PARRESHÍA

Se portan bien

Se portan bien

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Presidencialismo descarnado

"Tráeme a los diputados", le ordenó el Presidente al líder de la fracción mayoritaria. "Primero renunció y luego te los traigo."

Ante la sorpresa presidencial, explicó: "mi trabajo es sacar adelante la ley, ello implica negociar con las oposiciones, pero también con los de casa. Cuando no pueda te aviso, renuncio y te los traigo para que tú les des línea."

"De acuerdo, has tu trabajo," aceptó el Presidente.

Semanas después, tras una jornada que se prolongó hasta la madrugada, desayunando en El Diplomático, el líder recibió una llamada del Presidente, no existían celulares, así que llamó directamente al restaurante: "Te felicito", fue todo.

La mañana previa, la aguerrida diputada priísta que había encabezado la oposición a la iniciativa abría la discusión con un discurso a favor en lo general. No existían entonces Los Moches. La política había triunfado, porque las izquierdas y parte del PAN veía bien la iniciativa y a los opositores de la entonces mayoría se les convenció y se les aceptaron las modificaciones fundadas de sus observaciones.

Qué diferencia cuando al día siguiente de la primera sesión del Congreso del cascarón llamado Cuarta Transformación, mayoritariamente morenista, el Presidente Electo tiene que ir hasta San Lázaro a meterlos al orden. Se portan bien, les dijo cual escolapios.

La lectura no puede ser otra que la del desorden total, el tribalismo perredista redivivo, el autoritarismo del viejo PRI hegemónico y el protagonismo propio del mundo de las redes.

Atestiguamos al segundo día de trabajos parlamentarios la anulación de los liderazgos camerales recién estrenados; bastó un día para que el líder único tuviese que ir a meter orden.

Clara muestra del País de un solo hombre.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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