Nuestro tiempo
Comunicarnos mejor es aprender a usar otras lenguas y expresiones diferentes.
Konki, esotérico, godín, compelling, agaçant, tlalpoloani.
A pesar de lo malo que ocurre, es extraordinario vivir y disfrutar lo que somos, lo que hacemos.
Comer una rica fruta y dar un beso y otro. Admirar el atardecer y la noche negra con luna llena. Leer y oír música hasta el amanecer, mientras te acaricio.
Organizar una cata entre amigos y disfrutar la vista, el aroma y el sabor.
Es fascinante ser testigo de este siglo. Una potencia mundial en decadencia y otras emergentes que aún deben de labrar su futuro de éxitos, el resto del mundo entre nuevas definiciones y acciones de democracia en el capitalismo y en experimentación algún otro modo de producción, seudo socialista sin serlo.
El mundo cambiando de forma veloz. La ciencia y la tecnología que avasallan y se mueven más rápido que nuestra íntima comprensión. Las ciencias sociales que atrasadas explican o tratan de hacerlo con nuevos cuerpos teóricos basados en el pasado para tratar de explicar el presente, cuando por fin lo asimos ya estamos otra vez atrás. Todo es de acuerdo con explicaciones cada vez mejores, más modernas, Nietzscheavant garde, con menos fallas. Solo el arte y sus distintas manifestaciones nos iluminan sin temporalidad expresa. Y para muchos las religiones que envuelven sus expresiones en Fé y el credo sin inconvenientes interrogantes.
Hoy el mundo es cada vez más pequeño, mejor comunicado y cercano. Sin embargo, nos parece más extraño. Las guerras persisten. Los robos, los abusos, las malquerencias. Las absurdas rivalidades y los odios por mínimas diferencias.
Aprendamos de diferentes sociedades y lenguas, seamos mejores y actuemos contra la discriminación y el racismo. Aprendemos de la sabiduría japonesa, el ser konki, pacientes, aprendamos a disfrutar nuestro tiempo a pesar de todo lo absurdo que parece. De lo difícil que es comunicarnos y ejercitarnos con ritmo.
Nos refugiamos en la literatura y en los poetas de siempre para descubrir lo que nosotros también deseamos y sentimos. Son los mejores valores atemporales de la humanidad. Nuestra razón de ser y el amor que sigue bailando entre palabras y acciones que conmueven y nos invitan a participar dejando atrás odios y pasiones baratas y dolorosas.
Todos los días luchamos contra lo esotérico. Contra lo impenetrable, contra los medios obtusos de comunicación, contra las mentiras sociales y el ropaje del mercado que ordena: compre, compre, solo teniendo será feliz. Nos aburrimos de adquirir una cantidad infinita de cosas que no necesitamos nunca. El mundo de plástico y oropel. Como relaciones vanas, besos que saben a centavo y contratos que firmamos para estrenar la nueva MontBlanc y que luego nos atarán de por vida.
Despreciamos a los godín pero añoramos el empleo seguro de 9 a 5, el lunch con Martini y la quincena segura. Ya casi nos olvidamos de la aventura vital, de la capacidad de decir sí o no ante una propuesta atrevida, fuera de lo común, sólo porque me da la gana, porque lo creo. Ya casi nos olvidamos de defender lo importante porque en ello creemos. Tener el valor de ir contra los rufianes gobernantes que por más ganadores sociales sean siguen siendo payasos de utilería. Como es que no criticamos suficientemente las barbaridades del exfiscal cuando debimos de hacerlo. Como, contra todos defendemos la verdad en nuestra historia. Y hoy tanto se aplaude a las mujeres que parecemos emasculados. Hasta dan ganas de ser mujer, para ser presidenta. Han confundido el respeto con el valor de la hombría.
Y siguen los asaltos y los robos y los hoyos y nos acostumbramos a ser medianamente felices en esta realidad de la mediocridad de gobiernos como el de esta magnífica ciudad. Todo es superficial. Todo compelling, convincente o más o menos por los magos de los noticieros que mienten y resienten. Por la propaganda oficial y decadente de bailongos y mítines de apoyo.
Es tiempo ya de crecer como ciudadanos y resolver los graves problemas nacionales: crecimiento económico, mejores condiciones de vida, progreso, más inversiones, empleos vinculados a necesidad y nuevas tecnologías, desarrollo en el campo y en la educación de calidad. Desarrollo económico.
Propongámonos unir esfuerzos para enfrentar las amenazas del prepotente gobierno del norte y responder con calicatencia y calidad en lugar de jugar al aplauso barato, simple, atrasado, alejado de la realidad. Solo simpático, chistoso.
En tanto, la guerra en Gaza marcará el futuro por mucho tiempo. La aberrante muerte de miles de inocentes sólo por pensar distinto. La otra guerra de Ucrania por asedio e interés de las dos potencias.
La misma guerra declarada contra las narcobandas en nuestro país y otros productores de droga frente a la creciente demanda de estupefacientes de todo tipo en los mercados hegemónicos.
Los principales enfrentamientos de nuestro tiempo son por dinero y poder, como siempre. Por la imposición de una ideología sobre otra. Por la explotación de mano de obra barata, esclavos para producir mugre y media que los mercachifles se encargarán de promover y vender, inventándoles cualidades inexistentes e incorporando la felicidad en sus moléculas, al tenerlas, al poseerlas. Más casas, más vehículos, más electrodomésticos, más oro, más más.
El mundo es hoy como lo citan los franceses: agaçant, i.e. irritante parece que nunca alcanzamos la verdadera felicidad ni siquiera la satisfacción que según los gurús deberíamos de sentir. Siempre falta algo o estamos convencidos de algo que falta, incluso en las tardes otoñales de café y más café mientras recorren de arriba abajo los mismos de siempre.
La miseria humana está presente y sin embargo algunas pocos intentan cambiar el chip de la mugre, el abandono, los latrocinios, las carencias, las derrotas y la pertinaz estupidez del criminal anaranjado y secuaces. Su pertinaz revolución para volver a los tiempos neocoloniales del tlalponoali.
Todo es tiempo de remar a contracorriente.
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