LO DE HOY

Oyeeee presidente

Oyeeee presidente

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La almohada como loza.

Los tiempos electorales no dejan dormir al inquilino de Palacio, al escuchar la voz de su almohada: Oyeeee Presidente, ¡no es por ahí!

Su afán de permanecer en el poder seis años más —por decir lo menos— lo hacen sordo al llamado de la almohada, no la escucha porque su interés está en mantenerse como el “jefe” del movimiento de la cuarta transformación para imponer a su corcholata e imponerse como el gran elector en los comicios presidenciales del 2024 y los que vengan.

El costo que la salud del inquilino de Palacio se merma cotidianamente, al presentar un perfil de fastidio y cansancio, con una piel muy delgada que refleja en sus mañaneras; una Imagen agobiada patente en su andar y posturas, a pesar de sus esfuerzos por presentarse “radiante” y con una sonrisa socarrona para que su público lo siga viendo como defensor de sus causas.

Pero para atenuar esa loza —léase la almohada— se apoya en una estrategia persuasiva para justificar sus “limitados y logros”, que va desde victimizarse, “lo intento, pero, no me dejan”; denostar a sus oponentes, curarse en salud, descalificándolos por sus censuras e hipocresías y, finalmente, apoyarse en el maniqueísmo de buenos y malos, es decir, “estás conmigo, eres bueno, estás en contra, eres malo, antipatriota”; maniobra que le ha servido para mantenerse en los rangos de popularidad entre sus seguidores, a pesar de las deficiencias de su administración en temas cotidianos para los mexicanos: seguridad, salud y canasta básica.

Estrategia de Imagen que le ha servido para imponer una agenda discursiva que sea motivo de conversación en los distintos niveles de la población a lo largo y ancho del país: los machuchones y aspiracionistas criticándolo; sus seguidores aplaudiéndole y el pueblo sabio defendiendo sus dichos.

Con esa lógica de comunicación hace uso y desuso de sus propios distractores para que el dirija la atención al tema o temas que le interesa que sean del dominio público.

Bajo ese blindaje ideologiza los sucesos en propaganda para que lo sustantivo del momento se desdibuje en el imaginario colectivo y se centre visualmente en hechos triviales.

El mejor ejemplo de este ejercicio fue su visita con el presidente Biden, al mostrar su “autenticidad” para sentarse y dejar en la secrecía de los interesados —AMLO y Joe Biden—, el tema de la seguridad pública en México: narcotráfico y crimen organizado, para que la detención de Rafael Caro Quintero no se viera como una solicitud expresa de la Casa Blanca, sino como una acción del gobierno mexicano.

En esa misma línea hay que ubicar el litigio del T-MEC con Estados Unidos y Canadá en el tema energético.

Donde la apuesta del inquilino de Palacio está nuevamente en ideologizar un desencuentro comercial con Estados Unidos y Canadá, en un acto de propaganda para renovar su Imagen de defensor de la soberanía nacional frente a la injerencia yanqui, al nivel de los presidentes Adolfo López Mateos y Lázaro Cárdenas, como símbolos de patriotismo, al dejar en el tintero: “No soy pelele de nadie”.

Y qué mejor momento para enaltecer su nacionalismo y su patriotismo que el mes de la patria, para envolverse en la bandera y convocar a sus seguidores y al pueblo sabio en torno a su figura a defender lo que les pertenece a los mexicanos.

El punto de esta estrategia de Imagen, es estar en el ánimo y en la percepción de sus electores, sin importar los costos económicos para el país.

Al inquilino de Palacio solamente le importa y le interesa seguir viviendo en Palacio Nacional y hoy provoca un conflicto internacional como su mejor distractor para desactivar un tema que le quema las manos: el narcotráfico y el crimen organizado, como le exige la Casa Blanca y lo pone contra la pared de su estrategia de “abrazos, no balazos.

Para el inquilino de Palacio los costos económicos que se avecinan por jugar al patriota no le quitan su atención principal: seguir siendo un candidato permanente con vestimenta de presidente, para continuar propagando su Imagen en sus seguidores y en el pueblo sabio, a fin de que apoyen a su corcholata y le permita ganar la elección presidencial del 2024, porque no ganarla, no solamente es perder el poder, sino su propia tranquilidad y su supervivencia política.

Ya se verá.

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Gerardo Conde

Gerardo Conde

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