PARRESHÍA

Iceberg por democracia

Iceberg por democracia

Foto Copyright: lfmopinion.com

De los partidos mejor ni hablamos.

Nuestro foco está desajustado, al menos en lo que toca a la democracia.

Y no podría ser de otra manera, siendo ésta atormentada como lo es.

Nuestra democracias es restrictiva, llena de prohibiciones, que, por otro lado, todos violan a discreción.

Prohibición de campañas adelantadas, pero somos el único país con una campaña presidencial de 18 años ininterrumpidos y sabrá Dios cuántos más.

Precampañas que son campañas, pero disfrazadas y toleradas.

Intercampañas que ni el INE sabe que diablos son.

Modelo de comunicación política que incomunica en un intercambios de spots insulsos que insultan la inteligencia y el buen gusto.

Ley mordaza a todo aquel que no sea partido o candidato.

Más voceros que candidatos y campañas.

Debates a todas horas, por todos los medios y por los mismos personeros que solo han venido a descentrar las elecciones de temas torales. Jauría de egos desenfrenados y ejercicio tan efímero como ruidoso y lucrativo para los medios.

Autoridades protagónicas y rijosas, además de enfrentadas.

Opinocracia de risa, cuando no de llanto.

Analistas metidos a Coordinadores de campaña, expresidente de partido corrido tardíamente por daños y perjuicios, paneles de entrevistadores que son de piedra con uno o que se pelean por la palabra como asambleistas del CEU con otro.

Bajo esa óptica tan deformada y las sombras propias de cataratas comodinas y hechas para destacar lo anecdótico por sobre lo sustantivo, avanzamos en el espectáculo de lo que debiera ser análisis de problemas y valoración de propuestas.

Lo que observamos es una ciudadanía ávida del escándalo, regida por los memes, propensa a decisiones dictadas, paralizada por el miedo, extraviada en el vértigo de la inmediatez.

De los partidos mejor ni hablamos.

El hecho es que vemos lo que quieren que veamos, no lo que debemos ver.

Ya ganó AMLO, qué vamos a hacer, se oye repetir como infantes incapaces y miedosos a adultos en mesas y reuniones.

No oigo, sin embargo qué se piensa de lo que proponen los candidatos, de sus contradicciones, de su coherencia.

Me sorprende que con razón se cuestione el ilegal proceder de la PGR en el caso del video de Anaya, pero más que nadie se despeine por el cúmulo de irregularidades financieras en su haber.

De Meade solo se ve, y en ello me hago cargo de lo que a mi me toca, su falta de garra como candidato y la lápida que carga llamada Peña y PRI, ahora también Niño Verde.

De AMLO se destacan sus chistoretes, pero nadie se preocupa por sus contradicciones, rijosidades y claros desvaríos.

Rodríguez Calderón cumple bien su papel de payaso de pasteles y Margarita… ¿qué se puede decir de Margarita?

Y sin embargo, nos encaminamos a las elecciones más complicadas y numerosas de nuestra historia.

A veces pienso que vamos directo a un Iceberg y aplaudimos por ello.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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