Canallas

La decadencia de los gobiernos generalmente es una combinación de prepotencia y estupidez. Ambas conductas mezcladas son ampliamente negativas y explosivas. Se dice que son canallas en tiempos de canallas, reproduciendo canalladas.

Un prepotente es, por ejemplo, un jefe que se relaciona con sus subordinados como si fuera el dueño de sus vidas o sus emociones hasta estar convencido de que su poder es ilimitado. No hay poder humano o celestial que se oponga a sus deseos o caprichos.

El concepto viene del latín: praepotencia, de prae, primero y potentia o poder. Por tanto: ‘el más poderoso’.

Hoy la prepotencia se asocia a la arrogancia, a la soberbia y a las típicas actitudes de superioridad fingida.

La estupidez se define como: ‘torpeza notable para comprender las cosas’. Se dice que la estupidez o estulticia es la oposición al buen juicio y sensatez.

Imaginemos ahora el cocktail descrito y será la definición muy cercana de líderes y gobernantes actuales que padecemos en muchos países y regiones del mundo.

La ecuación se complica en tiempos de canallas porque se multiplican en todos los ámbitos de la conducta social: en las relaciones entre gobernantes y gobernados, en los críticos de toda índole, como periodistas, locutores y su influencia en el resto de la población. En la forma de combatir calamidades y lograr eventualmente el progreso.

Usemos algunos ejemplos significativos fácilmente entendibles y destaquemos la conducta de los agentes sociales.

El lamentable accidente del Cuauhtémoc contra el Puente de Brooklyn en el que murieron dos cadetes y se destruyeron los mástiles del orgulloso buque escuela.

A reserva de analizar con detalle el parte de las autoridades portuarias de Nueva York y el de las autoridades marítimas mexicanas, sabemos que la llamada pilota o sea el práctico que guía a los barcos y veleros hacia la salida de la bocana, fue insuficiente para empujar en forma adecuada al barco más aún cuando se conoce que el motor pudo haber fallado y por tanto enderezar el rumbo. De tal manera que con las condiciones de marea y vientos prevalentes, más la poca fuerza motriz de ambas embarcaciones, fue imposible corregir el rumbo y evitar los impactos contra el puente.

Es público que varias veces se solicitó ayuda sin éxito a otras pilotas cercanas. Se sabe que nunca pudieron ayudar. Apareciendo la canalla combinación de prepotencia y estupidez. A tal extremo, que todo se debió según múltiples voceros antigubernamentales a la conocida incapacidad de los mexicanos casi para todo menos para hacer negocios de huachicoleo. Sin embargo, luego se confirmó que el piloto de puerto (estadounidense) fue el responsable de las maniobras, por tanto, la Coast Guard estuvo al cargo y por tanto ni el piloto de puerto ni el capitán del navío pudieron reaccionar para evitar el accidente dado el viento y la fuerza del mar que enfrentaron. Hoy las banderas de las barras y las estrellas ondearon a media asta en recuerdo de los cadetes fallecidos.

Otro ejemplo en esta rápida conversación sobre canallas es el muy lamentable asesinato de dos jóvenes trabajadores, funcionarios públicos del gobierno de la Ciudad de México. Ella una atractiva mujer secretaria particular de la jefa de Gobierno y él, asesor reconocido por su profesionalismo y compromiso social. Así a mansalva fueron muertos por canallas como mensaje o consolidación de narcos criminales y sus negocios en la capital de la República. Ello dio pie para que desde Washington DC se criticara la incapacidad del gobierno para controlar a la mafia, mientras sesudos panpriistas asociados a los locutores de siempre, todos añorando tiempos de negocios privados con recursos públicos subrayaron la notoria incapacidad de la 4 Transformación siquiera para evitar el ataque a sus propios miembros. Y mantuvieran sus tesis conocidas de que todo es culpa del AMLO refugiado en La Chingada, en Tabasco por fomentar la política de laissez faire o los abrazos en su administración y no ser como Calderón, el presidente asesino.

Espero que pronto el equipo se investigación y seguridad resuelva este crimen indigno y ponga a los canallas en su lugar. A los nacionales y a los que viven en el extranjero.

Un tercer tema a tratar en este capítulo de canallas. Es que el senador Fernández Noroña casi siempre echado ‘padelante’ protegido por su carácter de presidente del Senado organizó un espectáculo público de aceptación de disculpas por algún agravio que recibió en el pasado, en algún salón VIP de algún aeropuerto, en algún lugar del mundo por un ciudadano entonces enojado por el gasto público excesivo que significó que, a sus ojos, se diera Noroña la gran vida. Una gran canallada en un país tan pobre donde faltan medicinas y los servicios de salud son lejanos a los servicios correspondientes en Dinamarca. ¿Por qué será que incita Noroña tanta crítica combinada con odio? Nada más le gusta viajar en primera o de perdida en business, aunque sea junto a Kenia, que no canta mal las rancheras. ¿Será que la clase política en las Cámaras es ontológicamente canalla?

Finalmente, Trump y sus pendejadas, dicen que tanto le gustó el avión regalado por los gobernantes de Qatar que no tardó en pedirle al gobernante de Sudáfrica un ‘repris’, algo parecido, con cero elegancia y algo de cinismo aseguró que lo aceptaría. Dicen que el gobernante negro sonrió por debajo y no tuvo más remedio que aceptar su pobreza. Un canalla negociando con aranceles, agua, ganado, impuestos a las remesas, fronteras, fuera de la Organización Mundial de la Salud por ahorrarse unos cuantos miles de dólares, expulsando migrantes, construyendo bardas con alambres de púas en lugar de plazas públicas de comunión.

En fin, son tiempos de canallas: prevalece la prepotencia y la estupidez. Tan malo el pinto como el anaranjado: Trump-Musk, Milei, Bukele, Noboa, Boluarte, Netanyahu, Ortega, Maduro y una doce más siguen el juego para ver quien saca la medalla de oro entre los canallas. El juego está muy competitivo y puede haber empate en el primer lugar entre los canallas.

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