El poder
Foto Copyright: lfmopinion.com
Esa "bestia magnífica", dice Michael Foucault refiriéndose al poder.
La conseja popular dice que el poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos. Se sabe que, subido en un ladrillo, cualquier güey se marea.
Y hay muchas muestras al respecto. Trump y Putin, entre otros.
En otro nivel de locura: Fox y Martita, Calderon, Peña.
Y también el famoso pejePresidente, por ejemplo, que de tanto en tanto, aparece medio atolondrado.
Que ya cambiará pronto al secretario de Hacienda y Crédito Público por la vacilada esa de la pobreza franciscana. Se olvida que se trata de gobernar a un gran país con historia, recursos y enormes potencialidades y no a una nación chiquita, paupérrima, bananera o al estado de Tabasco. Se olvida que el santo franciscano estaba también enfermo.
Que invita a cenar a quienes en general ha tratado, entre broma y veras de forma lastimosa, a la crema y nata de los empresarios mexicanos los invita a Palacio Nacional y ofrece tamales de chipilín (sic) y los conmina a invertir, a ayudar en las controversias del tratado Mexico-EUA-Canadá y a comprar cachitos de lotería. No se sabe bien a bien si fue burla el menú o un abuso del chef en alianza con la Lotería Nacional, que aún no ha podido deshacerse del mega avión disque presidencial, paradito y arrumbado por un estigma antiriqueza. O un complejo de abuso presidencial.
Casi grita: todos debemos de ser felices en la pobreza que purifica. Se olvida que El Progreso y las cosas, los bienes, instrumentos y los medios deben de usarse para el bienestar y no rechazarse por sistema, lo que revela complejo y mareo. Una vulgar e irresponsable autoflagelación.
Que su palabra es la ley en las mañaneras. Repetitiva y monótona.
Que la economía es moral… y no pueden convenientemente multar y cobrar a Iberdrola por sus excesos y fechorías. ¿Se hacen todos locos como el tío Lolo? Economía moral y olvidan la capacidad ética individual y empresarial. Se conforman con generalizadas reglas de comportamiento social y apapachos de buena conducta neoinstitucional.
Tampoco han podido contestar y explicar racional y suficientemente las críticas diarias del Reforma y los demás. Salvo la reiterada minusvaloración de lo que escriben y dicen con la permanente acusación de ser neoliberales clasistas… y corruptos, que desde antes sabíamos.
En Morena están hechos bolas, más que queso Oaxaca. Además la mediocridad campea. Por ejemplo, la ignara secretaria Delfina se perfila para ser la candidata a gobernar el Estado de México a pesar de la debacle en su quehacer político, incluida su mínima actuación en la Secretaria de Educación Pública, antes con secretarios de gran valía intelectual. Y todo porque es la preferida del jefe máximo. Le cae bien por humilde.
Y si en esas estamos, sin duda será Claudia la escogida, que se confiesa ser 100% amloista sin ningún pensamiento personal.
El gran problema de esta administración es que a todas luces la palabra y voluntad del pejePresidente es lo único que prevalece en la 4T. Desde cómo resolver la escasez de agua en Monterrey, hasta cómo enfrentar la violencia y la inseguridad que, a pesar de los informes de sube y baja en las multicitadas mañaneras, nada más no se controla. Las bandas de delincuentes se mueven a gusto y conforme a sus intereses crematísticos y de mercado, el tráfico y el miedo prevalecen.
El régimen padece, sin duda, cansancio de tanta solitaria incomprensión. En teoría se trata de resolver problemas y él es el único que responde, parece aislado rodeado de sus fieles y sin nadie que pueda señalar otro mejor camino. Quien no está expresamente con la 4T es deleznable, por decir lo menos.
Tómese un día de descanso en el maremágnum para meditar.
Todo se trata de resolver con denostaciones contra la corrupción e impunidad. En cambio, de comprobarse las acusaciones, incluidos jueces notoriamente antiPeje, debieran castigarse.
A pesar de reiteradas críticas, más del 60% de los electores dicen que volverían a votar por Morena en las próximas elecciones presidenciales, en gran parte porque la oposición es un desastre, desde PanVox a Prialito aún en alianza, a los naranjas que tal vez pudieran crecer con Monreal, excluido de los y las nombrados corcholatas y, por tanto, humillados, minusvalorados y aguantan de todo, siempre que sea un mensaje del presidente.
Se trata de una estrategia de mercadotecnia que pretende ‘ser de chiste’ para hacer reír al respetable, una especie de distractor de lo relevante, frente a los pobres resultados de investigaciones para detener a los responsables de los asesinatos cometidos en la Tarahumara y otros.
Se olvida que en la democracia, el poder es el conjunto de determinaciones y posibilidades que la administración triunfante, por voluntad de los electores, lleva al cabo con políticas y acciones en beneficio de la población sin exclusión específica de nadie que cumpla con la ley.
El poder es para resolver la contradicción capital-trabajo en acuerdos de beneficio mutuo, apegados a Derecho.
Es para contener y reducir la criminalidad, la marginalidad y asegura la paz social.
Es para resolver diferendos internacionales con sabiduría y en consenso, sin hacer un circo de ello.
El poder, a lo largo de la historia, se revela como un conjunto de razones que determinan lo que se produce, los resultados que se obtienen: por ejemplo, el manejo de los militares y su inserción en responsabilidades adicionales a la tradicional responsabilidad del ejército y la marina..
En México hoy, el poder es además, una alternativa única ante el vacío de la inversión nacional que espera alguna señal de cambio que garantice sus intereses; en tanto se mantienen grandes capitales fuera del país, anonadados.
El poder es para combatir a los narcos con fortaleza y buenos resultados versus la guerra calderónica de mátenlos en caliente de inspiración porfirista, o los abrazos.
Para Clausewitz, filósofo oficial militar prusiano, autor del Tratado de la Guerra, ‘la guerra es la continuación de la política por otros medios’. En su teoría: el odio, la estrategia y la pasión política serán determinantes en la victoria o la derrota, ‘para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad’ o avasallarnos.
Michael Foucault juega con el aserto: ‘la política es la continuación de la guerra”. Le interesa la relación entre la razón y la locura.
La ‘normalización’ entre individuos, unos más capaces que otros; el que obedece a una norma determinada de comportamiento en el sistema de producción dominante, en el poder de la sociedad contemporánea. Y aquellos que por distintas razones se ubican más allá de lo socialmente adecuado, mediante distintos procedimientos de dominación.
En efecto, son las relaciones de poder: “las que el Estado ejerce… las que el padre de familia ejerce sobre su mujer y sus hijos, el poder ejercido por el médico”, el poder de los grupos de élite, de periodistas y comunicadores.
En el ejercicio del poder, las relaciones de dominación se llegan a pervertir, se vulgarizan, se vuelven corrientes. Es entonces tiempo de recuperar nuestra cultura, mangoneada, humillada, trastocada.
Es claro que el poder es para alcanzar bienestar con verdaderos valores culturales de nuestra historia, para cumplir objetivos de beneficio social y no para jugar con chavacanerias insulsas.
El poder es para combatir sin denuedo la corrupción y la impunidad con resultados y no para justificar la mínima labor de una fiscalía ineficiente que camina a ritmo de tortuga o caracol, porque le “tengo confianza al fiscal”.
El poder, señor presidente, es para dejar de lavarse las manos ya que compromete e implica obtener buenos resultados y su evaluación.
En efecto, como se sabe, algunas cosas se han hecho bien, como los programas sociales y el cobro de impuestos a quienes nunca antes habían pagado; sin embargo, no es suficiente.
Las carencias son enormes y no se resuelven con improvisadas políticas mañaneras por más poderosas que pudieran parecer en contra de adversarios e implacables detractores.
El poder como un bumerán, se vuelve en contra de quienes lo abusan y se les seca el alma.
#LFMOpinion
#ProhibidoProhibir
#Poder
#Foucault
#Mexico