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La UNAM: reto y realidad

La UNAM:  reto y realidad

Foto Copyright: lfmopinion.com

Inundada de violencia.

¿Qué pasa en la UNAM? La que nos duele, la que sabemos cerca, la que queremos, un día y otro también está inundada de violencia, no ajena al entorno dominante en el país.

Los porros que han existido siempre, ahora evolucionan hasta narcomenudistas y de golpeadores organizados son ahora en general, como antes eran rara avis, hoy son asesinos con armas blancas y de bala. Vienen de la marginación y las carencias. Del abuso y la violencia familiar.

En la Prepa 5 donde estudié, ganamos la sociedad de alumnos en el 68 y por primera vez una mujer, Rosalinda encabezó la plantilla como presidenta, yo quedé de secretario y José Luis de tesorero. Batallamos como pudimos. A algunos los cachetearon en público y con micrófono en mano. Yo me enfrenté con Archundia, que era líder junto con el Toro de la parte más gangsteril, aunque entre los más temidos se incluía al Maracas de La Portales. Todos deambulaban como si fuera su casa por los pasillos, los salones y la cafetería de la escuela agrediendo a los más débiles, esquilmándolos cuando podían; en tanto, autoridades como el profesor Lara, el maestro Lima y otros que no recuerdo, a veces los controlaban, a veces los olvidaban, a veces los promovían y siempre los toleraban. No había de otra. En realidad su único freno, eran los jugadores de Americano, que tendían a abrazar causas justas y a veces también a las más guapas.

Después de tanto tiempo recuerdo con excitación el pleito contra Archundia, todo empezó por qué después de una clase en el auditorio, un muchacho notoriamente de menor estatura que yo, algo dijo a una compañera y mi espíritu de metiche le reclamó su comportamiento vulgar.

Como hubiera sabido con más experiencia, me tiró la bronca y en mi soberbia le grité que no me servía pa’nada, era insignificante no sólo por su espíritu de pandillero abusivo y nada educado, como también por su físico. Y entonces llamó a Archundia que era un pelao fuerte y que sin decir agua va me descontó, aunque yo seguía insultándolo, subrayando su nula hombría y caballerosidad. Imagínese querido lector, lo ridículo de la escena, hasta que caído en el suelo y a pesar de mis insultos empezó a patearme. Entonces, sucedió uno de esos actos que enaltecen, mi amigo Armando, el de siempre, tiro unos cuantos mandarriazos y me protegió de las patadas cubriéndome la cabeza. Entonces Héctor, el tercero del triunvirato de entonces, le entró al quite y éramos tres contra el mundo de la porra. Otros fueron a la enfermería de la impresión y otros se esfumaron. Nosotros perdimos la batalla pero no la guerra. Tuvimos razón, enfrentamos al sistema.

Hoy el ambiente está caldeado y más cuando se acercan los 50 años del 2 de octubre que muchos han usado como razón para exigir prebendas y ventajas en partidos políticos, con políticos variados hasta secretarios encargados del despacho y muchas autoridades universitarias, que jalan para su propio molino. Esto mismo pasa en Azcapotzalco donde se juntaron la ineptitud de autoridades que borraron un mural de protesta y una comunidad agraviada desde hace años. Como en el 68 todo empieza por mínimas aunque poderosas razones. Además, viene la toma de posesión del presidente electo y hay muchos interesados en moverle el piso y tener pretextos, velar las armas, dejar de llorar y asociarse con la mafia.

Ojalá los jóvenes estudiantes agredidos en la trifulca y hospitalizados se recuperen pronto y sanen de sus heridas, que son de todos.



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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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