Necesidad de pensar
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El pensamiento es invisible. Si bien se da en un mundo de apariencias —y de él se alimenta—, es invisible y "trata con invisibles, con cosas que no están presentes a los sentidos. Pero que, también, pueden ser y en la mayoría de los casos son objetos sensibles, recordados y guardados en el almacén de la memoria, preparados así para una reflexión posterior" (Hannah Arendt).
Pero el pensamiento y su racionalización adquieren significación ante otros una vez hechos palabra; hasta podríamos decir que todo pensamiento es político cuando se hace discurso compartido en plural. Recordemos a Arendt: los hombres "sólo experimentan el significado debido a que se hablan y se sienten unos a otros a sí mismos". A ese respecto, sostiene Karl Jaspers, "toda filosofía impulsa a la comunicación, se expresa, quiere ser oída, en el hecho de que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad. Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía". De hecho, si bien lo vemos, "no hay ninguna realidad muda", ya que "todo lo no dicho propiamente se queda sin realidad" (Jaspers). Mi pensamiento es en mí, pero no comparte aún la realidad —que siempre es con otros— hasta que lo hago palabra. Aquí aparece otro aspecto importante del discurso y de la acción que hacen la política: su carácter agónico, de combate y de lucha, porque con el discurso, con la acción, abandonamos el cobijo de nuestro interior y nos arriesgamos a mostrarnos ante los demás.
Extracto de La Caverna Digital. Muerte del pensamiento, accesible impreso y en línea en amazon.com.
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