La UNAM II

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Sí, la UNAM requiere una profunda revisión, el problema son los para qué y evitar se contamine el proceso con agendas políticas.

El punto nodal del intríngulis no es la crítica, a ello estamos acostumbrados los universitarios, sino las conclusiones.

Académicamente se diría: los para qué

¿Qué hacer con las alternativas y derivadas? ¿Cómo construir las estrategias de cambio para mejorar lo que posiblemente se requiere, a partir de la premisa de que todo es susceptible de mejora, aún con recursos limitados?

En la Universidad Nacional Autónoma de México estudian alrededor de 361 mil estudiantes. Es un centro plural de educación, con cerca de 42 mil quinientos profesores, de ellos 12 mil 500 de tiempo completo.

Es un conglomerado de estudiosos, muchos con enorme talento, con muchas fortalezas y algunas debilidades notorias. Como dirían los clásicos, la UNAM es in extenso, una gran mescolanza de profesores, alumnos y autoridades, que se empeña en cumplir su cometido básico de enseñar y aprender.

Sin embargo, como en todas las universidades y centros escolares en México y el resto del mundo, siempre hay de dulce, de chile y de manteca. Muy buenos y malos alumnos, muy buenos y pésimos profesores, Rectores y directores de excepción y dignos como Barros Sierra y doña Ifi. Y, lamentablemente, también otros malos y pésimos. A pesar de ello, en nuestra UNAM se ha privilegiado el amor a México, la calidad académica y la inclusión.

En la UNAM ha habido actos heroicos extraordinarios, otros pedestres e inhumanos, desde premios académicos nacionales e internacionales, respuesta de apoyo a tragedias, compromiso ante desencuentros con el gobierno, así como matrimonios, nacimientos hasta porrismo, asesinatos, robos, abusos, violaciones y narcomenudeo.

A mi me tocó estudiar junto a hijos de obreros, comerciantes, pequeños y medianos empresarios, burócratas, funcionarios públicos y profesionales libres, hasta compañeros del grupo de los ‘Toficos’ porque ¡mmmm que ricos!

No conocí ahí a ningún hijo de propietario de bancos o dueños de otras grandes y poderosas empresas nacionales o extranjeras ya que ellos estudiaron preferentemente en el ITAM.

Recuerdo que recién titulado y con Mención Honorífica en los años setenta del siglo pasado, era común saber que se ofrecieran puestos de trabajo para economistas ‘NO de la UNAM’. Públicamente así se anunciaron en los principales diarios del país.

Aunque ello fue al principio peyorativo para nosotros, poco a poco significó un timbre de orgullo no ser contratado por estos racistas discriminadores, padres putativos del PANVOX actual.

De hecho, cuando me postulé para entrar a trabajar a Banamex, me entrevistó un joven atildado pariente de los dueños, me preguntó por qué había yo dado clases de literatura en la Preparatoria Popular.

Hasta ahí llegó mi candidatura para ser analista de Economía y Finanzas en esa institución.

Por cierto, siendo profesor de la Prepa Popular llegó a verme la mamá de un joven estudiante. Me dijo; ¿podría ayudar a mi hijo a entrar a Medicina? ¿De quién?, le dije haciéndome el remolón. ¿Su hijo? ¿Siendo usted tan joven? Lo preparé para el examen de admisión y fue aceptado. Los padres de mi alumno rumbo a Medicina me invitaron a cenar a su casa y de pronto estaba yo rodeado de los vecinos y amigos de la cuadra. Me presentaron como el maestro UNAM.

Como escribió Mario Ficachi, con relación a mi texto de la semana pasada sobre la universidad: “Toda institución educativa está pasando por momentos complicados… El asunto es que nuestra querida UNAM se volvió trampolín político… ¿Necesita (la UNAM) una revisión profunda? En mi opinión SÍ, SÍ LA REQUIERE”


Actualmente la UNAM debiera mejorar sus planes de estudio y capacidad académica, en procesos continuos de innovación para apoyar el desarrollo del país.

Es preciso transparentar los procedimientos administrativos y electorales desde el Consejo Universitario, la Junta de Gobierno, consejeros técnicos, universitarios y demás nombramientos de direcciones de Facultades, Escuelas. Institutos, investigadores, maestros de tiempo completo y de asignatura.

Se requiere mejorar la vinculación docencia-investigación y la formación de alumnos docentes e investigadores de las próximas generaciones.

También mejorar los programas de becas e intercambio con otras universidades para ampliar los posgrados y establecer relaciones de generación de conocimientos, su difusión y nuevas oportunidades.

Es impostergable ampliar y fortalecer asimismo las actividades deportivas, culturales y artísticas.

Así como fomentar programas de capacitación y adiestramiento permanentes, promover el estudio de lenguas autóctonas y extranjeras y la moderna educación automatizada con computadoras e internet.

No debe olvidarse la imprescindible edición y publicación de libros, tanto de títulos nuevos como de los tradicionales de apoyo a los cursos académicos, de formación básica, tutoriales, guías de estudio, con acceso a centros de apoyo a docentes y estudiantes.

Es necesario mejorar también la seguridad interna en todos los campus y los procesos de denuncia de abusos y faltas de cualquier índole, entre alumnos, entre profesores y entre profesores y alumnos.

La UNAM debiera poder responder con eficiencia y eficacia a las necesidades de coyuntura del país y promover a diario la cultura universitaria de respeto y civilización.

En la medida en que tengamos mejores universitarios, tendremos mayores posibilidades de contar con una sociedad más informada, más respetuosa, con valores universales y más capacitada para enfrentar los grandes retos de nuestro tiempo.

En otras palabras, la UNAM debiera hacernos mejores seres humanos, mejores mexicanos, más educados e involucrados en el bienestar de todos, con responsabilidad social, manteniendo a toda costa su gratuidad, pase automático y prioridades presupuestales. Nada de intolerancia de cualquier signo.


Por nuestra raza hablará el espíritu”.


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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