PARRESHÍA

El poder de tus votos

El poder de tus votos

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Pecan de demeritar su poder ciudadano y su capacidad de orientación política del país.

En muchas mesas he escuchado preocupación por lo que viene, si bien en otras lo que he escuchado es jubilo por lo que nos espera. Así es la polis y la política.

Lo que comparten en común ambos estilos de mesas es una visión unipersonal del poder y una devaluación del voto ciudadano. Hablan de personas y en ellas depositan toda su aprensión o toda su esperanza.

Pecan de demeritar su poder ciudadano y su capacidad de orientación política del país.

Haciendo puntual manifestación de que para mi la elección presidencial aún no está decidida, deseo llamar la atención del amable lector de que en su mano tiene el poder de decisión y que tiene muchos más votos que el presidencial.

Quien gane la presidencia tendrá que cogobernar con un Congreso constituido por dos cámaras, con gobernadores de diferentes filiaciones, con congresos locales y con munícipes. En el caso de la Ciudad de México con Jefe de Gobierno, Diputados locales y Alcaldes.

Además, existen instituciones y leyes, y es nuestro derecho exigir que se respeten, empezando por quien preside el poder Ejecutivo de la Unión.

En otras palabras, tus votos cuentan y cuentan mucho, no es como muchos quieren hacernos creer una moneda depreciada que más nos conviene invertirla, casi regalada y a cambio de nada, en una inversión que parece ganadora, aunque sin ninguna garantía de retorno.

Tu voto, cada uno de ellos, tiene un valor invaluable, porque es tu decisión política que vale tanto como la de cualquier otro mexicano.

Si compras la versión devaluatoria de voto útil o del voto de castigo, o cualesquier otra, demeritas tu poder ciudadano. Tu voto puede hacer la diferencia.

Pero además, tienes muchos votos y puedes con ellos evitar concentración de poder en una sola persona, votando por equilibrios de fuerzas políticas en Congresos, gobernaturas y presidencias municipales.

En pocas palabras, los dueños de los votos somos nosotros los ciudadanos, no los candidatos y somos nosotros quienes decidimos qué hacer con ellos, no las encuestas, menos los analistas políticos, éste incluido.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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