Pablo Gómez

Pablo Gómez ha vivido del 68 desde el 68. Con gran habilidad lo hizo suyo, lo hizo mito, lo hizo piedra y lo hizo jeroglífico que aplica con oportunismo y versatilidad a toda circunstancia. Ha vivido del presupuesto por más tiempo que Fidel Velázquez de la CTM y desde su conquista le ha hecho, no sin ayuda de muchos socios de esa empresa social, más daño a las izquierdas mexicanas que una bomba atómica. A la política la tomaron por asalto y la sodomizaron en una extorsión victimista irredimible hasta convertirla en este champurrado bananero de ocurrencias, incongruencias, voracidades e ineptitudes.

Hoy, en una nueva faceta de su inagotable mimetismo, ha sido nombrado el Zar de la reforma política versión segundo piso. Gómez ha arrastrado sus pasos perdidos por el Congreso desde el 79 a la fecha, en algún momento debutó como representante del PRD, pero con la agenda de Morena en el INE, se ha reciclado como dirigente partidista en cuanto espacio ha encontrado y politizó lo poco que dejó de la Unidad de Inteligencia Financiera su antecesor (otro espécimen en versión corregida y aumentada), pero nada de ello lo hace experto en sistemas de representación, de partido y electorales, menos aún en un legislador avezado, pero para su camaleonismo no hay maroma desconocida y a partir de hoy Sartori será un niño de pecho frente a él.

Como presidente de una Comisión -en México, cuando queremos que nada se resuelva y todo se complique, formamos una comisión- a la que pronto habrán de sumarse otros ejemplares más propios del séptimo infierno de Dante que de una reforma política, veremos a Gómez entrar a zancadas donde Reyes Heroles pisó con pasos de paloma.

Paradójico, el ciclo político que Don Jesús abrió para garantizar la pluralidad política en México y de la que Gómez fue uno de los beneficiarios, ya navegando como líder del 68, sin jamás realmente haberlo sido, será cerrado por su inexperta, pero altiva mano.

Pero que nadie espere de boca de Gómez el desiderátum de su esfuerzo, al fin, para destruir no se requiere oficio.


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