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Día del Padre

Día del Padre

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La imagen del padre, del realizador y responsable de todo, dominador, autoritario, repetitivo, se consolida todos los días en nuestro sistema político.

Vivimos inmersos en las olas y reflujos que dicta el mercado. En sus necesidades y ordenanzas. Somos seres espejo de reflejos, siempre prestos para celebrar y conmemorar… el día de la madre, el día del maestro, de los novios o del amor, de la bandera, la constitución, el día del compadre. Nochebuena y Navidad, los Santo Reyes. Estamos atentos para celebrar el día de la virgen o de las once mil. El día de la independencia y el de la revolución. El día de la igualdad. y desde luego el día especial de nuestro cumpleaños, en referencia de haber sido el espermatozoide perfecto que venció en la primera carrera de fecundación del óvulo y hasta del santo, aunque esté sea cada vez menos popular. Celebramos incluso el día del trabajo, aunque andemos desempleados.

También hay el día del abogado, del ingeniero, del contador, del administrador… en algunos lugares, hasta de la mujer pública.

¿Qué locuras sociológicas, si las hay, hace que abracemos este estado de cosas, que desgasta en todos sentidos y nos cuesta emociones y dinero, qué enseña, qué provoca a la memoria para no olvidar, para dominar, para actuar como lémures o seres antisociales si acaso no participamos?

El día del padre es especialmente disruptivo en la normalidad descrita, en la cotidianidad social. Y es que, en realidad, es muy difícil ser buen padre.

No ser el padre que abandonó, no el padre borracho. No el abusador. El padre violador. El valemadrista. El prepotente autoritario. El mal ejemplo a quienes los hijos culparán a su tiempo de todos los males… y el jugador del mal ejemplo. Aquellos que merecen denostación y olvido. Los padres de nombre de papel.

Desde el principio en la consolidación de nuestro mestizaje; ni indígenas, ni españoles, los padres asumieron la imagen autoritaria, dominadora del vencedor. Y las mujeres su histórico papel de violentadas y madres protectoras, puras, sacrificadas, aguanta todo.

Razón suficiente para reprobar el mantra repetido de la imagen autoritaria por definición, histórica, chocante, discriminatoria. En lugar de ‘primero los pobres’, lo que pudiera ser justo en principio, a primera vista y dada las enormes diferencias económicas y sociales que privan en el país. Mucho mejor en nuestras condiciones actuales debiera de ser: Todos primero, ¡cada quien de acuerdo a las necesidades y capacidades de progreso!

La imagen del padre, del realizador y responsable de todo, dominador, autoritario, repetitivo, se consolida todos los días en nuestro sistema político. Como el Tlatoani, el Obispo prepotente, el conquistador español con armadura, a caballo y arcabuz. El dios sexenal. Sabelotodo. El entrenador, el gobernador, el alcalde, el policía, el presidente.

El que promete y no cumple. El que escoge otra familia y reconoce otros hijos que no son suyos mientras los verdaderos sufren escasez o privilegios inmerecidos. Un padre sin sentimientos ni interés para los que deja atrás. Un padre de quien se busca intensamente aprobación mas su egoísmo y arrogancia no lo deja, ni le permite darse cuenta de las urgentes necesidades de afecto y cariño para sus hijos.

Frente a frente los padres se disputan la verdadera paternidad, no es necesariamente el padre biológico el victorioso, muchas veces es el extraño quien quiere, el que ama y educa. El que se queda con la responsabilidad y el privilegio de estar, de ser.

En redes sociales y entre amigos y familiares las imágenes muestran siempre el estado ideal de felicidad, la mejor relación del padre y el hijo, el mundo color de rosa, no importa cómo fue en realidad la vida del padre y su relación con la progenie, en tanto que ya murió se vale enviar besos al cielo. Aunque Zeus destruyera a Cronos y antes Cronos se impusiera a sus hijos anteriores hasta que el futuro Dios del Olimpo, lograra rescatarlos de las entrañas del padre. Cronos casó con su hermana Rea y fue derrotado por su hijo. Desde entonces, los hijos deben ser mejores que los padres, como un signo inequívoco de progreso. El día del padre es entonces el día del hijo p; y hay de hijos a hijos de la tostada.

Es el círculo de conocimientos en otro nivel de consciencia.

Felicitemos a los padres que tienen buenos hijos y que serán eventualmente mejores padres, no solo por embarazar a una mujer sino por amar, educar, ser y estar.

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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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