Los cronopios
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El título de este texto es sugerencia de Julio Cortázar, su creador. E indirectamente de mi querido primo Guillermo, el Billy, avecindado en San Miguel de Allende desde donde hace mágicas composiciones fotográficas en varias dimensiones con toques filosóficos y mensajes subliminales. En efecto, son imágenes percibidas sin tener conciencia definida de ello.
Me viene bien escribir sobre este tema después de las brujas de Halloween y los difuntos de Todos Santos. No es que se parezcan o sean parientes, es sólo que casan perfecto en estos tiempos de alboroto: de mañaneras repetitivas, de vulgares intervenciones en el Congreso, de martes del Jaguar y otros foros como las mesas de análisis de los opositores hundidos que abundan en la radio, televisión, en redes sociales y desde donde lloran y odian.
Se trata de proponer y fomentar un espacio de reflexión y divertimiento donde, como acertadamente dijo Ricardo Monreal, aunque yo lo escribí antes, se trate de fomentar la reconciliación nacional, como condición sine qua non para progresar sin sacarnos los dientes, los ojos, las entrañas y la sangre.
Empecemos por aquí: un cronopio es medio morado, aunque asume varias tonalidades según la luz del día. Generalmente quiere vivir en un mundo sin fronteras, sin guerras, sin discriminación, sin racismo y sin pobreza. Un mundo de seres creativos, en busca de la felicidad, de hombres y mujeres libres de tabúes.
Un cronopio es difícil de hallar, como Whitman, Heine, Cortázar, Galeano… y otros muchos. Unos esbozados, encubiertos, perseguidos y quemados vivos como Servet, o mártires como Savonarola, Juan Huss o Jan Palach y héroes avant garde como Juana de Arco, el Cyrano de Bergerac, el capitán Nemo y Kafka.
En México cronopios destacados ha habido como Morelos, Beno Juárez, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Lázaro Cárdenas y en las filas contrarias, Maximiliano de Habsburgo y Tomás Mejía.
También Pellicer, Borges, Paz, Sabines, Alvarado, Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, el Gabo, Posada, Mexiac, Alfonso Caso, López Tarso, Sofía Loren.
Es obvio que la cronoscopiedad va más allá del enfrentamiento guerrero o discursivo, se trata de luchar con denuedo cada quien por su bandera, por su idiosincrasia y sus ideales, viendo en el horizonte la construcción de un mundo mejor. De un país más equilibrado y soberano. Sin violencia, ni feminicidios, ni narcobandas.
Hoy, por ejemplo, en todos los estados del país, hay libertad de elección y de casamiento entre los mismos o diferentes géneros y muchos estados han legislado a favor del aborto hasta las 12 semanas de gestación.
En la mayoría de los estados son bienvenidos los migrantes nacionales y extranjeros y se practican políticas de respeto a sus derechos humanos, aunque no deja de haber abusos y crímenes cometidos por delincuentes de la estirpe de los famas, o sea, pretensiosos y formales, como Salinas, Zedillo, Martita y Fox, Calderón y Peña, en México y Pinochet, Trump, Putin y Bolsanaro en el extranjero.
Dice Cortázar que también hay ‘esperanzas’, aburridas e ignorantes. Digo yo: como ciertas senadoras del Pan. Que aunque digan misa a gritos son las cuatro un dechado de vulgaridad y asco parlamentario.
Para medio emparejar las cosas, ¿quién diablos le habrá hablado al secretario Adán? que recorre el país con la daga afuera del fuste de la concordia y presume de bronco, como si fuera norteño… del norte de Tabasco. ¿Será todo por agradar o divertir al mero mero? ¿Sabrá que así nomás no llegará jamás? ¿Estará ya convenciendo de su limitada condición, triste condición de dinamitador de esperanzas?
Más específicamente, la distinción entre un cronopio y un fama es obvia. El primero es artista, el segundo es mercachifle. Y las ‘esperanzas’, son muchas veces pirujas arrepentidas en proceso de descomposición.
No hay más que comparar el cielo con el infierno. Los cronopios aún muertos brillan en el horizonte, los famas están instalados per secula seculorum en alguno de los siete círculos infernales descritos por el Dante, siempre acompañados de azufre y fuego ardiente que les quema la consciencia presente y pasada, por más que el cinismo los proteja y no se puedan ni quieran dar cuenta de cuánta porquería a su alrededor generan, de adentro a fuera. Hay una gran diferencia entre un empresario acumulador y un artista generador. El primero es como Rico Mc Pato, se la pasa contando sus bienes; el segundo canta, baila, ama. El primero no duerme por miedo a que lo roben, el segundo cuando no duerme es porque no encuentra un punto final o el color exacto del amanecer.
La soberbia y la estulticia permean la vida mínima de burgueses que no ven más allá de sus bolsas de dinero repletas de vergüenza, de cheques, oro y plata. Y generalmente de abusos.
Empresarios que, por fin, pagan impuestos atrasados y gritan de repulsivo contento, “para que coman, ¡perros!”.
Mientras los criminales de las narcobandas se ríen de los abrazos y se pasean impertérritas ante la guardia nacional. ¡Lero Lero! Poco a poquito se van muriendo. Y el colmo, un expanista propone negociar con ellos, como antes.
Muchas fuentes de información se presentan como no verificadas mientras el jefe Zerón sigue protegido en Israel. Y se dice que muchos quieren dinamitar la investigación que pudiera determinar una nueva historia oficial.
Muchas cosas quedarán en veremos. Si acaso con el rubor de una obra sin marcha hacia atrás.
¿Qué harán las corcholatas en esta moda de elección adelantada? ¿Quién será el verdadero elector?
¿Prevalecerá un cronopio, un fama o las esperanzas?
Mientras tanto, aunque todo parece muy lejano. Falta todo por ocurrir. Aunque ya pasó de todo.
En verdad, los mexicanos siempre esperamos milagros. Si no es hoy será mañana. Que además en unas horas llegará. Más aún con una hora más adicional por el retraso decretado por insignes padres de la patria, asesorados por ya saben quién.
Ahí está, ya llegó, la reforma electoral. Transformación del Instituto Nacional Electoral (INE) hacia consejeros electos.
Menos congresistas, menos financiamiento público a los partidos y recomposición del Tribunal Electoral.
La oposición llora, llora e insulta; manifiesta la muerte de la democracia, los reconocidos famas se rasgan las vestiduras y se ríen del desprestigio y el espectáculo futuro en el Congreso dirigido por Adán y su alter ego.
En solo dos años los cronopios habrán de vencer o más perros morderán cabezas humanas desperdigadas en busca del resto de sus cuerpos, entre acciones judiciales intrascendentes, aunque monetariamente productivas.
A este país nuestro tan diferenciado, las alternativas le abruman: o nos reconciliamos o nos distanciamos. No hay medias tintas. ¿Jugaremos a ser cronopios o nos llevará la amargura, prevalecerán la insolente escandalosa certeza de la inequitativa distribución del ingreso y la riqueza actual, la continuación de la corrupción, la criminalidad y la impudicia? ¿Acaso el discurso político verborréico y locuaz? ¿La descalificación mutua y el vulgar golpeteo? ¿O habremos de abrir una ventana de luz para bien de todos?
¡Felicidades Brasil!
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