PARRESHÍA

Preparatoria para todos

Preparatoria para todos

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Empezando por los candidatos

Sin duda partidos y candidatos son corresponsables del marasmo y desencanto que priva en la elección, pero hemos de admitir que nosotros llevamos también parte de responsabilidad.

Puede que sea parte de una ceguera de taller, de un defecto de atención que nos lleva a percibir y resaltar lo anecdótico y trivial por sobre lo sustantivo; puede también que la democracia mediática convertida en circo romano nos impida separar el trigo de la cizaña.

El hecho es que del tercer debate se perdió una propuesta y compromiso que debió de habernos levantado a todos de nuestros aburridos asientos.

Quedan en la pasmada memoria las tablets como propuesta en ciencia y tecnología, las acusaciones mutuas de corrupción, las amenazas de cárcel, lo extenso de nuestros litorales como respuesta al tema del mar, la (no) respuesta Mantra de López Obrador a todo cuestionamiento, pero nadie paró mientes en la propuesta y compromiso de lograr que todo joven mexicano concluya la preparatoria, lo cual implicaría una política educativa integral desde maternidad hasta ese grado escolar.

La propuesta fue repetida hasta en tres ocasiones. Nadie la peló.

México sería otro si la preparatoria fuera cruzada nacional. Nuestra media nacional es del quinto año de primaria. Los propios candidatos y partidos están por sufrir sus consecuencias cuando esa media se exprese en el manejo de casillas y sus consecuentes errores en el cómputo de votos, interpretación de las normas, llenado de las actas y hasta en el armado y entrega de paquetes.

Que como sociedad organizada nos propongamos que todo mexicano alcance un nivel educativo de preparatoria nos daría otro perfil y potencial como país, pero no tenemos oídos y atención más que para lo fútil y absurdo.

Preferimos los dimes y diretes porque a eso nos ha acostumbrado la crisis política que nos castra como sociedad.

Pareciera que es más importante ofrecer medicinas gratis, tablets a todo mundo y panaceas sin fin ni razón, que comprometernos a sacar a México de la ignorancia y mediocridad que lo carcomen.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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