PARRESHÍA

Equivocidad

Equivocidad

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¿Y qué opinan el INE y el TEPJF? Que no opinan. Que la democracia y el voto y los derechos ciudadanos son todo y nada a la vez, que cualquiera puede venir, abusar y burlarse de ellos en sus caras y en las nuestras. ¡En manos de quién estamos!

En este mundo de la Postverdad, lo único que no tiene importancia es la verdad. La noción de verdad es sustituida por la de “equivocidad” que, como dice mi dilecto amigo Pepe Newman, “deja la selección a un criterio de consenso del expositor”. Así, el presidente dice que su gobierno no se endeuda, sólo contrata deuda; de suerte que todas las verdades son verdaderas, según cada quien prefiera y hasta que decida que ya no.

Tal es el caso de la democracia, las elecciones y el voto. El presidente repite como Chachalaca que el pueblo decide, donde pueblo y decidir pueden significar cualquier cosa, excepto pueblo y decisión. Así, una falsa, ilegal y ridículamente representativa “consulta popular” canceló una obra pública contratada y en gran avance, en un acto de autoridad que no reunía el mínimo rigor jurídico y de la que hasta el día de hoy no hay responsable alguno por sus costos y consecuencias que terminarán de pagar las generaciones del siglo venidero, si aún queda algo de México.

Es falso que el pueblo bueno no se equivoca. Se equivoca y mucho y muy seguido. Y la mayor parte de sus historias se reducen a pagar por generaciones la equivocación de una sola y maldita.

Pues bien, en esa equivocidad pesada, pringosa, oscura, pesada, podrida y machacona que llaman 4T, que es todo y es nada, avanza cual cáncer la inducción a confundir voto y opinión; elección y encuesta, haciéndolas indistinguibles e intercambiables. En ambas se juega con la entelequia del pueblo. Bueno, ¡hasta el INE y el Tribunal Electoral cayeron en el garlito!: Los procesos internos de los partidos deben ser democráticos y están sujetos a la protección de los derechos políticos del ciudadano, por lo que hace a sus derechos de asociación, participación política, voto pasivo y voto activo. Pero una encuesta no es un proceso democrático y contestar un cuestionario o llamada telefónica no es ejercer un derecho político activo. De suerte que las pantomimas que hicieron Morena y el Frente debieron ser descalificadas e impedidas por ambas autoridades electorales por no ser democráticas y ofender, si no es que violar, los derechos políticos del ciudadano. Si bien no se trataba formalmente hablando de la elección de candidatos o dirigencias, sí era un proceso de partido que involucra derechos políticos ciudadanos de sus militantes y no militantes. Y aquí sólo pregunto: ¿Quién garantiza mis datos personales entregados al inscribirme en la plataforma del FAM, supuestamente para votar en una elección primaria que sus propios organizadores cancelaron? ¿Los expertos que la hicieron imposible violentando el procedimiento a su cargo? ¿Qué uso y quién se lo va a dar? ¿Con qué autorización, legitimidad política y sustento legal? ¿Quién me responde? ¿Los tres chiflados, la sociedad civil variopinta, la coordinadora del Frente, los partidos involucrados en tanto instituciones? ¿Quién?

Regreso al tema. Al no haberlo hecho, INE y TEPJF vinieron a a consentir y convalidar que contestar una encuesta o sondeo telefónico de opinión era lo mismo que votar y elegir. Y no lo son.

Y así, como primer acto la defensora de la 4T, la señora Sheinbaum, dijo que en Morena “no habrá premios, porque serán las encuestas y las tómbolas los métodos para la elección de candidatos rumbo a 2024” (Reforma 14 ix 23). Y los egregios diputados aplaudieron como focas. Al fin son ¡Hijos de su tómbola suerte!

Hoy sabemos que el título de los Derechos del Militante de Morena consta de un artículo: “Único.- Los derechos del militante son: a) Poder ser considerado para contestar en alguna encuesta; y b) Poder participar en alguna tómbola de candidaturas”.

¿Qué significa eso? Que sus derechos políticos ciudadanos de asociación, participación política, expresión y voto pasivo y activo, allí, no existen. Que Morena no rige su vida interna por métodos democráticos; que priva la encuesta y la tómbola, no las libertades ni la democracia. Dice la Constitución que los partidos “tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática” y, para ello se les dota de prerrogativas públicas.

Ahora bien, ¿alguien en su sano juicio podría sostener que cuando se gana en una feria de plaza un florero de barro modelo Gobernación se ejercen derechos políticos y se participa en la vida democrática? ¿Hay en ello un ejercicio de la libertad de pensamiento y decisión políticos del sujeto? De igual manera, en una encuesta, su papel se reduce a contestar, si es que por casualidad le toca ser cuestionado en la muestra, lo que se le pregunta. En ambos casos, el papel de sujeto y de acción es de otro u otros. Allí no hay ciudadano, hay encuestado y suertudo.

¿Y qué opinan el INE y el TEPJF? Que no opinan. Que la democracia y el voto y los derechos ciudadanos son todo y nada a la vez, que cualquiera puede venir, abusar y burlarse de ellos en sus caras y en las nuestras. ¡En manos de quién estamos!

En el garlito cayó hasta una política avezada como Beatriz Paredes, quien le dio valor democrático a un ejercicio demoscópico y mató la elección por la que millones, de buena fe, entregamos nuestra identidad ciudadana. ¡Vaya democracia!

El dato no es menor. En el Estado de México Delfina y Morena sólo tuvieron un solo discurso de campaña: vamos 20 puntos arriba. Nada más, ni una sola propuesta, ningún planteamiento rescatable, ningún discurso digno de leer, ningún foro; ninguna idea. Pero su lógica conductista era aplastante: si desde antes del génesis íbamos arriba, quién podrá creer que se nos pueda vencer. La misma técnica le aplicaron a Marcelito y a Monreal. Y lo mismo harán en el 24.

Para qué votar es el mensaje, si el pueblo sabio y bueno ya decidió; para qué mover a las mareas de todos los colores y los partidos de todos los signos, si todo está perdido desde antes de empezar; para qué hacer elecciones, si tenemos encuestas. Incluso antes de que iniciara el proceso electoral todo estaba ya definido por las encuestas.

En nuestras propias narices y a nuestras propias manos muere la democracia, las libertades y derechos que la hacen posible; la ciudadanía que la explica y hace; el futuro: México. Y nosotros viendo a Maussan, a Romo y a un remedo de maestra brincar como loca en Palacio Nacional.


PS.- Si hay una encuesta que nadie conoce pero pone a López como el segundo gobernante mejor calificado urbe et orbi y de regreso, todo puede es posible.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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