PARRESHÍA

Necesidad de pensar

Necesidad de pensar

Foto Copyright: lfmopinion.com

La necesidad de pensar no se deja acallar por los discernimientos de los sabios; el pensamiento solo puede satisfacerla si los pensamientos de ayer satisfacen las necesidades de hoy, en la medida en que sean capaces y deseen volver a pensarse. (Arend

El pensamiento es invisible. Si bien se da en un mundo de apariencias —y de él se alimenta—, es invisible y "trata con invisibles, con cosas que no están presentes a los sentidos. Pero que, también, pueden ser y en la mayoría de los casos son objetos sensibles, recordados y guardados en el almacén de la memoria, preparados así para una reflexión posterior" (Hannah Arendt).

Pero el pensamiento y su racionalización adquieren significación ante otros una vez hechos palabra; hasta podríamos decir que todo pensamiento es político cuando se hace discurso compartido en plural. Recordemos a Arendt: los hombres "sólo experimentan el significado debido a que se hablan y se sienten unos a otros a sí mismos". A ese respecto, sostiene Karl Jaspers, "toda filosofía impulsa a la comunicación, se expresa, quiere ser oída, en el hecho de que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad. Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía". De hecho, si bien lo vemos, "no hay ninguna realidad muda", ya que "todo lo no dicho propiamente se queda sin realidad" (Jaspers). Mi pensamiento es en mí, pero no comparte aún la realidad —que siempre es con otros— hasta que lo hago palabra. Aquí aparece otro aspecto importante del discurso y de la acción que hacen la política: su carácter agónico, de combate y de lucha, porque con el discurso, con la acción, abandonamos el cobijo de nuestro interior y nos arriesgamos a mostrarnos ante los demás.

Extracto de La Caverna Digital. Muerte del pensamiento, accesible impreso y en línea en amazon.com.



#LFMOpinion
#Parreshia
#Pensamiento
#Discurso
#Accion

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: