PARRESHÍA

Las guillotinas no discriminan

Las guillotinas no discriminan

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El problema será amarrar al Huchilopoztli que todos llevamos dentro

"Sólo hay dos razones para renunciarle a un Presidente, solía contarme mi padre que así iniciaba la renuncia de un Secretario de Estado, creo recordar, a Alemán: la primera porque el Presidente le haya perdido la confianza al Secretario; la segunda porque éste la haya perdido a aquél."

Manlio Fabio Beltrones no era Secretario de Estado, pero su renuncia al PRI lo es también al Presidente. No obstante, ésta no responde a perdida de confianza alguna porque, creo, jamás la hubo verdadera entre ellos.

Puedo suscribir las culpas que Manlio reparte con ventilador en su discurso de salida, pero no son éstas realidades novedosas ni desconocidas; existían antes de su llegada al CEN priísta y sabía a lo que se enfrentaba al asumir el cargo

Echo de menos en sus palabras, sin embargo, alguna línea de autocrítica. Las culpas, parece decir, son de todos, menos mías, lo cual le restó altura a su salida.

Resbala en sus argumentos traición al PRI desde el gobierno, cuidándose de excluir de ello al Presidente, con quien, dice, mantuvo un "diálogo permanente y fructífero". Pero, repito, esas cartas le eran conocidas cuando impuso su presencia en esa mesa y con esa baraja.

No obstante, la suma de circunstancias deja la impresión de estar ante un remix del preludio de la elección del 2000, en la que el zedillato operó para abrirle Los Pinos a Fox. No asumo con ello que el PRI no aqueje graves, añejos y profundos cánceres, pero sí que se agudicen con especial agenda. De forma más soterrada y preocupante, queda un resabio de reedición del clima del 94.

A ello abona, sin saberlo, la salida de Manlio. Si, al estilo Martínez Cázares (PAN 2009), se hubiese concretado a decir que se retiraba por los saldos electorales, le hubiera despejado al PRI un camino menos azaroso; pero se fue rompiendo la mesa en torno a la cual ahora habrán de sentarse los priístas a reencontrarse y reconstruir su brújula. Tendrán que hacerlo en un clima de desconfianzas, agravios y reclamos; no de reflexión y autocrítica constructiva, no obstante así invitase Beltrones a hacerlo.

Lo hace, además, a semanas de una Asamblea Nacional a celebrarse en condiciones poco menos que propicias: derrotas electorales, divergencias internas, aislamiento, mezquindad gubernamental, renuncia de su Presidente del PRI, Presidente de la República con un liderazgo y comunicación extraviados, reclamos contra la corrupción e impunidad al borde del motín, economía desalentadora, violencia incontrolada en regiones enteras, CNTE con líderes en la cárcel, sus aliados políticos en abierta provocación y ocho muertos como bandera, más todo lo demás que guste Usted sumarle.

Corresponderá enfrentar dicha Asamblea a una Secretaria General en funciones de Presidente, a la que poco le van de ayudar las sospechas irrefrenables del fuego amigo contra Beltrones, alentadas en la narrativa del discurso de renuncia de aquél; el ser mexiquense de cara a un priísmo que se asume desplazado por mexiquenses y denuncia su monopolio sobre el aparato federal; el ser prima de Peña Nieto frente al PRI duro que carga en él todas las culpas por las derrotas electorales y las tormentas en el horizonte; menos aún su lacónica carrera política. Parajodas del destino, a Peña Nieto, paladín del cuotismo de género, le tocará demostrar, a trasmano de su pariente, que la cuota libera de la carga de tener experiencia y artes políticas. No tendría elementos para dudar de las capacidades de la novel Presidente, pero tampoco de las hienas y tepocatas que hallará en su camino. Ella fue testigo de calidad de las que Manlio halló en el suyo.

¿Mi prospectiva? La Asamblea será tomada por los duros del PRI y sus particularismos seguirán ahondando el desgarre al que me referí la semana pasada (http://bit.ly/28JloNq) y que, se antoja, alguien auspicia desde el gobierno.

Ahora bien, a estas alturas el PRI es lo de menos. ¿Cuál será la suerte de un gobierno ante la posibilidad de tener a todos los partidos en su contra, una vez que los duros del PRI se rebelen contra Peña; con fracciones parlamentarias en el Congreso de la Unión inservibles e impresentables, gobernadores desprestigiados y contra las cuerdas, y que se vea obligado a meter a los suyos a la cárcel, cuando perdonó a muchos panistas al negociar sus reformas?

Por si fuera poco, la salida de Manlio desata un incendio adicional a los que ya hace frente el Presidente. Hay quien sostiene que su salida estaba decidida, más no su fecha y que Manlio prefirió irse a que lo fueran. La verdad nunca la sabremos. Como sea, la inoportunidad política es innegable: las circunstancias no pueden ser más adversas para procesar una elección interna, ni hay en el horizonte peñista figura que llene los requisitos de liderazgo, experiencia y capacidad necesarios para enfrentar desde el CEN del PRI los retos del 17 y 18.

Finalmente, preparémonos para el terror. Cuando Manlio demanda: "atendamos las demandas de castigo a la corrupción y la impunidad", Robespierre pasa a ser un bebe de pecho. Me congratulo por lo que corresponde a los Medinas, Duartes y Borges. El problema será amarrar al Huchilopoztli que todos llevamos dentro. Ése, quizás, sea el mayor error de Manlio en su salida: pedir guillotinas que, una vez echadas a andar, a nadie discriminan, porque se mueven al ritmo del clamor popular, no al del cumplimiento de la ley.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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