Mesianismo en modestia
Stalin empezó por convertir a Moscu en un ciudad socialista. Dentro del Kremlin demolió los monasterios de Los Milagros y de la Ascensión, que databan de 1358 y 1389, respectivamente, siguió con el Palacio de Nicolás, obra de Catalina II. Fuera de las murallas del Kremlin destruyó el templo del Cristo Salvador, "la más grande edificación sacra de la ciudad, con noventa metros de altura, sus paredes cubiertas de granito finés y placas de mármol de Altái y Podole, su cúpula iluminada con láminas de bronce, su cruz principal de diez metros de alto y sus cuatro torres, cargadas de catorce campanas entre las que sobresalía aquella gigantesca de veinticuatro toneladas de peso, que retaba las leyes de la física y enfermaba de envidia a los fieles de toda Europa." (Padura 2009)
Luego vinieron obras hidráulicas construida por presos políticos sin mayor beneficio y a costa de miles de muertes por las condiciones infrahumanas de su construcción.
Los Gulags vendrían después.
Más no lleguemos hasta ese extremo. Cuando escucho a Andrés Manuel decir que va a vender la flota aérea presidencial, a convertir Los Pinos en un espacio cultural, a licenciar al Estado Mayor Presidencial y rentar un cuartito de vecindad cerca de Palacio Nacional para vivir, no sé si tirarlo a loco o preocuparme por su desapego a la realidad.
Hecho y dedicado a hacer campaña permanente, no debe tener la menor idea de la tarea de gobernar y considera lujos y excesos instrumentos, espacios y apoyos necesarios para ello.
Que pueden ahorrarse mucho, sin duda; que pueden administrarse con mayor esmero, por supuesto, pero él mismo sabe que para moverse en sus gira permanente requiere de una flotilla de camionetas y chóferes, de un equipo de logística y de auxiliares. Jamás lo he visto cargando una maleta, ni registrándose en un hotel, ni pagando una cuenta de café o comida. Lo cual quiere decir que cuenta con un equipo que mueve sus maletas, que le tiene a la mano vestuario para cambios prácticamente después de cada evento, que reserva, registra y paga hoteles, que programa dónde comer, dormir, cargar gasolina, tener reuniones privadas, recibir documentos de su oficina en México y enviarlos a ésta; montar salas de prensa donde la fuente que lo acompaña pueda trabajar sus notas y enviarlas a México, donde puedan encontrar versiones estenográficas y grabaciones de sus discursos y entrevistas, y así podemos seguir enumerando los apoyos propios de un hombre público.
Los ahorros, por otro lado, que espera hacer, serán rebasados y por mucho por los gastos que habrá de erogar para substituirlos con sabrá Dios quiénes y con qué preparación.
De que son declaraciones demagógicas, lo son, pero pueden apuntar hacía conductas que, además, de ser mucho más caras, delaten mesianismo y su gemelo, autoritarismo.
#LFMOpinión
#LosPinos
#GastosPresidenciales
#EstadoMayorPresidencial