PARRESHÍA

Mirar a México

Mirar a México

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Una nueva forma de mirar a México, de pensarlo, de discursarlo, de hacerlo otra vez nuestro y de todos; de verlo tal y como aparece de cara a todos y desde todas las perspectivas.

Y se preguntaba Nietzsche, ¿hasta qué punto se extiende el carácter perspectivista de la existencia?, “el intelecto humano no puede evitar verse a sí mismo bajo sus formas perspectivas y sólo en ellas”. Los hombres sólo podemos ver al mundo desde nuestro modesto rincón y desde él lo “humanizamos”. Humanizar al ente en su totalidad es reducirlo a nuestro tamaño, darle “antropoformismo”; arrinconarlo en nuestra perspectiva, acotarlo a nuestra concepción de tiempo-espacio, atribuirle nuestra racionalidad e irracionalidad, nuestros gustos y displaceres, nuestras leyes y moral; nuestros propósitos, nuestros cánones de belleza, verdad, valor y justicia; nuestros dioses y demonios, nuestra organicidad, lógica y locura. Tras de ello, no queda nada del ente, sólo una sombra de nosotros.

¿Vemos el mundo o lo creamos a nuestra imagen y semejanza?

Este tema, cuando hablamos de política, es crucial. Desde la sociedad civil se quiere ver al otro, aunque las más de las veces antes de verlo se le define y dicta una forma de ser, un modelo, un paradigma, un pensamiento único y autorizado. El mundo, así, se esquiza en nosotros y los otros; los propios y los extraños; los afines y los contrarios.

La comprensión desde lo político, sin embargo, no busca comprender al otro, “sino entender el mundo común tal y como éste aparece al otro. Si hay una virtud (sabiduría) típica del político, ésta es la capacidad de ver todos los aspectos de una cosa, es decir, la capacidad de verla tal como aparece a todos los afectados” (Arendt).

Tal es la virtud que persigue Méxicolectivo. Por eso ha sido tan difícil introyectarlo incluso en casa. Méxicolectivo quiere ver más allá de los problemas concretos, sus circunstancias y posibles soluciones, a riesgo de sólo agrupar, sumar y comparar datos y estadísticas.

Méxicolectivo busca otras formas de mirar y discursar que nos permitan ver lo que es—entre nosotros. Aristóteles cambió el criterio para clasificar las formas de gobierno de Platón por el de interés, es decir, si el gobierno respondía al interés de uno, de pocos o de todos. Porque más importante de quién o quiénes gobiernan, es en función de qué interés lo hacen. Porque inter—es es aquello que media entre nosotros, lo que nos concita, iguala y diferencia. Pues bien, más que ver caras y problemas en su circunstancia y concreción, debemos de ver, entender y normar el espacio común donde sobre un mismo fenómeno se conjuntan innúmeras visiones, las más de las veces contradictorias. Reencontrarnos en un ámbito común en donde todas las personas y todos los problemas y todas las opiniones tengan cabida.

La sociedad civil y la política no son contrarias. De hecho se conforman con las mismas personas. Pero sus perspectivas, horizontes, agendas y alcances son diversos aunque compatibles. Lo que para uno es un derecho para otro es una carga; la libertad de cada uno se ve limitada por la libertad de todos, pero sólo así hacemos posible la libertad; y no se trata de mundos diferentes, encontrados y excluyentes entre sí, sino de la pluralidad propia de la vida en común: un mismo mundo compartido por muchos. Un mismo México.

Méxicolectivo, ruidos aparte, busca una nueva forma de mirar a México, de pensarlo, de discursarlo, de hacerlo otra vez nuestro y de todos; de verlo tal y como aparece de cara a todos y desde todas las perspectivas.

Elevemos la mira. ¡Hagámosla plural!

México nos lo demanda.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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