PROHIBIDO PROHIBIR

Los datos

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Ya estuvo bueno de distraernos con sus datos y los del otro.

Recientemente el conocido periodista Jorge Ramos madrugó y lo trataron con extrema cortesía en la mañanera. El famoso pejePresidente lo distinguió tratándolo como invitado VIP y Ramos aprovechó el uso de la palabra para polemizar y tratar de golpear.

Con números ‘oficiales’ confirmó lo que algunos o muchos sin duda creen.

En cuatro años de Transformación ha habido en el país más muertos por homicidios dolosos que en cada una de las administraciones de Fox y Martita, Calderón y Peña.

El jefe de las mañaneras, tal vez medio desvelado por los informes militares de los sismos madrugadores en este mes de la Patria, se hizo bolas, aunque alcanzó a señalar su desacuerdo con los números presentados. Habló de la reducción del 10% y de un 2% menos en homicidios dolosos… la verdad es que no convenció suficientemente a pesar de su pasión por su estrategia para combatir el crimen organizado y la violencia.

A pesar de la fortaleza de los abrazos y de las desmañanadas diarias a las 6 am con todo el equipo de seguridad nacional, es obvio que se requiere mayor sofisticación y mejores resultados.

Una vez más señalo la cuestión fundamental, que debiera ser parte del discurso oficial y ahorraría dolores de cabeza y momentos incómodos: “en realidad no importa cuántos asesinados sean, uno sólo es inaceptable”.

Miles abonan al miedo social, a la identidad bananera de nuestro país, al dominio de las narcobandas en las comunidades y en estados como Guanajuato, Jalisco, Sinaloa y Baja California, por ejemplo; a la certeza mundial de la estrategia fallida para reducir las muertes y a la complicidad eventual entre autoridades y la delincuencia, más aún con la creciente demanda en los EUA por el consumo de fentanilo y otros nuevos químicos que han sustituido a la cocaína y a la heroína.

De ese tamaño es el problema. Las ganancias de esa droga puesta en los mercados estadounidenses llegan a ser inconmensurables. Así los muertos por su consumo y los riesgos en la cadena de producción y distribución, que desquician el tejido social.

Ante esta situación y la proximidad del 2024 y la probable extensión hasta el 2028 de la Guardia Nacional en actividades del ámbito civil para la contención y reducción de homicidios, es imprescindible revisar y mejorar lo que se hace para mitigar la violencia, además de los mentados abrazos.

Con certeza hay que ir a las causas: reducir la pobreza, la falta de empleo y oportunidades, fomentar el trabajo bien pagado, reducir las enormes diferencias sociales: millones de pobres, relativamente pocos ricos y unos cuantos super ricos.

Además de combatir en serio el muy lucrativo y riesgoso mercado de fentanilo, alrededor de 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina.

Entre tanta muerte de inocentes y adictos se trata de construir un país más equilibrado y productivo, con mejor educación, más allá de intenciones oportunistas e inauguración de universidades sin recursos adecuados.

En este sentido, la UNAM y el Poli, son un ejemplo que requieren asegurar presupuestos amplios y crecientes, además de auditorías y controles internos para evitar desviaciones y abusos.

No debe de inventarse el hilo negro: sabemos lo que no queremos, lo que no funcionó. No a la guerra calderónica, no a la incuria peñista. No a la mediocridad de Fox y Martita.

Se trata de profesionalizar a la Guardia Nacional para que en el corto y mediano plazos asuma plenamente el papel de policía federal y substituya a las corruptas e ineficaces policías estatales y municipales.

Se trata de que tengamos en México un cuerpo eficaz contra el crimen como los “flicks” franceses, los carabinieri italianos, los bobys ingleses, tradicionalmente desarmados o la guardia civil española.

Recuerdo en mi experiencia varias anécdotas al respecto.

Alguna turista despistada dejó su teléfono sobre la mesa de un café parisino, de pronto un joven corrió y lo agarró, robándoselo. De inmediato ella gritó, apareció un flick y en unas cuantas palabras le dijo: no se preocupe, espere aquí. Explicó que Jack, de su mismo distrito, vigilaba del otro lado de la calle y detendría al raterillo para recuperar el celular. Lo que en efecto, ocurrió. Los comensales del café aplaudimos cuando le regresaron su propiedad a la joven canadiense, con una disculpa de parte de las autoridades de la ciudad Luz.

En el vaporetto del Gran Canal de Venecia, un 9 de abril de infausta memoria, olvidé una maleta de mano. El carabiniere se dio cuenta y me alcanzó más adelante para decirme que debía de recoger la prenda en la estación a partir del día siguiente con un recibo que me extendió.

Cruzando Hyde Park en Londres, a toda velocidad en mi Renault amarillo con placas francesas, un motociclista me detuvo. Le expliqué que mis amigos debían de tomar un avión en breve por una urgencia familiar pues sus padres habían sufrido un accidente. Revisó mis papeles. Y con very inglish accent dijo: ‘no queremos más accidentes, vaya con cuidado y modere su velocidad’.

En Madrid, hace años, un guardia civil me detuvo por otra supuesta infracción de tránsito. Se identificó y solicitó con amabilidad papeles del coche y ‘carnet de conducir’. Viajaba yo con mi mujer embarazada, con mi primera hija en la panza y era yo un orgulloso futuro papá. ‘Excedió el límite de velocidad’ dijo. Mire, le dije, tuve que hacerlo por seguridad, para evitar al tipo ese que es un peligro manejando. Me dijo, ‘aquí no hay tipos, todos son señores’, y viendo mi pasaporte: ‘ya sé que en México se utiliza la “mordida”. No crea todo lo que le cuentan, comenté. En mi país tenemos una muy eficiente policía profesional, agregué, mordiéndome la lengua. ‘Bien, felicidades por el crio, dijo, disfrute su estancia y no rebase cuando no debe’. Viva España pensé y agregué: Viva México.

Los hechos relatados muestran una consideración elemental para tener éxito como policías: los cuatro son respetados y reconocidos por la mayoría de la población, fundamentalmente por muchos años de trabajo y por sus buenos resultados, grandes y pequeños, en favor de la comunidad. Poseen una mezcla de respeto, miedo y afecto de los ciudadanos, tienen orgullo por su trabajo. Y funciona la alquimia.

Mientras los mexicanos no construyamos esa confianza recíproca con las autoridades policiacas, llámense como se llamen, nos seguiremos cambiando de acera cada vez que nos topamos con algún agente uniformado.

Hoy, en general, no hay claridad ni diferencia real entre policías y ladrones, lo que es muy lamentable. Y ello es precisamente lo que la Guardia Nacional pudiera lograr, al ser un cuerpo relativamente nuevo con mística, teóricamente incorruptible y con las mejores cualidades de disciplina y honor del Ejército y la Marina.

Muy lamentable es que pripanistas y demás que antes apoyaron la Intervención del Ejército y la Marina en el combate a la delincuencia, incluso con excesos y responsabilidades en matanzas de civiles, hoy se opongan por sistema a todo lo que sea 4T (aunque sean explicables, no justificables, sus razones opositoras).

Insisto, se requiere una gran cruzada nacional de reconciliación y establecimiento de metas y objetivos regionales y estatales contra las narcobandas con responsables asignados para combatirlas con toda la fuerza del Estado.

Es urgente reducir la creciente violencia, la inseguridad y los miles de homicidios dolosos que nos deben de avergonzar a todos.

Ya estuvo bueno de distraernos con sus datos y los del otro. Debemos de acabar en definitiva con delincuentes y asesinos. Con abrazos, inteligencia militar, fortaleza y como en la canción: ‘para bailar la bamba, para bailar la bamba, se necesita una poco de gracia…’ y alguna que otra cosita.

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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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