Demasiado terso, sano, inmaculado, esterilizado, flojo y artificial
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Lo escribimos en Pacto por la Alternancia (2016), aunque las señales apuntaban entonces al chamaco que luego nos resultó Ali Baba.
Insistimos, con más elementos y la mira aguzada, en La urgida resurrección de Diego.
Luego dudamos, es cierto, llevados por la fe ciega en la democracia.
Hoy ya no cabe duda.
Por arte de magia se cuadraron todas las elecciones, los medios, las autoridades electorales, las gubernamentales, las encuestas y hasta los astros. El fraude siempre cantado fue exorcizado por arte de magia y ya ni quién se acuerde de él; el Zócalo, una semana antes ocupado por pantallas para el mundial oportunamente vedado para convertir un cierre de campaña en evento Televiso, abierto a plena disposición, con todo y pantallas horas antes del partido crucial para México; lleno a reventar, además, con unas cuantas horas para armar semejante follón; todos los actores políticos cronométricamente coordinados en cadena nacional; la civilidad política, antes siempre ausente, haciendo ahora melosa gala; el PRI derruido hasta sus cimientos; el PRD fulminado de la faz de la tierra; el PAN hecho jirones, la morralla a punto de desaparecer, aunque con bancadas impensables en lo abultado de su número y dispuestas a integrarse a la de Morena antes de que cante un gallo; una mayoría aplastante no vista desde antes de 1979 (reforma LOOPE) y podemos seguir por buen rato.
Tantas coincidencias, entre enemigos hasta ayer irreconciliables, exudan sospecha.
Vaya Usted a saber si en el entuerto hayan jugado hasta Castañeda y Creel, lo cual no sería ajeno a sus artes aviesas.
El 2000 revisitado 18 años después, el labastidismo perfeccionado, la democracia dirigida.
Imposible no cuestionar la absoluta falta de reacción en el PRI, la tardanza para quitar a Ochoa Reza, el suicido de nombrarlo, la Babel de sus cuartos de guerra, la pobreza de sus voceros, la uniformidad perdedora de todos sus candidatos, la cacofonía por discurso, lo irrescatable de su campaña, lo sumiso de su derrota.
Imposible obviar la colocación de vástagos en las primeras formulas al Senado, esas que llegan, precisamente, perdiendo; las alianzas del PES y PT con Morena, cuando un día antes comían de la mano de Gobernación; la aplastante derrota en territorios donde su hegemonía (Gobernación/PRI) estaba impoluta (Hidalgo).
La abyección de Televisa y su intelectualidad orgánica; la inserción de Grupo Salinas (Verde) Pliego en el corazón del pejismo con Moctezuma (artífice y pieza de Zedillo en el labastidismo original) por delante y Chiapas entregado como cereza en el pastel con todo y la vergüenza de Manuel Velasco incrustado en la lista de senadores a última hora en timo insultante al electorado nacional.
La crisis Verde PRI autogenerada, inexplicada, inexplicable, suicida.
En fin, este triunfo de la democracia que sabe un poco demasiado terso, sano, inmaculado, esterilizado, flojo y artificial.
La democracia, que es lucha, "no es suave ni armoniosa; no es como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a demencia y sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren seguirse mintiendo a sí mismos (adaptado de Herman Hesse).
Poco vivirá el que no vea sus costos y sus beneficiados, y encuentre las huellas putrefactas de sus artífices.
Puede que estemos presenciando la última gran obra de un sistema político corrupto hasta la médula que derrotado triunfa y en su triunfo lleva su derrota.
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