PARRESHÍA

Voto de Arrastre

Voto de Arrastre

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No solo alejó al ciudadano de sus procesos electorales, los desapareció en su diversidad.

Entre las elecciones presidenciales y las intermedias se observa en las primeras un fenómeno de arrastre del candidato presidencial en su favor del voto al resto de los candidatos.

La explicación es sencilla, la presidencial es una campaña nacional que aglutina bajo ella las diversas e inconexas federales y locales.

En las intermedias, por ejemplo, tenemos 300 distritos con 300 opciones de candidatos de todos los partidos, lo cual hace imposible una campaña nacional con un candidato como punta de lanza de la misma, en tanto que en la presidencial los candidatos a senadores y diputados, hablando solo de las elecciones federales, juegan un papel secundario y de comparsa. Por supuesto que a su vez jalan voto para el candidato Presidente por su cercanía con el electorado en contacto con ellos, pero la mayoría de los reflectores, narrativa y mensaje se centran en la figura estelar del aspirante a Presidente.

Pero nadie sabe para quién trabaja, y así a Calderón se le ocurrió la brillante idea de aprovechar este fenómeno de arrastre en las presidenciales para desbancar de una vez y para siempre al PRI, toda vez que de nada les sirvió a su antecesor y a él hacerse de la Presidencia si gobernadores, congreso y congresos locales permanecían en manos de su odiado enemigo.

Juntemos todas las elecciones en una sola, propuso, que todo se elija en un solo día. Argumentó que se perdía mucho dinero y tiempo en elecciones diversas cada año en diferentes entidades y la dificultad de los partidos chiquitos para atender elecciones aisladas a cada rato. En el fondo apostaba al voto de arrastre del candidato presidencial.

Convenció a Beatriz Paredes que jamás entendió de lo que se trataba y menos consideró los problemas logísticos y operativos inherentes y, así, todas las elecciones se concentraron en dos días en el sexenio, uno con las presidenciales, como el pasado domingo, y otro en las intermedias.

Ya para entonces las reformas se mercaban, así que nadie se preocupó por perder el tiempo en hacerles ver los riesgos inherentes y, de haberlo hecho, de nada hubiera servido.

El beneficiado de la medida de Calderón no fue el PAN, sino su acérrimo enemigo Andrés Manuel López Obrador.

Lo que tenemos es que México se tiñó de Morena y el partido de un solo hombre se alzó con Congreso, gubernaturas, congresos locales, presidencias municipales, Jefe de Gobierno y alcaldías.

Hoy los mexicanos empezamos a saber a quiénes elegimos a esos cargos, porque ni campaña tuvieron que hacer, todos, deslumbrados, votaron parejo sin considerar las diferencias y personalidades involucradas.

Las votaciones concurrentes muestran a ojos vista una sobrerrepresentación monstruosa; la resultante niega la pluralidad que cruza a la sociedad mexicana pintando el caleidoscopio político de un solo color.

Sorprendentemente la mayoría de comentócratas orgánicos de los medios electrónicos tradicionales no han visto, o bien no han querido desentonar el canto de loas al ganador con estas pequeñeces de la representación política anulada por manejo de calendarios electorales, pero el daño está hecho y sus consecuencias son impredecibles.

Concentrar las elecciones restó densidad, atención y cuidado a cada una en sus propios méritos. El fenómeno de arrastre puede haber llevado a elegir gobernador a un desconocido, a senador a un delincuente, a presidente municipal a cualquiera, porque nadie tuvo tiempo ni oportunidad de medirlos, aquilatarlos y decidir por ellos en sus circunstancias locales y personales, sino a través de un solo cristal que solo enfocaba al personaje principal del reparto.

La reforma de 1977 nos abrió a la pluralidad, la reforma de Calderón la enterró.

Esos son los riesgos de reformas electorales quirúrgicas y sin visión integral del sistema político.

La corriente electorera que impera en el país desde que tener partido es negocio, nos llenó de especialistas sin visión de Estado, dominados por la ceguera del poder y de taller, aprendices de brujo manejando fuerzas que no conocen ni entienden.

Las elecciones concurrentes, junto con el centralismo en el INE, no solo alejó al ciudadano de sus procesos electorales, lo desapareció.

Quien hoy quiera leer en los resultados electorales el mosaico de contradicciones que es México y la expresión de su rica diversidad, encontrará un monocromatismo que niega a México y a los mexicanos. Todo es Morena gracias a concentrar lo que debiera procesarse en sus méritos y propia densidad en la centralidad de una sola persona.

El voto de arrastre arrasó con la pluralidad.

No hombre, son unos genios.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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