PARRESHÍA

El hundimiento de Del Villar

El hundimiento de Del Villar

Foto Copyright: lfmopinion.com

Don Jesús Reyes Heroles solía contar una moraleja que, si me lo permiten, paso a compartir con ustedes:

Decía el maestro que un pájaro fue alcanzado por el invierno en su migración al sur. Los fuertes vientos y las heladas temperaturas terminaron por congelar los músculos y sangre de sus alados miembros. Vencido cayó al manto blanco que cubría el horizonte de su vuelo. Entumido y gélido aguardó resignado la muerte en cama de nieve.

Creyó delirar al escuchar un cencerro en vez de trompetas celestiales, pero antes de recapacitar el firmamento se obscureció y en apocalíptico estruendo se halló ahogado en un océano de mierda.

Una vaca displicente —que no loca— había arrojado sobre su moribundo cuerpo el resultado de su paciente rumiar.

Nuestro pájaro, resucitado por el calor de las bovinas heces, sintió desentumir sus miembros y circular su sangre. Movido entonces por un instinto de sobrevivencia buscó la superficie y el aire bienhechor.

Con gran esfuerzo logró librar la cabeza de la fecal torta y la meneó violentamente para sacudir el excremento que la cubría. Su movimiento despertó el espíritu científico del gato inútil y metiche que siempre ronda la ocasión. Intrigado, el felino se acercó a otear los residuos fétidos del caso y al observar entre ellos al ave luchando por aire y libertad la retiró de su cálido recipiente y con esmerado cuidado la limpio hasta quedar rechinando de limpia.

Hecho lo anterior, la engulló, eructó y limpió sus bigotes.

La moraleja, decía Don Jesús, es triple: Primero, no todo el que te ensucia te daña; segundo, no todo el que te ensalza busca tu bien; y tercero —y principal— cuando estés lleno de mierda no te muevas.

Debo, antes de continuar, profesarles que al contar esta moraleja reyesheroleana no aspiro en asumirme en "el alumno", o "el predilecto", o "el heredero ideológico" de Don Jesús. En todo caso son pléyade los que se disputan tal honor. Por mi parte, sostengo que citar a alguien no debe forzosamente devenir —como algunos pretenden— en tajada curricular (al rato hasta Fox va a presumir de ser su legatario).

Hecha tan necesaria salvedad continúo.

Samuel ¡Hip! Del Villar, presumo, no conoce las moralejas citadas, de conocerlas no estaría violentando tan flagrante y temerariamente la tercera.

No debe preocuparle al interfecto que algún gato pretenda almorzárselo, lo cual, además del mal sabor de boca y la indigestión consecuentes, sería sellada con una diabólica intoxicación alcohólica. No, su problema radica en que si se junta la materia fecal que produjo a su paso por la PGJDF se llenarían varios socavones de mina. Para ilustrar al lector diríamos que se colmarían con creces los fosos de unos 75 estadios azteca (margen de error de más-menos 10%). Y así, mientras más se mueva más se habrá de hundir.

Otro que en eso de las moralejas anda perdido es el PRD. No escarmienta con aquello de que el que con niños se acuesta mojado amanece y se obstina en acuerpar al ex Procurador incómodo y salpicarse de su mal fario. Bien les valdría verse en el espejo del PRI. El tricolor empezó a cavar su tumba el día en que decidió, en un pragmatismo clientelar, defender indefendibles. Así, poco a poco, nos fuimos llenando de bandidos y sinvergüenzas. Bien valdría la pena preguntarnos (los priistas ¡claro! con la dificultad primigenia de definir quiénes somos) cuántos de nuestros actuales legisladores (algunos cuasieternos) ocupan su sitial no por sus conocimientos, aportaciones, méritos o experiencias, sino porque requieran del fuero constitucional para no pisar chirona.

Mal hace el PRD en seguir cavando su tumba. Don Samuel Del Villar, sus fantasmas, fobias y locuacidades no le habrán de dejarle más que profundas cicatrices.

Pero el que es buey hasta la yunta lame. Preguntemos si no al PRI.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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