PARRESHÍA

AMLO se vacuna

AMLO se vacuna
López Obrador aisla de la deliberación democrática sus propuestas y sus actos.

López Obrador lanza dos nuevos hits en su campaña en redes, ambos aprovechando el contexto que le regaló Javier Lozano con el mal manejo que hizo con el tema del riesgo de hackeos rusos en las elecciones en México. Bajo ese cobijo, señala que la mafia del poder está muy nerviosa y ha lanzado una embestida de guerra sucia en su contra, señalando la ingerencia rusa y venelozana en su campaña y un supuesto compromiso de vender nuestro petróleo a los rusos. Simultáneamente, dice que Claudio X. González fue a Los Pinos a exigirle a Peña nieto a que se robe la elección.

Las consecuencias no se dejaron esperar, el tema se viralizó, los cartones le fueron favorables y la opinocracia se volcó en su defensa.

Sostiene que están llamando a todos los teléfonos en Puebla, todos, ahora que inicia su periplo por esa entidad. No existe indicio que yo conozca de que ello sea así, pero la especie fue admitida sin sombra de duda por la opinión pública. Por otro lado, no dudo que las llamadas estén sucediendo, sean operadas por Claudio X. González o por el propio Andrés Manuel.

En el caso de la supuesta plática privada en Los Pinos entre Peña Nieto y Claudio X. González, Andrés Manuel da pelos y señales como si hubiese estado presente. Para taparle el ojo al macho, en su segunda entrega, aclara que un amigo del Presidente le comentó, que éste se quejaba de González y sus exigencias de hacer lo posible para evitar que gane el moreno a como dé lugar.

En el fondo, lo único que tenemos son dos dichos de Andrés Manuel: uno sobre supuestas llamadas telefónicas de guerra negra en su contra; otro, de una plática de un amigo sobre otra plática del Presidente con González.

Sobre ello, las redes se han vuelto locas, la agenda ha sido cooptada y Andrés Manuel se coloca de nueva cuenta como posible victima de un fraude de Estado.

Hay en todo esto mucho de pensamiento mágico. Pensar que Peña Nieto pueda robarse una elección es más fantasioso que probable. Que puede influir, sin duda; que puede presionar, por supuesto; pero que con una orden pueda determinar el sentido de una elección, es poco menos que creíble. Pregúntenle, si no, a Meade, que sufre la gota gorda para posicionarse en la pelea.

Pero a López Obrador no le interesa la verdad, sino la percepción y con su mensaje inocula en el corazón del electorado tres percepciones: están nervioso porque vamos arriba; quieren robarse la elección y soy víctima de una guerra sucia.

Bajo ese capelo, Andrés Manuel queda protegido de cualquier crítica. Si alguien osa hablar mal de él, forma parte de la mafia de poder, de la guerra sucia y es esbirro de Peña Nieto y de su jefe Claudio X. González.

López Obrador logra así, aislar de la deliberación democrática sus propuestas y sus actos. Cualquier cosa que se diga de él no será analizada en sus méritos, sino bajo los prejuicios por él impuestos.

Mientras tanto, sus contrincantes, siguen perdidos en su laberinto.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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