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Imbéciles y genios

Imbéciles y genios

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Los críticos parecen estar seguros de su valiosa capacidad de denostación y certeza para insultar y reducir a su mínima expresión las razones del fracaso del otro.

Como bien dice el popular refrán: ‘No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista’.

Previo a cualquiera elección presidencial se caliente el ambiente y se califica a los adversarios, cuando menos, de imbéciles.

Lo mismo pasa en todos los países del orbe, cuando hay una mínima condición democrática donde los ciudadanos eligen, se cuentan los votos y se califica la elección.

Donde los partidos políticos se fortalecen para arropar a sus candidatos y conquistar el poder.

Y donde las campañas de propaganda y difusión tratan de convencer para hacer un mejor país para todos, mejor que el anterior.

Al carajo los insultos y los odios que después de proferirse se olvidan.

A contrario sensu se subraya la capacidad para hacer bien las cosas y reducir las carencias que agobian. Combatir la pobreza y la desigualdad social que limitan el progreso y el desarrollo. Fortalecer la certidumbre de las inversiones y el crecimiento de las empresas. Mejorar la educación, los planes de retiro y jubilaciones, tanto como la salud pública y el empleo.

Se trata de reducir a su mínima expresión asuntos no resueltos o de extrema gravedad.

Por ejemplo, en esta administración del famoso pejePresidente, la violencia y la inseguridad son asignaturas pendientes. No se vale y a nadie convence la reiterada declaración mañanera de “estamos investigando, estamos trabajando desde las 6 de la mañana…”; cuando a diario hay secuestros, desapariciones, asesinatos en números y circunstancias de escándalo.

El país pudiera dividirse por Estados en zonas prioritarias de conflictos y nombrarse responsables para enfrentar y resolver los asaltos, desapariciones, secuestros, asesinatos que tanto lastiman. Este asunto debiera de ser de alta prioridad nacional y así enfrentarse.

En efecto, la principal responsabilidad del Estado es promover la Paz. No hay bienestar sin seguridad.

Así también ocurre en los EUA donde se enfrenta una crisis mayúscula de drogadicción y una invasión de migrantes sin solución posible a corto y mediano plazos. Sin embargo, a diferencia de México, en su descarnada violencia, aquí se reconoce el drama. No se culpa s´lo a los demás actores responsables y en cambio se asumen culpas entre todos los pecadores involucrados.

Con precisión se reconocen como asuntos a resolver del desarrollo desigual y combinado del modo de producción capitalista y de sus intereses políticos.

La combinación de trabajo, tierra y capital más organización empresarial determinará el progreso nacional con un gobierno eficaz.

En general se califica de ineptos, incapaces o regularmente eficientes a los políticos, a los actores demócratas o republicanos que se enfrentan a diario en el Congreso y demás áreas de poder para denostar a su vecino del sur y subrayar su culpabilidad en la invasión poblacional en busca del sueño estadounidense, porque las condiciones de vida en sus países de origen son punto menos que vergonzantes, deplorables, inaceptables. Y en el trasiego y comercio de drogas y su creciente consumo interno. Todo producto de la misma condición capitalista y del crecimiento desigual y combinado. Del aburrimiento y la anoía.

En este medio y en razón de las próximas elecciones presidenciales del 2024 en ambos países se ha enrarecido el clima político con acusaciones y lamentos.

Los críticos parecen estar seguros de su valiosa capacidad de denostación y certeza para insultar y reducir a su mínima expresión las razones del fracaso del otro.

Así sucede en México con el famoso pejePresidente en su último año de gobierno mientras que él mismo apuesta a no terminar en el ridículo como las administraciones anteriores de Peña, Calderón, Fox y Martita…

Por su parte, en los EUA pasa lo mismo, con Biden y Trump, donde se les califica a diario de imbéciles o genios, según sea el color de sus partidarios o adversarios.

De Biden dicen que es un anciano decrépito o en vías de serlo. Que huele mal y que está cercano a la demencia y debiera gozar en bata y pantunfla su privilegiada existencia.

Trump tiene cuatro acusaciones formales por intentos de golpe de Estado y otra por arriesgar la seguridad nacional. Además, fue declarado culpable de violación sexual y fraude en el manejo de negocios con su nombre.

En suma, de los políticos estadounidenses y del propio pejePresidente se dice que son necios o genios políticos. Lo que es una interrogante constante entre los adversarios y simpatizantes de cada uno.

Asimismo, es notorio que siendo tanta la antipatía y erosión que generan que sus críticos asumen la piel del lobo y parecen convertirse también en imbéciles o genios. No hay ni en broma medias tintas, se está con ellos o no. Y así se asumen las consecuencias.

A veces, los candidatos pueden dar la impresión de que en efecto son imbéciles… pero no tanto. Tal vez son un poco genios en consideración al alto puesto público que ocupan y su lucha por permanecer en el centro del huracán.

Por ejemplo, a pesar de esas críticas y descalificaciones soeces nadie se atreve a descalificar su liderazgo. En las últimas encuestas ambos líderes, Biden y Trump están empatados con 46% de aprobación cada uno. Y el presidente de México suma alrededor del 60% de calificación aprobatoria.

Los candidatos prometen mejores salarios, progreso y bienestar. Las mentiras y engaños que son parte del ser político para conquistar el poder, donde todo se vale, parecen no impactar la decisión del votante, que decide emocionalmente de acuerdo a la sonrisa última del candidato, al color de su corbata o el diseño y color del huipil o el habla vulgar y florida de la innombrable candidata.

Se trata de convencer e insistir en la idea de que ellos son los genios y los contrarios no lo son. Las diferencias son obvias, de un lado ni huevones, ni rateros, ni pendejos, aunque así sean. De otro lado se promete que no habrá desempleo, ni inflación, ni pobreza. Que estaremos, por fin, en los cuernos de la Luna.

Cuando se requiere se está a favor o en contra del statu quo. Curiosamente en el caso de candidatos en ambos países, se insiste que las duras críticas son parte de su estrategia contra el ‘establishment’. En nada importa que Trump haya sido acusado de defraudador, de violación, de cinismo. Parece que poco impacta que la candidata del Frente haya plagiado su trabajo de tesis, que se haya autoconcedido contratos cuando fue delegada, que negociara la compra de la casa roja como contraprestación a los contratos otorgados.

Los adversarios se esfuerzan en demostrar que los otros son peores, más imbéciles aún. Más corruptos aún.

En ocasiones los comprometidos analistas, llegan al límite de representar el papel de ‘idiotas útiles’ al olvidar la cordura elemental y sumarse a la manipulación del voto, Son los caraduras del show.

Hay imbéciles en la palestra que sólo ellos y sus seguidores están convencidos de su genialidad, porque en el mundo electoral lo que cuenta es ganar y nada más.

Todos los cambios, escribió Anatole France, aún los más ansiados llevan consigo cierta melancolía.

Se renovará la esperanza en las próximas campañas electorales y volveremos a soñar; aunque el día de ayer nadie lo volverá a ver.

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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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