PARRESHÍA

No fue disculpa, fue escarnio y humillación públicos

No fue disculpa, fue escarnio y humillación públicos

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Lo que vimos fue una exhibición obscena y humillante de un poder siniestro y podrido.

La disculpa pública del abogado Carlos Velázquez a Noroña no fue disculpa, fue humillación, tortura, escarnio y ritual público y enfermizo de poder: demencia desbocada. Lo que sigue es la lapidación, la horca, la guillotina, el fusilamiento.

Tenía que haber sido quien todo es sevicia y odio, paradigma de un poder vindicante, grosero, desquiciado y perverso, que pronto exigirá arrodillarse ante él.

Solo faltó que lo hubiesen hecho en sesión de pleno; pero ya lo harán en la plaza pública, como buen poder impotente que son.

Lo que vimos fue una exhibición obscena y humillante de un poder siniestro y podrido.

En, fin la justicia de la 4T que nos espera.

Disfruten.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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