PARRESHÍA

Oportunidad fundacional

Oportunidad fundacional

Foto Copyright: lfmopinion.com

Sin ataduras.

Hace tiempo escribí que si Meade ganaba, la refundación del PRI quedaría en manos de un no priísta. Tracé esas líneas en tono crítico.

Hoy, sin embargo, quisiera retomarlas bajo un enfoque positivo.

Por absurdo que parezca, pongámonos un momento en el escenario del triunfo de Meade; si así fuese tendrá la legitimidad suficiente para replantear la reorganización y orientación del PRI por sobre muchos liderazgos que a estas alturas ya probaron la ineficacia de su simulación, cuando no traición; pero lo más importante, lo hará sin ataduras, compromisos, componendas ni cálculos facciosos.

De entrada, muchos de los que desde dentro le han hecho la vida imposible, cooptado sus determinaciones, imponiendo colaboradores, placeando protagonismos y hasta asumiendo papeles de institutrices del candidato y del partido, serán desplazados.

Meade podrá plantear la refundación del PRI sin telarañas en la cabeza, sin cuotas ni liderazgos conquistados, en condiciones de quien encuentra solo ruinas y simulaciones.

Podrá partir de un análisis serio, profundo, ponderado y objetivo de las causas históricas, sociales, psicológicas, políticas y económicas que llevaron al otrora hegemónico a la situación moribunda que padece.

Lo escribimos insistentemente en el 2000, tras la derrota ante Fox el PRI se negó a un verdadero análisis de las causas de su caída. Miles de horas, cafés y galletas se gastaron en mesas de análisis que al viejo estilo simularon una catarsis, cuando solo fueron fuegos de artificio mientras las fuerzas ganadoras en la derrota se disputaron sordamente el control del partido.

Nunca hubo un acto de constricción, culparon a otros del fracaso y entraron de lleno a la lucha por el control del partido.

De hecho la situación ha prevalecido en esos términos, de suerte que lo que concita actualmente a los priístas es la subsistencia burocrática y el reparto de parcelas de poder, sin causas políticas, sociales, económicas, ambientales o culturales de significativo peso.

En ese páramo que es hoy el PRI, tras de una defección silenciosa o en abierta traición, si Meade logra el triunfo, todo ese bagaje no estaría en condiciones de hacer valer su supuesta fuerza. Meade, repito, estaría en entera libertad para plantear el análisis desde un enfoque novedoso y con método diverso al priísta de hablar mucho para no cambiar nada.

Estaría más que legitimado para jubilar a una generación de priístas que surgieron a finales de los sesentas criticando a Fidel Velázquez, pero que se han eternizado en el poder más tiempo que él.

Podría con la mano en la cintura develar y perseguir corruptelas, conflictos de intereses y abiertas traiciones de muchos de sus prohombres.

En fin, estaría en condiciones de replantear todo desde cero.

Pero más que eso, estaría libre para perfilar un futuro diverso, para darle alas a una nueva organización política y a una forma distinta de hacer política.

En nuestras páginas Farías Cuevas público esta semana un texto sobre Hölderlin, donde nos dice: "En ‘el devenir en el perecer’ Hölderlin describe la conciencia trágica de ser en un mundo donde nada permanece, partiendo del hecho de que ‘de nada no resulta nada’ por lo que para que cualquier cosa nazca, para que cualquier cosa llegue a ser, otra debe disolverse, morir, incluso ser descuartizada. ‘La disolución es ahora necesaria y porta su carácter peculiar entre ser y no-ser. (…) en el estado entre ser y no-ser, por todas partes lo posible se hace real (…) es un terrible pero divino sueño.’ Y es que si lo que llega al ser no tuviera que también llegar a no ser, si no tuviera que disolverse, no podría haber nada nuevo, no habría variación, no podría haber vida. La vida es así en Hölderlin una fuerza que efectivamente mueve el mundo, y la muerte es la parte de esa potencia que precisamente le permite ser posible. Devenir y vida son prácticamente indistinguibles en este ensayo de Hölderlin."

Eso fue lo que no supieron ver los priístas reducidos a marionetas de los publicistas, que el verdadero cambio implica dejar de ser, no nada más cambiar de marca, lema, canción o colores. Así como confundieron publicidad con política, compraron para su desgracia un cambio cosmético, pero no político. Por eso están donde están, porque terminaron siendo fantasmas de su falsa trama.

Meade, de ser Presidente, estaría legitimado para plantear un verdadero cambio que inicie por enterrar lo que está muerto desde los setentas.

Pero no solo el PRI sufre de este mal, el PAN implosiona ayudado por la voracidad desbocada de su candidato, grupo y coordinadores de campaña, del PRD entre los Chuchos, López Obrador y Mancera no dejaron nada en pie; la morralla, por el juego de los números y el vil acomodo, tendrá un minuto de gloria para demostrar que nacieron para ser lo que son, guajes para nadar, cola de león, negocio político, parásitos democráticos.

Finalmente Morena, gane o pierda Andrés Manuel, dará de sí porque gira gravitacionalmente en torno a una persona. En su sangre lleva su gen anti-institucional, es decir, contrario a perdurar en el tiempo más allá de su fundador.

En conclusión, el 2 de julio se avizora el despertar de un México urgido de un nuevo sistema de partidos, un profundo cambio electoral y nuevas formas de hacer Política. Lo que tenemos hace mucho que no sirve.

"La ‘disolución (…) se presenta como lo que realmente es, -como un acto reproductivo, por el cual la vida recorre todos sus puntos y, para obtener la entera suma, no persiste en ninguno, se disuelve en todos y cada uno para producirse en el siguiente.’ La vida es así infinita y eterna gracias a la muerte. Gracias a la disolución, que abre el mundo de lo posible, la vida, y el cosmos mismo, siempre está por parir algo nuevo, por re-inventarse, por re-crearse. Es Uróboros, la serpiente que se devora a sí misma." (Farías Cuevas en LFMOpinión).

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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