POLÍTICA

La Morena y MORENA, sincretismo electorero

La Morena y MORENA, sincretismo electorero

Foto Copyright: lfmopinion.com

Colgarle la calidad de El Elegido por la Guadalupana, cuando es cristiano confeso

Hoy celebramos a la Virgen de Guadalupe. En texto aparte (en esta misma página: lfmopinion.com) consignamos un extracto de la América de Aranda, donde desarrollamos hace años (2003) un análisis sociológico e histórico del fenómeno guadalupano como elemento cohesionador y de pertenencia del mexicano, primero, y de todos los americanos, como segunda resultante.

El fenómeno guadalupano es expresión y defensa del hombre americano frente al eurocentrismo, que se obstinaba en reducirnos a homínidos. Contra ello la respuesta es que la propia madre de Dios se hace morena y adopta a estos pueblos salvajes y ajenos al hombre europeo, hecho a imagen y semejanza de Dios.

Sin duda la figura juega un papel sincrético muy importante en la evangelización de los pueblos autóctonos y la encomienda como su instrumento, término utilizado en el lenguaje del conquistador para evadir el de la esclavitud entonces reinante y constructora de iglesias, ciudades y riquezas.

Pero ajeno a sus facetas netamente religiosas negocio, el guadalupismo extiende su manto protector a fenómenos sociológicos y políticos que permitieron generar un sentido de pertenencia e identidad que, a la larga, devino en independencia y finalmente en Nación.

Hay, pues, en nuestra génesis nacional una presencia constante del guadalupismo. En descargo de los no católicos, mi aserto es eminentemente sociológico y político. Dejo aparte lo religioso.

El sincretismo guadalupano, no es exclusivo entre las religiones y dioses prehispánicos y la Católica Apostólica y Romana, sino que se funde en un crisol de contradicciones en el inconsciente social en prácticamente todos los ámbitos del ser nacional. Basta leer a Paz en su Laberinto de la Soledad para entender el papel que juega la figura materna en el mexicano, en cuyo transfondo siempre aparecerá, a veces con aristas bien definidas, en otras con bordes borrosos y en algunas más totalmente difuminados, la presencia de la guadalupana.

De esta presencia en el inconsciente social busca colgarse, y si le es posible explotar, Andrés Manuel López Obrador en este su tercer intento de no llegar a su rancho.

No es gratuito que el acrónimo de su movimiento sea MORENA, como tampoco que sea precisamente hoy el día que eligió para presentar su registro a una precandidatura que es una candidatura impuesta desde hace más de 18 años.

López se empeña en jugar al filo de la navaja. Por qué no, si hasta ahora todo le ha salido bien. Tiene a las autoridades aterradas, soplándole al jocoque y rezando para no tener que actuar como tales para poner un alto a sus desmandadas actitudes y provocaciones.

Pero ese es un problema de las autoridades y sus obstinadas omisiones.

Lo que tendremos que preguntarnos es si el guadalupismo en su faceta religiosa caerá en la trampa y burla morenistas de colgarle a su Mesías la calidad de El Elegido por la guadalupana, cuando es un cristiano confeso; y si en su perspectiva sociológica el garlito no terminará por revertírsele con cargo a una ciudadanía que, a pesar de sus sincretismos guadalupanos y sus miseria de partidos y de políticos, es por sobre todo laica, politizada, republicana, democrática y sensata.

Por lo pronto, el juarismo de Andrés Manuel es tan falso como compromiso con la democracia, cuando eso del voto y la voluntad ciudadana no están referidos directa y personalmente a él. Si no, pregúntele a Monreal, Ebrad, Dante, Alberto Anaya, Cuauhtémoc Cárdenas y un largo etcétera.

#LFMOpinión
#Política
#Guadalupana
#MORENA
#AMLO

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: