PARRESHÍA

Año Noroña

Año Noroña

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No hay objetivamente en la realidad nada que nos haga esperar un mejor futuro.

Termina un año que nadie va a querer recordar, pero cuyas consecuencias todos vamos a sufrir. 2025 empezó con el atropello legislativo y constitucional de la masacre judicial, de la mano de los Yunes, la maña de Monreal y la peste azufrosa de Adán Augusto, y terminó con los escándalos afrentosos de los hijos de López y la muerte por una obra y gobierno descarrilados: no solo fuera de carril, también sin más destino que el abismo.

No hay objetivamente en la realidad nada que nos haga esperar un mejor futuro, lo único cierto hoy es la incertidumbre, no podemos seguirnos negando a reconocer que vivimos un fin de época y nacionalmente hablando una descomposición generalizada. El Estado Nación hoy, en lugar de ser referente de pertenencia, pasado y futuro, es guillotina que decapita y enfrenta hermanos mexicanos, vivimos una era de terror auspiciada desde el poder, tanto por incapacidad manifiesta como por vacío ideológico cuanto odio, rencor y recelo enfermizos.

El pasado ya no alumbra el futuro, vamos a la deriva entre tinieblas y tormentas, con el velamen y timón rotos y con la nada en el puesto de mando.

PS. Fue tan horrible este año que bien pudiéramos llamarle "Año Noroña".


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#Parreshia
#2025
#Incertidumbre


Comentarios



Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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