PARRESHÍA

Nuevo amanecer

Nuevo amanecer

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Mismos problemas

El mandato es claro y el golpe contundente.

Por primera vez, en sabrá Dios cuántas elecciones, no habrá conflicto postelectoral, lo que les salva la cabezas al INE y al TEPJF, que difícilmente lo hubieran sobrevivido.

Hay mucho por delante; cambian los equilibrios de poder, pero no los problemas, éstos prevalecen y en río revuelto suelen alebrestarse.

Dos, sin embargo, serán los equipos en juego de aquí a diciembre, por supuesto que todas las expectativas se ponen sobre el entrante, pero habrá que estar atento sobre el saliente.

Se requiere mucha madurez y temple para asumir semejante derrota y transitarla en civilidad y templanza.

Del primero habrá que esperar ponderación y prudencia; del segundo sobriedad y humildad.

Presiento, sin embargo que nuestro riesgo, al menos de aquí a diciembre, va a estar en los que se van, dada su probada soberbia y su presumible pánico.

Los que llegan, no obstante, tienen la asignatura de modelar, ahora sí sin dobles discursos, el proyecto de gobierno verdadero y de mostrar las caras y talantes de su implementación.

Finalmente, de los partidos no queda nada, lo lograron con una tenacidad digna de mejores causas. Allí también van a requerir de prudencia e inteligencia, virtudes que extraviaron hace muchos años.

El otro gran perdedor son nuestros analistas a nómina mediática.

El país cambió ayer, todo está por reconstituirse, de los ciudadanos queda no volver a ser desplazados por unos y por otros, por los que se van y por los que llegan, por los dueños del dinero y de la opinión, por los ciudadanos mismos tan dados a serlo fugazmente.

Los que llegan deben beber la euforia con el sigilo de lo que les viene, las exorbitadas expectativas son de corta vida y pronto se convierten en afilados cuchillos de demandas y reclamos. Las lunas de miel políticas son efímeras y el desencanto como la humedad se cuela por toda rendija hasta horadar el más resistente hormigón.

Buen día.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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