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La Capital

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Foto Copyright: lfmopinion.com

La ciudad despierta a la sombra de Don Goyo y la Mujer Dormida, capital de todos, jodidos y jodedores.

El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, majestuosos, me saludaron al amanecer. La ciudad me abraza, reconoce mi ascendencia y pertenencia. El cielo límpido y el ambiente frío me recordaron otros inviernos felices aquí mismo, bajo el Ajusco.

Hoy nadie debe de confiarse de nada, el bicho, tal vez de los últimos de esta terrible pandemia, no podría atreverse a aparecer a mi alrededor, probablemente por el uso de cubre bocas, la buena práctica de sana distancia y la vacunación con dosis completa y refuerzo. Además del detente de La Inmaculada. ¿Adónde estará? ¿Acaso con Andrés Manuel? Probablemente, él parece necesitarlo más aún que yo.

El taxista que, como la mayoría de ellos, de tan informado oficio cree saber de todo, me martiriza con una perorata antiAmlo; el culpable de todos los males y frustraciones sociales. Que le quitaron el seguro popular y ahora no sabe adónde ir para curarse. Que el aeropuerto nuevo está muy lejos. Que los niños con cáncer mueren por miles por falta de medicinas. Que cerraron las estancias infantiles. Que hace un año le aplicaron una fotomulta que hoy le cobran y no hay manera de apelar. Que paga o paga.


Todo cambio debe de tener sentido. Todo cambio, dice Anatole Francés, conlleva cierta melancolía.

La labor mendaz, con ira e insistencia, de los medios de comunicación tradicionales está enraizada. Se instaló el odio y el ‘odiado’ famoso pejePresidente es el culpable de todos los males nacionales… y de contados aciertos, como que ahora ya paguen impuestos quienes antes no lo hacían por su influencia y nexos con los dueños sexenales de Los Pinos.

En este contexto, hay que añadir que es verdad que el mismo pejePresidente y su equipo coadyuvante, según la temática orquestada, han contribuido con creces al distanciamiento entre gobernantes y opositores antimorenos. Al desarrollo del odio. La 4T ha sido un avanzar destruyendo intereses arraigados y también enfrentando conflictos con enorme mediocridad como en educación, cultura y Conacyt.

Además, como sociedad en proceso de organización, en evolución y desarrollo, siempre hemos reconocido a figuras públicas a quienes señalar y culpar de nuestras desgracias, grandes y pequeñas. Y de nuestros triunfos, aún frente al poderoso equipo de Jamaica.

Es más fácil ello que asumir nuestras responsabilidades ciudadanas y limitaciones, muy obvias con respecto a la inseguridad de moda en Quintana Roo, por ejemplo.

Para mi, la Capital está en su apogeo cuando despierta, cuando vigilantes Don Goyo y la Mujer Dormida resguardan el Valle como lo trazó el Dr. Atl. Quiero disfrutar su ritmo, sus sonidos y buenos sabores. Su cadencia y singularidad.

De la boca del metro salen cientos con cubre bocas. Por ahí camina zigzagiante un teporocho con un N95 de dudosa calidad, colgado en la barbilla. Salen todos, cada cual con su alegría y su tristeza. Otros muchos entran, refugiados en el calor humano de los vecinos. No falta quien empieza la mañana tratando de untarse de más a una joven que aprieta el paso para perder al solitario embaucador. Las mamás llevarán de la mano a sus hijos menores a la escuela. Hay tortas de tamal y atole para espantar el hambre y el periférico poco a poco se convertirá en un tradicional estacionamiento, aunque mucho menos que antes de la pandemia.

Llegué a casa cerca de las 6 de mañana habiendo planeado hacerlo a las 6 de la tarde anterior, por otra enésima cancelación aérea. En fin, ya estoy aquí.

La mañanera de hoy está por terminar. Se oye repetitiva y monótona. Además, sumaron espacio para la presentación a nivel nacional de los candidatos a dirigir el poderoso sindicato de Pemex, en lugar del anterior, públicamente corrupto pero intocado por su enorme poderío económico y cinismo.

Este país es de los únicos en el mundo en donde se puede ser un reconocido corrupto abusador y no pasa nada. Se sabe que son rateros e incluso asesinos, pero no tarugos y hay orgullo en ello. La Ley violada sin consecuencias legales parece ser el juego. Según cifras disponibles el 93.3% de los delitos cometidos no son denunciados. De cada 100 delitos que se denuncian, sólo 14 se resuelven. Se persigue y castiga menos del 1% de ellos.

La Fiscalía sigue dormitando y Lozoya, incluso, podría degustar pronto otro pato laqueado. Videgaray es una blanca palomita y los expresidentes, denostados a diario desde Palacio Nacional, son intocables, salvo en sus abultadas pensiones, que les fueron canceladas.

Cabe escribir, en comparación, que en Francia y en otros países menos surrealistas que México, a los expresidentes de mal comportamiento, se les juzgan y terminan eventualmente en la cárcel. Hasta se han suicidado ante la expectativa del peso de la Ley.

Las reglas de higiene anticovid en el comedero donde me cito con amigos son bien aplicadas y ordenadas. Hasta juego dominó como hace años no lo hacía. La botana es espléndida. La atención es de primera. Oigo el decir desde otra mesa: ‘no hay como los españoles para manejar cantinas’. De pronto, mientras espero, una joven guapa se acerca a mi mesa y me dice, ¿es está la mesa de Javier? En ese momento yo hubiera querido serlo, pero no lo soy y así le digo, aunque añado, si quiere esperar mientras llegan sus amigos, aquí es bienvenida.

Para mí, lo fascinante y distintivo de esta ciudad es su gente. Siempre solidaria con todos los necesitados, con los solitarios, aunque a veces puede parecer de carácter rudo y lejano. Cierto, cuando se requiere, todos son uno. Los capitalinos tienen orgullo y carácter, cuando su verdadero origen es norteño o veracruzano o del sur del país suman lo mejor de la tierra de su antecedente.

En esta visita confirmo la certeza de la vieja relación entre querer y poder. Parece que no cabe uno más en el transporte público y siempre hay alguien que se recorre un metro hacia atrás.

Los choferes de peseros, son experimentados multitask, al mismo tiempo manejan sorteando obstáculos, aceleran, frenan, suben o bajan el sonido del radio, hablan por celular, cambian velocidades, cobran el pasaje, saludan a sus compinches, insultan a otros atrabancados, de vez en cuando se llevan por delante, o casi, a algún despistado peatón, enfrenan y suben y bajan pasaje donde quieren. Aceleran. Todo un caos, con ritmo y cadencia propias. Pareciera que estallará todo en la esquina de Puebla e Insurgentes, o en otras muchísimas esquinas conflictivas, pareciera que automovilistas, camioneros, ciclistas, peatones, chocarán inevitablemente unos contra otros y cuando parece que ello ocurrirá, como por arte de magia se deshace el nudo en segundos. Como dijera mi nieto: “no pasa nada, abuelo”.

Los vendedores informales invaden las banquetas diariamente y son ya parte del imprescindible paisaje urbano. Todo se puede conseguir a cualquier precio. A diario se instalan de preferencia en el mismo lugar y la posesión los hace dueños del espacio público. La lucha por la calle es la sobrevivencia.

Para participar en este mercado tendría que expandir mi negocio vía mensajes virtuales, algo de poesía y terapia interactiva física.

Algo así como: Te prepararé con mis palabras rítmicas para el amor y la acción de libertinaje y deseo. Aún en pandemia hay formas de recuperar los besos añorados y las caricias estelares. La ciudad capital tiene un sinnúmero de posibilidades. ¡Descúbrelas!

O esto: Mientras esperas en línea tu prueba Covid puedes encontrar la felicidad. Abre los ojos.

Pon atención a los asaltos.

Recuerda: “No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”.


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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