PARRESHÍA

Regalo a Samuel

Regalo a Samuel

Foto Copyright: lfmopinion.com

Nunca es tarde para que aprendas.

Un pajarito despistado se retrasó en su migración al sur, contaba Reyes Heroles. Pero déjame contarte quién fue Don Jesús. Muy joven llegó a trabajar en la Oficialía Mayor del Departamento del Distrito Federal con su paisano, Adolfo Ruíz Cortines. Antes había agotado sus pasos en San Idelfonso en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional y los continuaría en la Cámara de Diputados, en Pemex, en el PRI, en Gobernación, en Educación y, sobre todo, en el mundo, hoy ausente, de la inteligencia mexicana. Y todo ello ¡sin Tik Tok!

Pues bien, contaba el viejo Reyes Heroles. Más déjame decirte que el calificativo de viejo no es despectivo, más bien, se refiere, como los romanos, a nuestros mayores, a los que nos precedieron y presidieron, y que, dice la proclama, nos dieron patria y libertad. En otras palabras: No hay nuevo sin viejo.

Pero, en fin, decía él: el pajarito se retrasó en surcar los aires de norte y pronto le ganaron los vientos polares hasta que sus alas se congelaron. Cayó.

Una alfombra blanca lo recibió sepultándolo bajo su helado manto. Aterido, esperó la muerte cuando un cencerro lo despertó a la realidad. La poca luz del sol se oscureció sobre sí y un terrible tronido llovió pesada y olorosamente sobre él. Tras de ello, la vaca que había obrado sobre su congelado cuerpo prosiguió su camino. El cencerro se perdió en la distancia. Al calor de las largamente rumiadas heces, su cuerpo recuperó la temperatura y casi reviviendo logró sacar de entre la nieve y la boñiga la pequeña cabeza rojo y amarilla que sacudió con sorprendente y aliviada agilidad.

Un gato pinto y desgreñado que en desenfado pasaba por ahí lo vio; con cuidado lo rescató de su tibia tumba, le lamió las suciedades, le recuperó la temperatura interior de su organismo y con ella la esperanza de vida. Tras de ello, lo engulló.

Y, aquí, preguntaba Reyes Heroles: ¿Cuál es la moraleja?

Pocos se atrevían a contestar, sabedores que el viejo sería implacable a su atrevimiento. De lo que se trataba era de que él contara la moraleja.

Al final Reyes Heroles enseñaba: “No todo el que te ensucia te hace daño; no todo el que te protege es por tu bien. Y cuando estés lleno de mierda, no te muevas”.

Seguramente no sepas quién es Reyes Heroles ni todos aquellos a los que llamas “vieja política”. Pero nunca es tarde para que aprendas.

Pregúntate quién te ha alertado de tus desmesuras; quién de ellas se ha aprovechado y dado cuerda; tu señora y bebé incluidas. Finalmente: dónde estás parado y si lo mejor es ya no moverte. A veces, sin darse cuenta, uno profundiza su propia tumba. Otras, abisma, a uno y a compañía y/o marca, más allá de los avernos.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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