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Su misión consistirá en ser una correa de transmisión de poder y de poner las "condiciones" necesarias para la sucesión presidencial del 2030, que le garantice al tabasqueño ungir a su candidato.

Luisa María Alcalde será la próxima dirigente de morena al tener la bendición del inquilino de Palacio y su papel consistirá en darle color y estridencia pública a los dictados de su jefe.

El mes de la patria tendrá muchos cohetes: la aprobación de la reforma judicial, el nombramiento de los responsables de los mandos militares del ejército y de la marina, así como la unción de la dirigente de morena.

Con ese aforo, Luisa María Alcalde asumirá las riendas del partido guinda.

La joven que en el 2012 fuera el rostro mediático de morena y en el 2024 la flamante dirigente de ese partido.

Bastaron doce años para que el AMLO la considera en su círculo de poder.

Pero esta carrera política tiene una respuesta.

Tener la gracia de ser hija de Bertha Luján, persona de confianza del tabasqueño.

Suficiente "cualidad" para hacerse cargo del partido que formó su jefe. Para desempeñar no solamente tareas electorales, sino para ser el vehículo de presión, ante los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, que no acaten sus voluntades.

En otras palabras, la dirigente Alcalde será de manera natural su representante y su voz en el ejercicio de la cosa pública.

Por tanto, su misión consistirá en ser una correa de transmisión de poder y de poner las "condiciones" necesarias para la sucesión presidencial del 2030, que le garantice al tabasqueño ungir a su candidato.

En ese escenario, Alcalde, en su papel de dirigente de morena, deberá defender sin cortapisas a López Obrador ante propios y extraños y a su imagen de pulcritud, a fin de evitar cualquier insinuación legal sobre su persona y su familia.

Por tanto, sus funciones serán múltiples: mantener la hegemonía de su partido en el terreno electoral, legislativo, político, mediático y si es necesario en la plaza pública.

El punto es mantener el poder, a favor de su jefe: AMLO.

Y qué mejor figura, alguien que ha dependido siempre del apellido López Obrador.

Con ese manto, los "duros" del morenismo y la misma Claudia Sheimbaum, se alinearán a sus arengas: cuidar la imagen del prócer morenista.

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Gerardo Conde

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